Trastornos del habla: tratamiento de la disglosia

Como hemos dicho con anterioridad, la disglosia presenta muchas y variadas causas, por lo que precisa de diversos tratamientos que se adecuarán a las características de cada caso.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que la patología que provoca una disglosia suele alterar también otros aspectos de la anatomía y las funciones del niño, por lo que el tipo de tratamiento deberá estar incluido en un programa que implique toda la patología.

Esto ocurre, por ejemplo, en los casos de síndromes congénitos o en casos como la fisura palatina, donde la disglosia es una de las alteraciones presentes en el niño y cada profesional que le trate es parte de un equipo más amplio que deberá atenerse a un plan de acción que tenga en cuenta diversas disciplinas (logopeda, foniatra, otorrinolaringólogo, maxilofacial...) y comprenda etapas sucesivas, ordenadas coherentemente en el tiempo.

Para que la terapia sea efectiva es necesario tomar, del conjunto total de factores que están afectados, en primer lugar aquellos aspectos que alteren la normal masticación, deglución o respiración nasal, ya que una alteración en estos aspectos también influye en el habla.

La información que recibe el niño (cuando ya es mayor) sobre su trastorno también ha de tenerse en consideración. El niño debe conocer por qué está realizando el tratamiento específico y las causas que originan su problema, pero la responsabilidad de la corrección no recaerá sobre él; será la familia y el terapeuta quienes tengan esa función. No hay que olvidar que el interés que muestre el niño en el tratamiento es fundamental.

Siempre que se considere oportuno, se podrán hacer sesiones de tratamiento grupales de niños con alteraciones similares, ya que la percepción de dificultades semejantes en otros niños desdramatiza la situación, además de poder generar un ambiente más lúdico y divertido.

Junto con los ejercicios de masticación y deglución se trabajarán los ejercicios de pronunciación; todos ellos se realizarán en casa con la intención de generalizarlos como hábito, ya que de poco sirve el realizarlos sólo en la consulta.

Una vez que se tienen claros los objetivos a corto y largo plazo a lograr, se estableceran los ejercicios específicos a trabajar. Cualquier material que se tenga amano y que se adapte a los objetivos a conseguir puede ser adecuado.

De este modo, se entrenarán distintan funciones del niño (por ejemplo: respiración nasal, succión, masticación, deglución o voz), órganos que intervienen en el habla (como los labios, lengua, paladar, maxilar...) y la articulación del habla.

La elección, secuencialización y la duración de los ejercicios dependen del tipo de problema que tenga el niño, de su edad y, en especial, de la actitud (tanto del niño como de sus padres) frente el tratamiento.

El mayor problema que puede producirse no viene, generalmente, por la realización de los ejercicios, sino por la obligatoriedad del tiempo que debe destinarse a los mismos, que hace pensar al niño (e incluso a sus familiares más cercanos) que son incompatibles con la realización de cualquier otra actividad que se quiera hacer.

Y aquí termina la explicación del trastorno que impide la adecuada articulación de los fonemas por alteraciones anatómicas y/o fisiológicas de los órganos articulatorios del habla: la disglosia. Próximamente comenzaremos a explicaros otro trastorno del habla frecuente en la edad preescolar.

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