Hay algunos buenos hábitos que podemos adoptar para combatirlos. Por un lado, favorecer la buena circulación. Hacer ejercicio (la natación es muy recomendable ya que en el agua no hay gravedad), usar calzado cómodo, no estar demasiado tiempo de pie, ni demasiado tiempo sentada con las piernas cruzadas, andar mucho (al menos 15 minutos al día) y controlar el aumento de peso durante el embarazo. Por otro lado, usar métodos paliativos. Existen en el mercado cremas refrescantes con mentol que son fabulosas. Brindan una sensación de frescor instantánea, como si hubiéramos metido las piernas en la nevera.
Darnos duchas de agua fresca y el uso de medias elásticas puede resultar muy beneficioso. En verano, es mejor no exponer las piernas al sol en las horas más calurosas.Y un clásico: colocar las piernas en alto siempre que podamos para favorecer el retorno sanguíneo.
Si, a pesar de estos cuidados, la mala circulación te impide llevar una vida normal, lo mejor es que consultes con un especialista quien te dirá si es necesario que sigas algún tipo de tratamiento, ya que puede ocasionar graves problemas.
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