Un bebé dentro del vientre materno oye muchos ruidos. Oye cómo se mueven las tripas de la madre, oye cómo los fluidos pasan por las venas y las arterias, oye la voz de mamá cuando habla y oye a las personas que le responden, pero sobre todo oye de manera constante el corazón de su madre, sus latidos.
Dicen que ese ruido que nos acompaña durante nueve meses tiene la capacidad, siempre que lo oímos, de relajarnos, de calmar nuestra propia frecuencia cardíaca, y para verlo se hizo un experimento con algunos jóvenes trabajadores de un centro telefónico de atención al cliente a los que se les puso unos auriculares con los latidos de sus madres para ver qué sucedía.
En la mayoría de los casos se trataba de jóvenes que no habían elegido el trabajo, que querían trabajar de otra cosa pero que, al no encontrar alternativa, seguían allí recibiendo las constantes llamadas con quejas, problemas y a veces gritos.
No es el peor trabajo del mundo, pero tampoco es el mejor, y menos si no es el trabajo que querrías desempeñar. Todo ello hace que sean personas relativamente estresadas, y por ello eran buenos sujetos para la prueba.
Les cogieron en el trabajo, los llevaron a una sala donde un cardiólogo les puso una cinta en el pecho para medir las pulsaciones y les dieron unos auriculares. Lo único que tenían que hacer era escuchar. A través de los auriculares empezaron a oír los latidos del corazón de su madre, que estaba en una sala al lado.
Los jóvenes empezaron a relajarse, sus pulsaciones descendieron y el estrés del momento se fue mitigando.
Lo único que faltó fueron otros jóvenes que se sentaran en una sala, con una cinta en el pecho, sin escuchar los latidos, para comparar, ya que el mero hecho de salir de un ambiente estresante y pasar a otro más silencioso y tranquilo puede relajar a cualquiera (así que el experimento, como tal, no dice mucho).
En cualquier caso, seguro que los abrazos posteriores acabaron de revitalizar a todos. Queda la duda de si los latidos de un madre son realmente inolvidables, aunque estoy seguro de que en cierto modo sí. Es un sonido constante, se acompaña de silencios y nos centra en un ritmo constante que, en cierto modo, nos aísla del resto de estímulos. Si además nuestro cuerpo, nuestro cerebro, recuerda en cierto modo todas las veces que, de pequeños, nos ayudó a calmarnos, el efecto puede ser similar a la voz de mamá, o a su olor, que se recuerda siempre.
Vía | Ciudad
Vídeo | YouTube
En Bebés y más | ¿Qué oyen los bebés dentro de la barriga?, ¿Cuándo se escuchan los latidos del bebé?