La atracción se presenta algo enigmático, y no siempre parece seguir unas reglas o tener lógica. ¿Por qué algunas personas nos atraen y otras no? ¿Por qué hay gente que nos gusta y gente que nos repele?
Pues, aunque parezca extraño, la ciencia tiene la explicación y demuestra que la atracción no es tan ciega como podemos pensar. Algunos estudios han demostrado dónde puede estar el origen de ese magnetismo que hace que los peques adoren a algunos adultos.
Capacidad especial para empatizar con los demás
Los imanes son cuerpos que generan un campo magnético a su alrededor orientado en base a dos polos: negativo (Sur) y positivo (Norte). Estos polos se atraen con sus opuestos (positivo-negativo) pero repelen a sus iguales (positivo-positivo o negativo-negativo).
Esta misma definición podría aplicarse a las personas, porque algunas de ellas parecen tener al resto orbitando a su alrededor, sin que tengan que realizar esfuerzo alguno para lograrlo. Esto es aún más visible si "sus admiradores" son niños, los seres más inocentes que tienen una inteligencia innata para saber con quién les conviene estar.
Algunos estudios hablan de la alta sensibilidad que tienen algunas personas desde la infancia y que parece ir unida a una alta emocionalidad. Es precisamente esta alta emocionalidad lo que les provoca una capacidad especial para escuchar y empatizar con los demás. Sufren intensamente por las injusticias y el dolor ajeno, ya sea el dolor de otra persona, de un animal o incluso de un personaje de ficción a través de una película.
Y los niños lo perciben, y prefieren tener cerca a gente así, que puede entenderles. Según el Instituto Europeo de Psicología Positiva, las Personas con Alta Sensibilidad (PAS) "son aquellas que tienen su sistema nervioso más desarrollado que el de la mayoría de la gente, y recibe, en comparación con otra persona que no sea altamente sensible, mucha más información sensorial al mismo tiempo".
Añade que "los últimos estudios sobre el cerebro señalan que el hemisferio derecho de las PAS es más activo. Es la zona relacionada con las emociones, los sentimientos y la creatividad".
Con todas estas características, ¿quién podría resistirse a sus encantos? Lógico que los peques busquen tener un PAS cerca.
Ser guapo, también ayuda
No lo decimos nosotros, sino que habla la ciencia. Un curioso estudio de la prestigiosa Universidad de Harvard concluyó que los niños con edades comprendidas entre los 4 y 5 años tienden a confiar más en la información que les proporciona una persona físicamente atractiva, que en aquella que les llega de alguien teóricamente “feo”.
Los investigadores señalan que "cuando aprenden sobre el mundo, los niños dependen en gran medida de la información que les proporcionan otras personas" pero, ¿qué ocurre cuando son pequeños y disponen de poca o nula información sobre los demás?
Se les hacía una pregunta a los niños y les mostraban dos fotos, una de una persona atractiva y otra poco atractiva, y se les preguntaba quién creía que podía saber la respuesta. Los resultados, publicados en el British Journal of Developmental Psychology, mostraron que más cantidad de niños (y sobre todo niñas) seleccionaron el rostro más atractivo, pues confiaban más en las respuestas dadas por las mujeres guapas, aunque no tengan mayor conocimiento sobre la duda planteada.
Distinguen entre buenas y malas personas
La ciencia lo ratifica. Ya desde bebés sabemos muy bien quién nos conviene y quién no. Antes de empezar a caminar o de decir mamá, aprendemos a elegir las compañías y rechazamos a aquellos que no se comportarían bien con nosotros.
Son las conclusiones de un estudio del departamento de Cognición Infantil de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, publicado en la revista Nature, tras trabajar con bebés de seis a diez meses.
Prefieren a alguien que coopera y se muestra amigable, frente a otra persona que sea egoísta y que perjudique a los demás. Es decir, que tratan de evitar a los "malos".
Los investigadores señalan que el hecho de que los niños aprendan a evaluar acciones positivas y negativas incluso antes de hablar se explica porque "esa habilidad es esencial para saber quién puede ser un buen compañero":
"Es básico para la supervivencia y el desarrollo de la persona, y como somos una especie social, necesitamos relacionarnos con aquellos que nos beneficien".
Seducidos por el color
Todos tenemos un color favorito que elegimos sobre el resto, por lo que no nos sorprende en absoluto que en los dibujos de nuestro hijo predomine un tono sobre el resto y que se empeñe en llevar siempre la misma ropa. Así que, ¿por qué no va a preferir la compañía de una persona con los ojos de un color concreto o vestido con él?
El profesor de Óptica de la Universidad de Alicante Enrique Martínez llevó a cabo un estudio que concluyó que más del 50% de la población infantil ve mejor sobre fondo verde, por lo que se sienten más atraídos por quien se muestre con ese tono.
Pero también el azul parece seducir a los más pequeños. El color tiene la habilidad de tener un impacto sobre el humor, y los diferentes colores atraen a muchos niños debido a la forma en que los hacen sentir y más si evocan emociones felices o placenteras. De ahí que la tendencia de un niño hacia un color favorito en particular puede tener que ver con las propiedades del tono en sí, pero también con su asociación con otras cosas.
En un estudio de la Universidad de Surrey, los bebés tuvieron tendencia a observar durante más tiempo ciertos colores, y uno de ellos fue el azul, que se asocia frecuentemente con sentimientos suaves como paz, tranquilidad y calma.
El olfato, otro sentido decisivo
¿Son la visión y la audición los sentidos más importantes a la hora de que un niño se sienta atraído o no por ua persona? Los científicos responden que el olfato también influye. Según un estudio elaborado por el Monell Center (Filadelfia) y publicado en Developmental Science "desde los cinco años, los menores son capaces de tomar decisiones emocionales y sociales gracias a su olfato".
“Los resultados mostraron que los niños menores de cinco años se decantaban con más frecuencia por la elección de la cara feliz, independientemente del olor”, mientras que “los más mayores sí eran más capaces de discriminar y asociar el olor a la respuesta”. El estudio concluye:
"Los menores de cinco años y más comienzan a usar la información olfativa para ayudarse y guiar sus respuestas a caras emocionalmente expresivas y que, además, estos integran diferentes tipos de información de los sentidos, como es el olfato, para encaminar su comportamiento social".
Así que, cada vez que te sorprendas cuando tú hijo, poco sociable con los mayores, parece sentirse hipnotizado por un adulto, piensa en estas posibles explicaciones y quizás una de ellas (o varias) cobre sentido.