Unas madres por tanto y otras por tan poco. Como lo lees: mientras algunas madres recién estrenadas refieren problemas para que les suba la leche, otras tienen que enfrentarse a una producción excesiva que el recién nacido aún no sabe manejar.
Si tu bebé se atraganta, tiene arcadas o se aleja del seno un minuto o dos después de haber empezado a comer, la causa puede ser la bajada excesiva de leche. Te explicamos qué señales pueden ayudarte a averiguar si realmente tienes este problema y cómo puedes hacer para manejarlo.
Síntomas de flujo excesivo
Un flujo rápido de leche puede dificultar que el recién nacido pueda alimentarse bien, además de que puede ser incómodo para la madre e incluso llegar a provocarle mastitis. Por suerte, existen algunos consejos que pueden ayudar a controlarlo. Pero antes, debes tener en cuenta que no es conveniente intentar reducir la producción de leche hasta que estés segura de que el problema principal es demasiada leche, sobre todo durante el primer mes, cuando aún se está estableciendo la lactancia, para asegurarte de que el bebé tenga toda la leche que necesita.
Así que si no estás segura de que efectivamente exista o si no provoca inconvenientes ni a ti ni a tu bebé, es aconsejable no hacer nada.
Pero hay más. Solo se puede estar segura de un suministro excesivo de leche materna si el bebé pasa por un aumento de peso excesivo. Teniendo en cuenta que lo normal es que los bebés ganen aproximadamente 900 g de peso cada mes, si se produce un suministro excesivo, el aumento de peso puede ser hasta del doble.
De todas formas, estas señales pueden ayudarte a saber si realmente tienes que tomar medidas para controlarlo:
El bebé puede toser y protestar al inicio de una toma, agarrándose o mordiendo, o sujetando el pecho con la boca sin apenas apretar.
Puede alejarse del pecho si el flujo rápido le sorprende y que empiece a llorar al ver que su toma se ha interrumpido.
A la vez que mucha leche también puede tomar mucho aire, así que es probable que escupa mucho y necesite eructar con frecuencia.
Puedes tener sensación de congestión y tensión, y de sentirse constantemente llenas.
Es habitual sufrir obstrucciones en los conductos o episodios repetidos de mastitis, ya que el bebé no siempre puede vaciar un pecho muy lleno.
Las pérdidas de leche materna son normales durante las primeras seis semanas, por lo que no suelen ser un signo de exceso de leche. Pero si sigues estando muy mojada dos meses después del nacimiento, es mejor consultarlo con un experto. Aunque puede deberse a otras causas.
Medidas que ayudan a regular el flujo
Los siguientes consejos para ayudarte, siempre tras consultar con el pediatra o un experto:
Permite que tu bebé se suelte del pecho cuando lo necesite.
Deja que el recién nacido amamante hasta que baje la leche. Después, despréndalo rápidamente de su seno y captura el flujo rápido de leche con una toalla antes de que el pequeñín vuelva a engancharse para alimentarse.
Para separar a su bebé de su seno mientras esté amamantándose activamente, puedes meter tu dedo suavemente en una esquina de su boca para interrumpir la succión. A continuación, puedes retirar al bebé del pezón.
Puedes sacarte la leche manualmente o con un sacaleches hasta que veas que la leche fluye. Después, ya puedes poner a tu hijo al pecho.
Sé lo más suave posible si le haces eructar: unos movimientos bruscos combinados con un estómago que se ha llenado de un modo muy rápido pueden provocar vómitos y molestias a algunos bebés.
Sostén el pezón entre sus dedos índice y medio. O presione con suavidad usando su mano sobre un costado de su seno durante la bajada para reducir la rapidez del flujo de leche.
Evita el consumo de infusiones y cualquier otro suplemento para estimular la producción de leche materna durante los primeros días.
Posiciones que pueden ayudar
Colocar al bebé de modo que la parte posterior de la garganta quede a mayor altura que el pezón. De este modo, la leche tiene que "subir" durante la bajada, lo cual hace que el flujo sea más lento. Esto se puede lograr de las siguientes maneras:
Posición recostada. Acuéstate cómodamente boca arriba en un sofá o sobre almohadas. Apoya al recién nacido sobre ti boca abajo, derecho y abdomen contra abdomen. Entonces tu bebé podrá cabecear hasta agarrarse o podrás guiarle para que se coja.
Posición de rugby. Acomoda a tu bebé sobre tu regazo sosteniéndole la espalda con el brazo. Sujeta la cabeza del pequeñín con la mano a la altura del pezón. Puedes levantarle suavemente para que llegue al pezón y se agarre.
Consultar a un experto en lactancia antes de tomar medidas
De cualquier forma, si tu bebé tiene síntomas de un suministro excesivo, pero está ganando un peso normal, consulta a un especialista o consultora de lactancia antes de intentar reducir la cantidad de leche que produces.
También en el caso de que las medidas de ayuda anteriores no funcionen, ya que el experto en lactancia puede recomendarte medidas más específicas:
Alimentación a intervalos. Se da el pecho a tu bebé cuando él quiera durante un periodo de cuatro horas, pero solo de un pecho. El otro pecho se llenará al máximo de leche. Dado que la leche materna contiene un elemento denominado "inhibidor de la lactancia por retroalimentación"(FIL), el llenado excesivo indicará a ese pecho que debe ralentizar la producción de leche.
Técnica de vaciado completo. Con un extractor de leche eléctrico se vacía por completo los pechos por la mañana y se da el pecho a tu bebé inmediatamente después. El flujo será más lento, por lo que el bebé lo asimilará mejor y obtendrá más leche con un contenido de grasa superior al final de la toma, con lo que se sentirá más lleno.
La madre puede iniciar la alimentación a intervalos durante cuatro horas cada vez y, si no resulta eficaz, cambia a intervalos de seis, ocho o doce horas al día siguiente, dependiendo de la gravedad del problema de suministro excesivo.
Fotos | iStock
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