Cinco comportamientos egocéntricos en los niños que son totalmente normales y positivos para su desarrollo

Si tu hijo tiene entre dos y tres años, seguramente hayas visto que tiene comportamientos muy egocéntricos (egoísmo, rabietas, exigencias...). Y es totalmente normal. En este momento, tu hijo siente y cree que es el centro de todo aquello que le rodea, y no puede desligarse de su visión de sí mismo como algo exclusivo.

Esto se debe a la etapa temprana del desarrollo cognitivo en la que está inmerso, que corresponde a la etapa preoperacional (de los dos a los siete años) que describió Jean Piaget, caracterizada por el desarrollo del pensamiento y juego simbólico, la imaginación, el perfeccionamiento del lenguaje y el egocentrismo.

Pero los comportamientos egocéntricos en los niños son características naturales de su desarrollo cognitivo y emocional. Y aunque pueden resultar desafiantes para los padres, son positivas para su desarrollo. Conozcamos cinco de estos comportamientos, por qué son sanos y naturales y cómo acompañarlos.

Etapa egocéntrica: ¿qué ocurre en ella?

La etapa egocéntrica en la infancia, propuesta por Jean Piaget, es una fase crucial en el desarrollo cognitivo, y forma parte del período preoperacional (entre los dos y los siete años). Durante esta etapa, los niños tienden a ver el mundo desde su propio punto de vista, incapaces de comprender las perspectivas de los demás (aunque a los cuatro años ya pueden descentralizarse de su punto de vista, como veremos más adelante).

Durante esta etapa, los niños tienden a ver el mundo desde su propio punto de vista, incapaces de comprender las perspectivas de los demás.

Cuando habla de egocentrismo, Piaget se refiere a que el niño no es capaz de desmarcarse de su propio punto de vista; o, en palabras textuales del psicólogo, se trata de "la dificultad que tienen los niños para situarse en una perspectiva distinta a la suya".

Así, los niños experimentan dificultades para tomar en cuenta las opiniones y emociones de otros. Este egocentrismo se manifiesta en el lenguaje, el juego y la interacción social.

Cinco comportamientos egocéntricos en los niños y por qué son positivos

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1. Falta de empatía

Los niños en la etapa egocéntrica a menudo tienen dificultades para comprender las emociones y perspectivas de los demás, es decir, para ser empáticos. Esto puede manifestarse en situaciones donde parecen insensibles o incapaces de reconocer el sufrimiento de otros.

Por qué es positivo: La falta de empatía desarrollada es una oportunidad para enseñar a los niños sobre las emociones y la empatía. Los padres pueden proporcionar un ambiente seguro para que los niños expresen sus emociones y, al mismo tiempo, modelar la empatía hacia los demás. Esto les ayuda a desarrollar gradualmente la habilidad de ponerse en el lugar de los demás, lo que es esencial para construir relaciones interpersonales saludables.

2. Necesidad de atención constante y celos

Los niños egocéntricos a menudo buscan atención constante y pueden sentirse celosos cuando otros reciben más atención. Esta necesidad puede ser agotadora para los adultos, pero es un aspecto normal del desarrollo infantil.

Por qué es positivo: La necesidad de atención es una muestra de la necesidad de seguridad y vínculo emocional en los niños. Proporcionar atención y validar sus sentimientos ayuda a fortalecer el apego seguro entre el niño y los padres o cuidadores. Esto, a su vez, promueve la confianza y la autoestima del niño, lo que es fundamental para su desarrollo emocional y social.

3. Centración en sí mismos

Otro comportamiento egocéntrico es la centración en uno mismo. Así, estos niños se centran en sus propios intereses y necesidades sin considerar a los demás. Pueden ser insistentes en que sus preferencias sean atendidas.

Por qué es positivo: Esta centración en sí mismos es una parte natural del desarrollo infantil temprano y es esencial para construir una base sólida de identidad y autonomía. A medida que los niños exploran sus propias preferencias y deseos, están desarrollando un sentido de quiénes son como individuos. Con el tiempo, aprenderán a equilibrar sus propias necesidades con las de los demás, desarrollando habilidades de resolución de conflictos y cooperación.

4. Dificultades para compartir

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Otro comportamiento típico egocéntrico es la dificultad para compartir los juguetes, sus cosas, la comida, o lo que sea, con otros niños o con los adultos. Esto, aunque es normal, puede ser bastante extremista en la etapa egocéntrica, y los niños pueden ser muy recelosos con sus cosas (o incluso, con sus padres; se produce el no querer que presten atención a otros niños, por ejemplo, mostrándose celosos si se produce tal situación).

Por qué es positivo: Es sano que los niños delimiten cuáles son sus cosas y puedan poner límites sanos a los demás, protegiéndose. Sin embargo, deberemos acompañarles en este proceso para evitar que se encierren siempre en sí mismos y se vuelvan extremadamente rígidos, trabajando la flexibilidad mental con ellos.

5. Comunicación poco efectiva

Otro comportamiento habitual que forma parte de la etapa egocéntrica es la dificultad para comunicar las propias necesidades y deseos de manera clara y efectiva, y esto tiene que ver con la dificultad para entender que el otro es diferente, piensa diferente, etc. Así, pueden recurrir a berrinches o rabietas cuando se sienten frustrados o cuando "no les hacen caso".

Por qué es positivo: Esta falta de comunicación efectiva es una oportunidad para enseñar habilidades de comunicación, siempre al ritmo evolutivo del niño. Los adultos pueden ayudar a los niños a expresar sus sentimientos y pensamientos de manera más adecuada, lo que les servirá a lo largo de su vida. Además, las rabietas y berrinches son una forma natural de liberar la tensión y la frustración, permitiendo que los niños aprendan a manejar sus emociones.

El egocentrismo como algo natural: cómo acompañarlos

Como hemos visto, la etapa egocéntrica es totalmente sana y natural en los niños, y además, se supera. Hacia los cuatro años de edad, cuando los niños ya tienen completado el desarrollo del lenguaje, ya socializan mejor con los demás, y por ello pueden empezar a comprender otros puntos de vista diferentes a los suyos.

Sin embargo, antes de los cuatro años, en la etapa egocéntrica, aún no son capaces de hacerlo, pero a medida que crezcan, adquirirán gradualmente la capacidad de adoptar perspectivas ajenas y de entender que existe un "otro" en su día a día, acercándose a un pensamiento más lógico.

Como padres, hemos de acompañar a nuestros hijos en esta etapa, comprendiéndola y sin juzgarlos; cognitivamente no tienen esta capacidad para "salir aún de sí mismos", y necesitan tiempo y un poco de guía para aprender a empatizar cuando sean más mayores, algo necesario para establecer relaciones saludables y adaptarse a un mundo social.

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