Durante el embarazo, es importante controlar la tensión pues aumenta la posibilidad de presentar ciertas complicaciones relacionadas con la presión arterial. Una de ellas es la preeclampsia, caracterizada por tener una presión arterial elevada y proteína en la orina, que si no es detectada a tiempo, pudiera tener graves consecuencias tanto para la madre como para el bebé.
Cuando esto sucede, y la preeclampsia evoluciona sin ser controlada, puede dar lugar a la eclampsia, el estado más grave de la enfermedad hipertensiva en el embarazo. Te contamos todo lo que necesitas saber acerca de este desorden hipertensivo.
Qué es la eclampsia
El término "eclampsia" viene del griego éklampsis [ek(s) "de dentro hacia fuera", lamp- "brillar" y -síā] y significa "relámpago". Antiguamente, con esta palabra se quería indicar la aparición repentina o brusca de una tempestad en un cielo tranquilo.
La eclampsia en el embarazo o puerperio, es el estado más grave de la enfermedad hipertensiva, y se caracteriza por la aparición de convulsiones (es decir, la "tempestad") o coma después de la vigésima semana de gestación, en el parto o en las primeras horas del postparto, sin que estas convulsiones tengan alguna relación con otras afecciones neurológicas.
Dichas convulsiones generalmente se presentan en una embarazada que ha pasado por la preeclampsia, una etapa anterior de la enfermedad que no fue controlada a tiempo y evolucionó, desencadenando la eclampsia. Esto sucede en aproximadamente 1 de cada 2.000 a 3.000 embarazos.
Causas de la eclampsia
Las causas exactas de la eclampsia se desconocen, pero se piensa que hay ciertos factores que pueden jugar un papel: problemas vasculares, factores cerebrales y del sistema nervioso (neurológicos), la dieta de la madre y los genes.
Debido a que la eclampsia es el estado más grave de la preeclampsia, los factores de riesgo son similares:
- Tener menos de 18 años de edad o más de 35.
- Que sea el primer embarazo.
- Padecer alta presión arterial, diabetes, enfermedad de los riñones o tener alguna enfermedad autoinmunitaria.
- Tener un embarazo múltiple.
- Pesar menos de 50 kilos o padecer obesidad.
- Haber presentado preeclampsia en un embarazo anterior.
Síntomas de eclampsia
Antes de hablar de los síntomas de la eclampsia, es importante hacer un repaso de los síntomas de la preeclampsia, pues al ser la etapa anterior, es importante reconocerlos a tiempo:
- Alta presión arterial.
- Presentar proteína en la orina.
- Problemas en los ojos, como visión borrosa, luces centelleantes, ver puntos o estar sensible a la luz.
- Náuseas, vómitos o mareos.
- Fuertes dolores de cabeza que no parecen disminuir o desaparecer.
- Dolor en el lado derecho, debajo de las costillas o en el hombro derecho.
- Aumento de peso rápido y repentino.
- No sentir necesidad de orinar con frecuencia.
- Edemas o hinchazón en piernas, manos, cara y/o tobillos.
- Dificultad para respirar.
La mayoría de las mujeres con preeclampsia no evolucionan hasta tener convulsiones y es difícil predecir quién las tendrá. Sin embargo, es posible que una mujer embarazada con preeclampsia evolucione a eclampsia, si además se observan los siguientes síntomas
- Exámenes sanguíneos anormales.
- Dolores de cabeza.
- Presión arterial muy alta.
- Cambios en la visión.
- Dolor abdominal.
Si la preeclampsia se ha convertido en eclampsia, entonces los síntomas son los siguientes:
- Molestias o dolores musculares
- Crisis epiléptica (convulsiones)
- Agitación intensa
- Disminución del nivel de conciencia o pérdida del conocimiento
El médico deberá realizar un examen físico para buscar las causas de las convulsiones y se pasa a verificar regularmente la presión arterial y la frecuencia respiratoria. También se pueden realizar exámenes de sangre y orina para verificar distintos niveles.
Prevención y tratamiento
Lo mejor para evitar que la preeclampsia evolucione a eclampsia es la interrupción voluntaria del embarazo, el parto del feto y la expulsión de la placenta. Durante el parto, las mujeres con eclampsia o preeclampsia tienen un riesgo mayor de separación de la placenta, parto prematuro que lleva a complicaciones en el bebé y problemas de coagulación de la sangre.
Habitualmente, el objetivo es monitorear cuidadosamente el embarazo para retrasar la fecha de parto lo más posible y así reducir las complicaciones de un parto prematuro, procurando que los casos graves logren llegar hasta las semanas 32 a 34 del embarazo, y los casos leves hasta que hayan pasado de 36 a 37 semanas.
Si la madre ya ha padecido convulsiones, se le pueden suministrar medicamentos anticonvulsivos para prevenirlas, así como prescribir medicamentos para disminuir la presión arterial.
Los síntomas de preeclampsia suelen desaparecer por completo seis semanas después del parto, pero en algunos casos muy raros, la hipertensión arterial empeora en los días posteriores al parto y se puede desencadenar eclampsia en el puerperio, por lo que es importante estar atentas a los síntomas también durante el postparto.
Ante cualquier duda, consulta a tu médico
Algunos de los síntomas de la preeclampsia pueden confundirse con otras molestias del embarazo, por lo que podrían pasar desapercibidos en un principio y evolucionar a eclampsia si no se detecta a tiempo. Si tienes un historial de alta presión arterial, padeces diabetes o enfermedad de los riñones, o llegas a presentar uno o más de los síntomas antes mencionados, deberás consultar con tu médico.
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