Aunque durante el embarazo la mayoría de las mujeres puede continuar haciendo su rutina como siempre lo ha hecho, sabemos que esta es una etapa en la que debemos evitar ciertas actividades o consumir algunos alimentos y bebidas. Muchas de las cosas que la madre come, bebe, huele o usa pueden influir en el desarrollo del bebé y la salud de ella misma durante esta etapa.
Como ejemplo tenemos dos estudios recientes, que han encontrado que la exposición a los ftalatos durante el embarazo puede aumentar la posibilidad de parto prematuro y adelantar la pubertad en los menores.
Qué son los ftalatos y dónde podemos encontrarlos
Los ftalatos son un tipo de compuestos químicos que se agregan a los plásticos, con la finalidad de incrementar su flexibilidad, transparencia y durabilidad, usándose también como solventes en algunos productos de limpieza.
Estos químicos se encuentran en diversos productos plásticos, entre los cuales se encuentran algunos de uso cosmético, como jabones, champú, esmalte para uñas y laca para el cabello; detergentes y productos de limpieza (cloro, amoniaco o productos desengrasantes); aceites lubricantes; muebles; productos médicos como tubos o vías intravenosos y cortinas de plástico; así como en juguetes, botellas y recipientes para guardar alimentos, por mencionar algunos ejemplos.
Su uso es tan común y extendido, que se cree que todas las personas tenemos alguna cantidad de ftalatos en nuestro organismo. De acuerdo con información de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), las personas estamos expuestos a estos químicos al comer y beber alimentos que estuvieron en contacto con productos que los contienen, así como al respirar las partículas de ftalato presentes en el aire.
El problema de los ftalatos es que son disruptores endocrinos y pueden influir en las hormonas. A pesar de que desde hace algunos años se ha encontrado evidencia negativa sobre su uso, hasta el momento solo están prohibidos o limitado en artículos de puericultura en Europa y en algunos países como Estados Unidos, México, Japón y Australia.
Los ftalatos y el embarazo: qué dice la ciencia
Desde hace algunos años se han venido estudiando los efectos de la exposición a los ftalatos en diversas etapas de la vida, tras lo cual se ha prohibido su uso en productos dirigidos a bebés y niños pequeños (como el Bisfenol A o BPA, que anteriormente se encontraba en biberones).
Respecto al embarazo, recientemente fueron publicados dos estudios que señalan sus efectos negativos durante esta etapa. El primero de ellos analizó 16 estudios realizados en Estados Unidos, encontrando que las mujeres con altas concentraciones de ciertos ftalatos en su orina tenían mayores probabilidades de tener un parto prematuro.
El segundo estudio, realizado con la participación de 788 niños españoles, encontró que la exposición a los ftalatos durante el embarazo podría aumentar el riesgo de tener una pubertad temprana, entre los 7 y 10 años de edad.
Estas dos investigaciones no son las primeras en señalar el efecto de los ftalatos en las embarazadas. En 2020, una investigación encontró que la exposición prenatal a los ftalatos estaba asociada a síntomas de autismo en los niños (pero no en las niñas) al tener entre tres y cuatro años de edad.
Otro estudio realizado en 2014 encontró que la exposición prenatal a lso ftalatos se vinculaba a un menor coeficiente intelectual del niño, mientras que un estudio pequeño de 2009 ya había encontrado que podía influir en la posibilidad de tener un parto prematuro.
Cómo podemos evitarlos durante el embarazo
La mala noticia, es que los ftalatos están presentes en muchos productos que utilizamos con frecuencia, por lo que todas las personas tenemos algún nivel de estos químicos en nuestro cuerpo. La buena, es que hay varias cosas que podemos hacer para reducir la exposición a ellos durante el embarazo (y siempre).
Una de las más importantes está relacionada con nuestra alimentación. Al momento de preparar o consumir alimentos, habremos de optar por servirlos en platos, vasos y envases que no sean de plástico, eligiendo aquellos de vidrio o cerámica, así como utensilios de madera o acero inoxidable.
Otra recomendación, es que en caso de tener platos, vasos u otros recipientes de plástico que no sepamos con certeza si tienen o no ftalatos, es nunca introducirlos en el microondas ni en el lavavajillas, pues el calor hace que desprendan estos químicos, contamiando la comida. Una buena guía para ello es revisar si el mismo producto señala si es apto o no para colocarlo en estos dos electrodomésticos.
Otra medida es limitar la exposición a pesticidas, pinturas a base de plomo y productos químicos comunes que pueden contener ftalatos, entre los que se incluyen: algunos disolventes de pinturas, colas a base de agua, productos para la limpieza de muebles, esmalte de uñas, vapores de gasolina y los plaguicidas que se emplean en las casas y en los jardines.
Una de las cosas más importantes que podemos hacer para reducir la exposición a los ftalatos en casa, es leer los etiquetados de los productos que consumimos y compramos.
Esto puede ser un poco difícil ya que los ftalatos no aparecen como tal, sino se identifican con acrónimos como DEHP, DIBP, DBP y BBP. En el caso de los envases y productos de plástico, habremos de prestar atención a que no contengan el código de reciclaje 3 o PVC, como se señala en este gráfico:
Hay que evitar en la medida de lo posible comprar comida preparada y optar por cocinar en casa, ya que los recipientes en los que suelen colocar los alimentos son de plástico u otros materiales flexibles que contienen químicos que pueden ser peligrosos.
Finalmente, aunque es seguro usar juguetes sexuales durante el embarazo, algunos contienen materiales que puedan ser tóxicos para el cuerpo, como los ftalatos y parabenos. Hay que escoger juguetes sexuales no tóxicos, que estén hechos de silicona segura para el cuerpo, aluminio cepillado, plástico ABS o vidrio.
Foto de portada | Matilda Wormwood en Pexels