Hace poco le consultábamos a los expertos ¿por qué se suicidan los menores? a raíz del caso del pequeño Diego que supuestamente sufría acoso escolar.
Hoy tenemos a Beatriz Cazurro, psicóloga infantil, experta en psicoterapia con niños, adolescentes y adultos y que ha trabajado en varios países europeos con niños y adolescentes en situación de riesgo social, maltrato, abuso sexual y conflictos con la justicia. Hemos hablado con ella en un intento de conocer un poco más el otro lado, ese en el que no solemos profundizar, el lado del acosador, cómo es el mundo que hay detrás, son ¿verdugos o víctimas?
Eres psicóloga infantil y estás especializada en "niños problemáticos", ¿qué es lo que ves cuando a tu consulta llega un niño al que le "acusan" de ser "problemático", de ser un abusador?
No todos los niños o adolescentes que llegan a la consulta por ser “problemáticos” son acosadores. Ni siquiera todos los niños o adolescentes que se comportan de forma agresiva son acosadores. Hablamos de acoso escolar cuando hay un maltrato que va dirigido a la misma persona, durante un tiempo prolongado.
Desgraciadamente nunca me ha llegado a la consulta ningún padre demandando que ayudara a su hijo a que dejara de acosar a alguien en el colegio, aunque ese también formara parte de sus comportamientos problemáticos. La gran mayoría de las veces que he trabajado con acosadores ha sido dentro del Sistema de Protección y Reforma.
Generalmente lo primero que veo es a alguien que no quiere estar ahí y que piensa que no tengo nada que contar que le vaya a interesar. Brazos cruzados, miradas altivas…una actitud de superioridad…en algunas ocasiones también mucho dolor en forma de lágrimas o frustración.
¿A partir de qué edad podemos hablar de casos así?
Preocupantemente pronto. Se suele hablar de los 11 o los 12 años, con el paso al instituto, pero en realidad ya en los primeros años de primaria empieza a haber compañeros que reciben insultos o a los que se aisla consistentemente en el recreo. Quizá no sea exactamente lo que tenemos en la cabeza como bullying pero desde luego, al menos, es la antesala.
¿Cuál es el perfil de un niño abusador? ¿Es siempre igual en todas las edades?
No hay un único perfil. Algunos actúan desde la popularidad y sus grandes habilidades sociales y otros desde la impulsividad, pero todos suelen tener en común que toleran mal la frustración, no muestran empatía por los demás y buscan sentirse bien poniéndose en una posición de superioridad.
Además, a un nivel más profundo rechazan su propia vulnerabilidad y tienen mucha dificultad para aceptar sentimientos de miedo, tristeza, soledad…
¿Verdugos, víctimas o ambos?
No es raro encontrarse con chicos que han sufrido maltrato en casa, en el colegio o en el barrio que se acaban convirtiendo en acosadores. En este sentido son víctimas de lo que han sufrido, pero por supuesto que son responsables de todo lo que hacen. Comprender de dónde vienen los comportamientos no es lo mismo que justificarlos.
Aunque en la mayoría de los casos el abuso no es más que un mecanismo de defensa ante una bajísima autoestima o un miedo tremendo, tenemos que tener claro que la mejor forma de ayudarles no es victimizarles ni pasarles por alto comportamientos agresivos.
En tu experiencia, ¿cuáles son las principales causas que empujan a un niño a abusar de otro? ¿Podemos hablar de machismo?
Yo no lo ligaría al machismo, es otra forma de maltrato diferente, aunque con muchas cosas en común.
Creo que la causa principal para que un niño abuse de otro es la sensación de poder que eso le proporciona, y en muchos casos el estatus dentro del grupo de iguales. Hay beneficios claros a nivel psicológico y a nivel social.
¿Qué factores son los responsables del acoso en las escuelas o fuera de ellas?
Todos necesitamos tomar conciencia de que tenemos un papel importante a la hora de prevenir situaciones de acoso.
Los padres somos responsables de contener las emociones de nuestros hijos desde el primer día que llegan al mundo, enseñarles a gestionarlas y, a la vez, de poner límites a sus comportamientos. También les tenemos que enseñar las consecuencias que tienen en los demás lo que hacemos y las normas básicas para vivir en sociedad.
La educación emocional y la gestión de lo que nos pasa por dentro se empieza desde bebés y se puede incorporar en el sistema educativo desde la escuela infantil. Sin embargo nos seguimos empeñando en que la educación dé más importancia a los conocimientos teóricos. Yo no digo que aprender a hacer un logaritmo neperiano no sea útil pero, ¿no lo es también aprender a gestionar el estrés o a expresar la rabia sin hacer daño a nadie?
Los colegios necesitan planes de convivencia claros y políticas claras de no violencia. Se debe sensibilizar y dar instrucciones a los alumnos, que muchas veces son observadores pasivos del acoso, y a todo el personal del centro. Además el personal necesita estar formado y ser coherente con lo que pide a los alumnos que hagan. Sin duda debemos predicar con el ejemplo.
Por supuesto la administración y los políticos tienen que estar en la misma línea para que el mensaje que reciban los niños y adolescentes sea el mismo a todos los niveles. El único interés en estos casos debe ser proteger a la víctima y después, tratar al acosador. Todo lo demás (la posible mala imagen del centro, la dificultad para hacer traslados, lo incómodo de la burocracia- y digo esto con conocimiento de causa) va después.
¿Podemos decir que un niño que abusa de otro está pidiendo socorro?¿Son comportamientos para llamar nuestra atención?
Hay casos y casos, pero no tiene por qué. Lo que está claro es que aunque no sea para llamar nuestra atención debe llamarla igualmente.
Cuando vemos que un niño está fuera de control, sea o no sea por llamar la atención, es nuestra responsabilidad protegerle, guiarle para expresar lo que sienta y poner límites a su comportamiento.
¿Un niño que abusa en casa de sus hermanos puede estar siendo víctima de abusos en el colegio?
Puede existir algún caso en que un niño, para compensar la sensación de humillación en el colegio, se desquite en casa, pero los conflictos entre hermanos suelen ser por temas puramente familiares.
De todas formas, si vemos un comportamiento diferente de uno de nuestros hijos en casa es importante estar atentos para ver a qué se puede deber.
¿Qué podríamos considerar como lances "normales" en la vida de un niño y cuáles deberían ponernos sobre aviso?
Si vas a un parque y observas a niños de dos años jugando entre ellos vas a poder ver pequeños matones en potencia. Si un niño quita un juguete a otro es bastante probable que el primero le pegue un empujón para recuperarlo al segundo. Es normal, están tratando de reafirmar su identidad y empezando a comprender que los demás son personas con sus propios sentimientos, pensamientos y deseos. Es papel de los adultos explicarle que aunque no le haya gustado que le quite el juguete, al otro niño no le gusta que le peguen y es necesario que repare el daño pidiendo perdón.
A partir de ahí comienza un aprendizaje sobre cómo se vive en sociedad. Poco a poco los niños irán aprendiendo a controlar su comportamiento y a pensar en los demás, aunque es normal que de vez en cuando se descontrolen o se muestren más agresivos si ha pasado algo como una muerte, un divorcio, una mudanza…
Resumiendo, algún episodio de cierta violencia suelto puede ser normal incluso en la adolescencia (lo cual no significa que por ser normal debamos ignorarlo) pero si vemos que es algo que se alarga en el tiempo es importante que paremos, respiremos y empecemos a plantearnos qué puede estar pasando. Cuanto antes nos demos cuenta antes podremos actuar.
¿Qué puede hacer un padre cuando le dicen en el colegio que su hijo acosa a sus compañeros?
Un padre** puede y debe mostrar desaprobación por el comportamiento de su hijo y a la vez transmitir su preocupación por él**. Además puede estar en contacto con el centro educativo para informarse sobre la evolución de su hijo y por supuesto plantearse si hay algo que pueda hacer en casa para que su hijo deje de necesitar recurrir al papel de acosador para sentirse seguro y aceptado.
¿Es difícil convencer a un padre de que hay un problema sobre el que hay que actuar?
Es difícil para la mayoría de los padres aceptar que sus hijos estén haciendo algo malo, bien porque la violencia es parte de la dinámica familiar y no ven dónde está el problema, o porque aceptar que sus hijos acosan es aceptar que han estado ciegos ante algo, que quizá, era evidente.
¿Sirven para algo las expulsiones del colegio o cambiarle a un centro más rígido?
Las expulsiones son una consecuencia clara al hecho de no saber convivir en el entorno escolar, “si no sabes estar en grupo, entonces tienes que irte un tiempo”, pero en mi opinión, por sí solas se quedan cojas. De hecho a veces se ven como un premio, al fin y al cabo, estar una semana en casa no está tan mal. Lo ideal sería que durante el tiempo de expulsión se llevara a cabo una intervención educativa y terapéutica para evitar nuevos episodios agresivos.
Con respecto a la segunda pregunta, un centro más rígido no tiene por qué ser más consistente. No se trata de que haya un millón de normas si no de que las que haya estén bien pensadas y tengas consecuencias claras. Los centros educativos tienen que actuar como una figura de autoridad firme, pero también deben saber escuchar y adaptarse a la situación de cada chico.
Una vez que se ha detectado un foco problemático, no se si se puede hablar de tiempos hasta que todo vuelve a la normalidad, ¿es posible?
Desgraciadamente no. Para que todo acabe lo más rápido posible es necesario que padres, colegio o instituto, administración, y policía (en caso de hacer falta) transmitan el mismo mensaje y tengan una estrategia común en pro de proteger a la víctima y tratar al acosador. Puedes imaginar que no es tarea fácil, pero es posible.
Muchas gracias Beatriz por responder a nuestras preguntas.
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