Hoy en día, a partir de los 9 o 10 años muchos niños tienen móvil y al llegar a los 12 años, con el paso a secundaria, tres de cada cuatro niños usan el móvil para comunicarse de forma cotidiana. A diferencia de como lo hacíamos nosotros, nuestros hijos se comunican a través de chats de aplicaciones como Messenger de Facebook, mensajes directos en Instagram, y sobretodo, WhattsApp.
Son conversaciones que quedan registradas (otra diferencia sustancial con las conversaciones personales de nuestra infancia) y a los padres nos preocupa saber con quién hablan, de qué hablan, pero ¿tenemos derecho a conocer el contenido de las comunicaciones de nuestros hijos?. ¿Deberíamos poder leer los mensajes del móvil de nuestros hijos? ¿En qué casos sí y en cuáles no?
Violamos su derecho a la intimidad
La ley es muy clara al respecto. Al leer sus mensajes privados estamos violando su derecho a la intimidad recogido en el artículo 18 de la Constitución, en relación a los derechos de las personas, incluidos los menores de edad:
"Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen".
"Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial".
Es decir, que excepto que una resolución judicial nos lo permita expresamente, no podemos violar su derecho a la intimidad.
Por su parte, la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor de enero de 1996 señala lo siguiente en su artículo 4 sobre el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen:
"Los menores tienen derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Este derecho comprende también la inviolabilidad del domicilio familiar y de la correspondencia, así como del secreto de las comunicaciones".
Y añade en un último apartado:
"Los padres o tutores y los poderes públicos respetarán estos derechos y los protegerán frente a posibles ataques de terceros".
Según el artículo 197 del código penal sobre "Del descubrimiento y revelación de secretos", incumplir el derecho a la intimidad supone un delito que tiene como pena de uno a cuatro años de cárcel.
¿Y su protección? ¿Dónde está el límite?
Como regla general y según la ley, no podemos violar el secreto de las comunicaciones de nadie, aunque se trate de un menor de edad. Pero ¿qué pasa cuando ese menor es nuestro hijo y tenemos la responsabilidad de protegerlo y educarlo?
El derecho a la intimidad es algo inviolable y deberíamos poder confiar en nuestros hijos, sin necesidad de que una ley nos autorizase a los padres a revisar el móvil de nuestros hijos, aunque también tenemos la obligación de cuidar de ellos y protegerlos.
Todo depende de la situación en la que se encuentre nuestro hijo y el motivo que nos lleva a revisar su móvil. Si tenemos sospechas de que podría estar siendo acosado, extorsionado o recibiendo maltrato de algún tipo, el interés del menor estaría por encima y como padres, debemos tomar cartas en el asunto. No olvidemos que el móvil es una herramienta muy potente para el ciberbullying o el grooming.
Y por supuesto, otra cosa es espiar sistemáticamente, sin que ellos lo sepan y otra muy distinta leer los mensajes con su consentimiento. Como es muy diferente leer una carta a escondidas o que la persona que la ha recibido te de permiso para hacerlo.
Si volvemos a las leyes, el artículo 154 del Código Civil recoge que los padres deben velar por sus hijos y ejercer la patria potestad en beneficio de ellos, y no revisar el móvil en caso de sospechar que algo malo podría estar pasándoles, sería irresponsable. En esos casos, como excepción, estaría justificado.
Prevenir y educar es la clave
Lo deseable sería no tener que "espiar" los mensajes de nuestros hijos, por el mismo motivo por el que tampoco lo haríamos con los mensajes de nuestra pareja: porque confiamos en ellos.
Claro que detrás debe haber una relación de confianza que hemos ido alimentando desde que son pequeños que les permita pedirnos ayuda si tienen algún problema, así como una autoconfianza sólida que les permita gestionar sus relaciones de forma positiva.
También es importante valorar la madurez del niño a la hora de ponerle un móvil entre sus manos (no es lo mismo la madurez un niño de nueve que la de un adolescente de 17 años), y por supuesto, educarlos sobre un uso responsable de la redes sociales para evitar situaciones desagradables.
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