Juegos con tu bebé (de 0 a 6 meses): necesita tu piel y tus mimos

Hace unos días comentamos la importancia de que los padres seamos los perfectos compañeros de juego de nuestros hijos. Hoy seguimos tratando el tema porque vamos a centrarnos en posibles juegos para los bebés de 0 a 6 meses, o lo que es lo mismo, en cómo hacer para empezar a estimularles, lograr que se rían, que disfruten con nosotros, etc.

Obviamente, un bebé hasta los seis meses no juega demasiado. Al menos no del modo en que los niños más mayores y los adultos concebimos el juego. Ellos, por pequeñitos, son más espectadores que parte activa, y disfrutan con muy poco, con nuestros gestos, nuestras muecas, nuestros ruidos, nuestra piel en contacto con la suya y con nuestros mimos.

¿Juguetes? Puede ser pronto

En las tiendas de juguetes hay muchos dedicados incluso para los bebés más pequeños. Son sencillos, con formas redondeadas, coloridos, con texturas y ruidos diferentes según toquemos y normalmente blanditos. No es que sean necesarios para que nos relacionemos con ellos, pero tampoco están prohibidos.

Si consideramos que nos pueden servir como vehículo para pasar un ratito agradable con nuestros hijos adelante, hagamos uso de ellos. Si en cambio vemos que les hacen más bien poco caso, nos pueden estar diciendo que es pronto para los juguetes y que prefieren otro tipo de relación.

Jugar con los bebés significa estar con ellos, estimularles, pero hacerlo para que disfruten y disfrutando también nosotros. Hablarles mientras les tocamos, o mientras les hacemos las cosas cotidianas (cambiar el pañal, vestir, desvestir, poner crema, hacer un masaje,...), cantarles una canción, o varias, enseñarles algunos juguetes de los comentados, etc.

Es recomendable no abusar del cochecito, de las cunas o minicunas y de las hamacas, porque ahí no tienen mucho que ver más allá del techo, el cielo y las partes altas de las paredes. En cambio, si los cogemos en nuestros brazos les tocamos más, les hablamos más, les miramos más y ellos también nos miran más y nos ven haciendo nuestra vida, que no es poco.

Nuestro contacto les tranquiliza

A partir de las dos semanas ya se les puede empezar a dar masajes. Se recomienda que se hagan cuando estén despiertos y relajados. Es importante poder tocarles desnudos (o con pañal) con nuestras manos desnudas, para sentir el contacto con la piel, y que estén en un sitio cómodo con una temperatura agradable (el calorcito hace que se segregue más oxitocina y que en consecuencia el bebé se encuentre mejor).

No hay que hacer fuerza y, aunque hay técnicas para hacerlo bien, si lo hacemos suave, como acariciando, no hace falta ser experto para hacerlo, sino sólo disfrutar del momento. Si por lo que sea en ese momento no le apetece, no hay que insistir. No a todo el mundo le apetece un masaje en según qué momentos.

Estimulando sus cuerpecitos

El momento contrario a relajarles con nuestro tacto puede ser jugar de un modo más activo, buscando que vayan haciendo algunos movimientos y que vayan conociendo sus cuerpos y el lugar en el que están. Obviamente de una manera muy básica, porque aún son bebés. Por poner un ejemplo, a los niños pequeñitos les suele gustar probar su desplazamiento, y la mayoría logra hacerlo incluso en una cama. Para hacerlo podemos ponerles boca abajo, despiertos, claro, y poniendo nuestras manos como tope para sus pies. La mayoría aprovecha ese tope para estirar las piernas y lograr moverse.

Cuando ya crecen un poco y sujetan más la cabeza podemos hacer un ejercicio similar, pero haciendo que el bebé de unos pequeños saltitos. Lo lograremos cogiendo al bebé por las axilas y apoyándolo en el suelo con ambos pies. Entonces hacemos como si saltara (un poco, que no es plan de hacerlo volar) y lo levantamos del suelo. Luego lo bajamos hasta que los pies vuelvan a tocar el suelo. Ese instante les hace ver que han encontrado su tope y entonces les podemos volver a hacer saltar. Pronto esperarán el momento de tocar el suelo y serán ellos mismos los que hagan el salto.

Cuando ya son capaces de agarrar cosas con sus manos, digamos hacia los 3 o 4 meses, podemos empezar a darles esos juguetes que pueden coger para agitar o incluso para acercarlos a la boca, chuparlos y/o morderlos. En esta edad también, dado que ya aguantan más la cabeza, podemos jugar a cambiarles el mundo de tumbado a sentado. Cogemos sus manitas, sujetando también por las muñecas para que no se nos resbalen, y les levantamos hasta que se sienten, para volver a tumbarles. Sería algo así como hacer abdominales asistidas, encontrando arriba nuestra cara diciendo "hola" o "aaaAAAAaaa", cosa que suele servirles de estímulo para querer volver a subir para volver a vernos diciendo lo mismo.

Ya hacia los seis meses son más capaces de coger cosas con sus manos y jugar un rato con ellas. No quiero decir que haya que dejarles solos, porque no querrán, pero sí podemos adaptar los juegos a sus nuevas capacidades. Como la curiosidad les hará querer coger cosas, podemos aprovechar que ya saben darse la vuelta poniendo los juguetes a su alrededor, y ya no colgando o demasiado cerca. Un giro puede dejarles en posición de coger un juguete, o puede dejarles cerca de él. Entonces tendrá que decidir si tratar de reptar para llegar a él, llorar para que se lo demos o hacer un nuevo giro para hacerse con él.

Obviamente, aunque ya hayan crecido un poco y sean más capaces de jugar, algunos incluso sentados porque ya se mantienen, nuestros brazos siguen siendo muy importantes y la comunicación esencial. Abusemos de ello, hablémosles mucho, cojámoslos tanto como podamos, para que vean cómo vivimos y aprendan y se distraigan incluso con nuestros quehaceres diarios y nuestras reflexiones verbalizadas. No hay mejor manera de estimular a un bebé que esa, compartiendo tiempo con ellos, cuanto más mejor.

Fotos | Dustin McClure, Devin en Flickr En Bebés y más | ¿Tiempo de calidad o cantidad de tiempo?, Las tres bases del aprendizaje de tu hijo: el juego, El desarrollo intelectual en el hogar: estimulación táctil

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