La exposición a experiencias traumáticas durante la infancia puede tener un impacto negativo en el desarrollo cerebral en su etapa más vulnerable. Los casos de maltrato infantil son más comunes de lo que se muestra en los medios de comunicación; según estimaciones a la baja, más de 45.000 niños australianos se vieron expuestos a maltratos en 2015 y 2016. Las dificultades durante la infancia pueden incluir experiencias tales como abusos emocionales, físicos y sexuales, abandono o pérdida repentina de un padre o de un tutor.
Las adversidades durante los primeros años son un factor de riesgo importante para el desarrollo de problemas psicológicos y de comportamiento en el futuro. En el caso de adultos que sufrieron maltrato infantil las tasas de depresión, tendencias suicidas, trastornos de ansiedad, trastornos de estrés postraumático y comportamientos agresivos son más altas.
Los sucesos traumáticos en la infancia también contribuyen a un mayor consumo de drogas e incluso drogodependencia. Se empiezan a consumir drogas a una edad mucho más temprana en aquellos adultos que han experimentado un trauma infantil y el haber vivido sucesos estresantes durante la infancia puede aumentar el impacto de dichos eventos a lo largo de la vida. Si añadimos otros factores como el divorcio de los padres o el desempleo en la familia, las probabilidades de desarrollar trastornos psicológicos o adicción son aún mayores.
Pero no todos los niños con una infancia estresante acaban desarrollando una enfermedad mental. Parece que la manera en la que lidiamos con las experiencias estresantes no solo depende de nuestras experiencias anteriores, sino también de nuestros genes, la forma en la que nos adoptamos a las situaciones y la regulación cerebral. Los componentes químicos del cerebro como el cortisol y la oxitocina influyen directamente en el estrés y en la regulación emocional.
¿Qué es la oxitocina?
La cantidad de oxitocina en el cerebro es diferente en cada persona y las mujeres y los hombres regulan dicha hormona de forma diferente, si bien es importante en el funcionamiento diario de ambos sexos. Las variaciones en el gen de la oxitocina afectan incluso a la manera en la que reaccionamos al estrés.
Los factores ambientales también pueden influir en el desarrollo del sistema de oxitocinas, que comienza a desarrollarse en el útero y continúa desarrollándose después del nacimiento. Se producen cambios críticos durante los primeros años, la infancia y la adolescencia, en función de nuestras experiencias. Las experiencias positivas o negativas al principio de nuestra vida pueden cambiar el sistema de oxitocinas.
Si un niño cuenta con padres cariñosos y afectuosos este sistema se desarrollará de forma normal, pero si el niño se ve expuesto a dificultades como el estrés o alguna enfermedad, puede que su desarrollo se vea afectado negativamente, así como el funcionamiento de la oxitocina y los receptores de oxitocina.
El impacto del estrés durante los primeros años
Los estudios llevados a cabo en roedores nos han enseñado que el desarrollo del sistema de oxitocinas se ve alterado por traumas tempranos. El estrés durante los primeros meses de vida cambia los niveles de oxitocina dentro del hipotálamo y de la amígdala, regiones cerebrales importantes en la producción de oxitocina y regulación emocional, respectivamente. Incluso el funcionamiento del receptor de oxitocina se ve alterado cuando existe una experiencia traumática durante los primeros años de vida.
En el caso de humanos expuestos a traumas infantiles los cambios son similares: las mujeres que se han visto expuestas a abusos infantiles mostraron menos niveles de oxitocina a edades más tardías, al igual que los hombres que habían experimentado estrés infantil. Los niveles de oxitocina fueron también más bajos en los niños que habían sido criados en condiciones negligentes en un orfanato rumano.
Estos cambios tienen un efecto duradero y afectan al comportamiento. La exposición a dificultades durante los primeros años aumenta las conductas de ansiedad y depresivas en roedores, algo que perdura en la vida adulta.
La investigación ha demostrado que el estrés en los primeros años puede afectar el desarrollo del sistema de oxitocinas, lo que resulta en una mayor susceptibilidad para desarrollar dependencia a las drogas y ser menos capaz de hacer frente al estrés.
A su vez, un sistema de oxitocinas bien regulado puede aumentar la capacidad de resistencia frente al uso excesivo de drogas o a las adicciones. Los estudios en animales muestran que la oxitocina puede aumentar la recompensa de la conexión social, disminuir el efecto de las drogas, reducir la ansiedad y mejorar el manejo de los factores de estrés. Sin embargo, todavía necesitamos más investigación en humanos.
Los sucesos que provocan estrés durante los primeros años no solo afectan al sistema de oxitocinas, sino que otros sistemas que dependen de la oxitocina también cambian, como es el caso de neurotransmisores importantes y del sistema de estrés. Esto puede resultar en cambios en la manera en la que estos sistemas interactúan y contribuye a los cambios en el sistema de oxitocinas y de comportamiento.
Autores: Sarah Baracz, Profesora asociada de la Universidad Macquarie, y Femke Buisman-Pijlman, Cátedra en estudios de la adicción, Universidad de Adelaide, Australia.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.
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