Tenía pensado invertir las últimas semanas para dejar en orden la casa, mi aspecto personal, la nevera y otras tantas cosas. Pero la niña, muy apurada por nacer, ha cambiado repentinamente mis planes.
Entre las tareas que me quedan aún pendientes están:
1) Ordenar armarios para hacer espacio para la ropa y cosas del bebé. (típico síntoma del síndrome del nido).
2) Dejar la nevera mínimamente provista de alimentos y algunas comidas preparadas para que los que quedan en casa no mueran de hambre durante mi ingreso en la clínica.
3) Una visita a la peluquería para sanear el pelo del verano, pedicura y depilación. Parturienta sí, pero con buen aspecto. No me gusta verme descuidada en un momento tan especial.
4) Preparar el bolso para llevar a la clínica, previa compra de algunas cosas que me quedaron en el tintero. 5) Preparar el moisés con sábanas limpias.
6) Lavar y planchar (con olorcito) toda la ropa de la beba.
7) Desempolvar del trastero el cochecito y el cuquito del coche. Desarmarlos, lavar los tapizados y volverlos a montar.
8) Hacer una limpieza general de la casa para darle la bienvenida al nuevo miembro de la familia en un ambiente decente. Al volver, estaré únicamente al servicio del bebé, sin tiempo ni ganas de limpiar.
9) Dejar trabajo adelantado por lo mismo que el punto anterior. Luego, no habrá tiempo ni ganas.
10) Por último, comprar el regalo que su nueva hermanita le traerá a mi hija mayor.
De sólo hacer la lista me he agotado. No se cómo haré para hacer tantas cosas cuando sólo me permite moverme de la cama al sofá, pero con tranquilidad las iré haciendo hasta que la beba decida nacer.
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