Pérdidas de orina en el embarazo: por qué se producen y cómo prevenirlas

Las pérdidas involuntarias de orina suelen ser habituales durante el embarazo, especialmente a partir del tercer trimestre. Actos cotidianos como toser, estornudar, reír a carcajadas, la práctica de ciertos deportes o simplemente caminar a buen ritmo, puede acarrear un episodio de incontinencia urinaria.

Hoy te contamos por qué se producen pérdidas de orina durante el embarazo e incluso durante el postparto, y qué podemos hacer para tratar de evitarlas.

¿Por qué se producen pérdidas de orina durante el embarazo?

Casi el 40 por ciento de las embarazadas padece incontinencia urinaria, una molestia habitual pero muy incómoda y preocupante, que se produce debido a un cómputo de factores como los cambios hormonales, el aumento de peso y la presión que el bebé ejerce sobre la vejiga a medida que crece.

Existen, además, otros factores de riesgo que predisponen a sufrir pérdidas de orina, como por ejemplo:

  • Sobrepeso y obesidad antes del embarazo.
  • Aumento excesivo de peso durante la gestación.
  • Embarazo gemelar.
  • Ser mayor de 35 años, porque los músculos del suelo pélvico no tienen la misma firmeza.
  • Ser primípara, pues en el primer embarazo es cuando más sufre el suelo pélvico de la mujer.
  • Tener antecedentes familiares, es decir, madre o hermana con incontinencia urinaria.

Si estás embarazada y ocasionalmente sufres episodios de incontinencia urinaria, es importante que te asegures de que efectivamente es orina, ya que hay causas que podrían provocar pérdidas de líquido amniótico, y en ese caso debería consultarse de inmediato con el médico.

La mayoría de casos de incontinencia urinaria durante el embarazo no son graves y se resuelven una vez se ha dado a luz, pero conviene saber que muchas mujeres que sufren pérdidas de orina en esta etapa tendrán más posibilidades de sufrirlas también en el futuro.

Cuando la incontinencia continua tras el parto

En ocasiones, la incontinencia urinaria continúa durante el postparto. Y es que el peso que ha tenido que soportar el suelo pélvico en el embarazo puede haber debilitado la musculatura, haciendo que se escapen gotas de orina de manera involuntaria ante ciertos esfuerzos.

Aunque esta situación suele desaparecer cinco o seis semanas después de dar a luz, es aconsejable consultarlo con el médico o un fisioterapeuta especializado en suelo pélvico, para que valoren el estado de nuestra musculatura, y nos den pautas para fortalecerlo y evitar que esto ocurra.

¿Se pueden evitar las pérdidas de orina durante el embarazo?

Aunque, como hemos visto, se trata de una molestia bastante habitual durante el embarazo, es recomendable consultarlo con un médico o/y fisioterapeuta especializado en suelo pélvico, para que nos haga una valoración y nos indique cómo proceder al respecto.

Entre las recomendaciones que podemos llevar a cabo están:

También podemos prevenir las pérdidas de orina durante el embarazo si antes de quedarnos embarazadas fortalecemos nuestro suelo pélvico con ejercicios específicos guiados por un especialista. En este sentido, los ejercicios de Kegel son un excelente aliado, pues con tan sólo cinco minutos al día ayudaremos a tonificar la muscultatura y a prevenir (o superar) la incontinencia urinaria.

Si estamos embarazadas, debemos practicar esta rutina de ejercicio a diario, ya que no sólo nos ayudará en nuestro día a día mejorando nuestra condición física, sino que fortalecerá nuestros músculos para el momento del parto.

La práctica de gimnasia abdominal hipopresiva, y ciertos ejercicios de yoga y pilates pueden complementar a los ejercicios de Kegel, si bien los hipopresivos no se recomiendan durante el embarazo.

Y una vez hayamos dado a luz, las "bolas chinas" o esferas intravaginales pueden ser también una interesante herramienta terapéutica para recuperar el tono muscular de esta zona, siempre que el especialista nos lo recomiende.

En resumen, un suelo pélvico tonificado ayudará a controlar el esfínter urinario, además de ejercer un papel fundamental durante el embarazo, soportando el peso extra del bebé y empujándolo a través de la vagina en el momento del parto.

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