Eg Time Plan TV: posiblemente la peor manera de controlar el tiempo que pasan viendo la televisión

Hace ya un par de años que cuando miro el catálogo de Imaginarium me topo con el Eg Time Plan TV y cada vez que lo veo me tiro de los pelos (literalmente no, claro), al observar el que posiblemente es el peor invento posible para tratar de limitar el tiempo que los niños pasan ante la televisión.

Se trata de una máquina que, conectada al televisor, gestiona el tiempo de visionado mediante fichas-monedas, tal y como funcionan habitualmente las televisiones en las habitaciones de los hospitales. Metes una moneda y la televisión funciona durante un tiempo determinado (en este caso 30 minutos por moneda).

Según puede leerse en el manual de instrucciones, gracias a este aparato los niños pueden aprender a gestionar su propio tiempo ante la televisión, ya que se entiende que tendrán una, dos o tres (o más) fichas diarias, y ellos mismos las usarán cuando crean mejor, y además pueden servir (las fichas-monedas) como herramienta “educativa” para los padres en forma de premio.

Imagino que leyendo esto muchos pensaréis ya que el invento se las trae y que no es nada recomendable, aún así, si queréis leer mis argumentos os los dejo a continuación:

Lo prohibido se convierte en lo deseado

“Si quieres que tu hijo deje de hacer algo oblígale a que lo haga hasta que se harte. Si en cambio quieres que haga algo, prohíbeselo”. Esta frase viene a resumir lo que sucede en las cabecitas de los niños (y de los adultos). No es una recomendación que funcione al 100%, porque hay niños que sí siguen las indicaciones de sus padres, pero va bastante bien encaminada en cuanto a los deseos de los niños y en cuanto a la escala de valores que ellos crean.

En el momento en que colocamos un aparato para controlar el tiempo de visionado de la televisión le estamos otorgando a la televisión una relevancia desmesurada. Le estamos dando un valor que no tiene y que muchos niños, a menudo, ni sienten.

En el momento en que decimos “toma dos fichas para hoy”, estamos limitando el tiempo de televisión a una hora, en dos franjas de 30 minutos, que el niño empezará a valorar en demasía, hasta el punto de querer agotar los 30 minutos aún cuando no le interese lo que se está emitiendo.

Si la televisión se convierte en premio, aún se desea más

Según dice el manual las fichas pueden utilizarse como premio, para incentivar a los niños. Ya hemos hablado en otras ocasiones de los premios y lo repito hoy de nuevo porque viene al caso. Los niños tienen que hacer las cosas porque quieran hacerlas o porque debe ser así, no para conseguir una moneda de 30 minutos de televisión.

Si yo quiero que mi hijo se comporte adecuadamente, no moleste, no pegue o que recoja lo que mancha, le diré que quiero que se comporte bien porque si no molestará a los demás, le diré que no pegue porque hace daño y porque a nadie le gusta que le peguen y le diré que recoja lo que mancha porque si no tengo que hacerlo yo y porque tiene que asumir las consecuencias de lo que hace (aunque le ayudaré a limpiar si hace falta). Pero no le diré que se comporte bien, que no moleste, que no pegue, que recoja o lo que se me antoje a cambio de 30 minutos de televisión, porque eso no es educar en valores, eso es banalizar las cosas importantes creando una motivación extrínseca absurda.

-Manolito, si hoy no le pegas a tu prima Claudia te doy una moneda de televisión – dice la madre a Manolito.

Dos horas después Manolito se acerca a Claudia y ante la mirada perpleja de su madre le pega.

-¡Se acabó Manolito, pues te has quedado sin tele! ¡Hoy no hay moneda!

Manolito mientras tanto piensa en lo aburrida que iba a ser la televisión hoy, que siendo jueves no emiten su serie favorita y en cómo, sopesando entre moneda y pegar a Claudia ha optado por lo segundo, dado que perder lo primero no era demasiado problemático.

El ejemplo es muy simple (demasiado) y probablemente los niños no piensan así, pero es la manera de mostrar que cuando la motivación de un acto viene de fuera, es tan débil que puede caer en cualquier momento. En cambio, si conseguimos que sea intrínseca, que el niño crea que debe actuar así porque él quiere ser así, hará falta mucho más para que el niño cambie de actitud, porque formará parte de sus valores y creencias.

Cediendo la educación a un aparato

Otro de los errores es que, estando como estamos los padres, buscados y señalados por nuestra falta de autoridad ante nuestros hijos, caigamos en el error de ceder la educación a un aparato: “Yo no te digo que no, es el aparato el que se apaga”, que me recuerda aquellas situaciones en que, en mi trabajo en un centro de atención primaria, veo a madres que dicen a sus hijos “pórtate bien que sino el chico te echará bronca”. Claro, porque si el chico no te ve puedes hacer lo que quieras, que a mí no me molesta, pero claro, al chico quizás sí y será él el que te eduque.

Una sugerencia para obviar dicho aparato

No puede ser que critique un aparato que tiene una finalidad concreta y no de una alternativa, así que la voy a dar ahora mismo, basada en mi experiencia personal.

En mi casa la televisión es una más de tantos aparatos, cachibaches y juguetes que conforman nuestro hogar. El que quiere la enciende y la ve. Así, sin restricciones, a no ser que sea hora de irse a la cama y haya que apagarla (lógico).

Lejos de tener a dos niños pegados a todas horas delante de la televisión como muchos podrían imaginar, tengo a dos niños que la encienden a menudo, que ven 5 ó 10 minutos de televisión y que luego se van a jugar con otras cosas. A veces el tiempo es superior y a veces pasan temporadas muy enganchados, normalmente porque han visto una película que les ha gustado y quieren volver a verla día sí y día también.
Cuando dicha novedad deja de serlo, la televisión vuelve a su estatus de “un juguete más”, pasando a veces días enteros sin ser encendida, de igual modo que hay juguetes que pasan días enteros sin ser tocados.

Para llegar a esta situación nadie le ha dado ninguna importancia a la televisión, nadie ha castigado a nadie sin ella y nadie ha utilizado la televisión como premio (porque esta es otra… ¿qué sentido tiene que limites algo porque te parece que es poco educativo y luego pongas a los niños delante a tu conveniencia porque han hecho algo bien?).

Lo que sí se ha hecho en momentos concretos es ofrecer alternativas. Si hemos pensado que deben cambiar de aires por la razón que sea, les hemos ofrecido leer un cuento con ellos o jugar a alguna cosa, normalmente más divertido que la televisión. Hasta la fecha no ha fallado nunca.

Más información | Imaginarium
Foto | Fotomontaje realizado con imagen de Treehouse1977 en Flickr
En Bebés y más | Los premios y recompensas pueden ser tan perjudiciales como los castigos, Algunas ventajas de la televisión, Los efectos de que los niños vean demasiada televisión

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