Frenectomía en el bebé: mi experiencia como madre de un bebé lactante operado de frenillo lingual corto

Frenectomía en el bebé: mi experiencia como madre de un bebé lactante operado de frenillo lingual corto
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Mi tercer bebé nació con un frenillo sublingual de tipo submucoso; una condición que comenzó a afectar a nuestra lactancia prácticamente desde el primer día, provocando grietas, tomas dolorosas y poca ganancia de peso.

Mi amplia experiencia con la lactancia de sus hermanos me permitió identificar rápidamente que algo sucedía, y gracias a la intervención de un médico especializado en lactancia materna el frenillo de mi bebé quedó corregido.

Aunque no hay dos casos iguales ni todos los frenillos cortos necesitan operarse, me gustaría compartir nuestra experiencia con la frenectomía y cómo esta intervención salvó nuestra lactancia.

Señales que nos pusieron en alerta

Apenas unas semanas antes de que mi tercer bebé naciera, había dado por finalizado la lactancia de su hermana; una lactancia que estuvo plagada de baches desde el principio.

Entre el amplio abanico de dificultades que atravesamos estuvo también un frenillo lingual corto no diagnosticado en los primeros meses que me trajo serias complicaciones.

Cuando por fin una asesora diagnosticó el frenillo de mi hija, ya habían pasado casi cinco meses de dolores y grietas. Sin embargo, sentía que la lactancia empezaba a fluir después de tantas lágrimas, por lo que decidí no intervenir a mi hija ante el miedo de que se complicara nuevamente una situación que parecía encarrilada.

Di el pecho a mi niña durante 13 meses, y cinco meses después del destete nacía su hermano, por lo que tenía muy reciente el recuerdo de una lactancia salpicada de momentos realmente dolorosos y difíciles.

Confiaba en que esta vez fuera diferente, pero en cuanto me puse a mi bebé al pecho supe que de nuevo me tocaría lidiar con los mismos problemas.

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Y es que ya contaba con sobrada experiencia para identificar que aquel dolor punzante y sostenido durante la toma no se debía a un mala postura, sino de nuevo, a un frenillo lingual corto de mi bebé.

Pero además de las grietas y mastitis que enseguida se manifestaron, mi bebé presentaba otros síntomas adicionales como cansancio tras tomas extremadamente largas en las que apenas lograba sacar leche, chasquidos con la lengua mientras mamaba y un peso estancado que empezaba a preocupar al pediatra.

Frenectomía, la mejor solución en nuestro caso

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Si algo tenía claro era que no quería volver a vivir el calvario que me supuso la lactancia de mi hija durante mucho tiempo, por lo que rápidamente nos pusimos en manos de un pediatra especializado en lactancia materna y referente en el tema de frenillos.

Con gran empatía y profesionalidad nos explicó cómo el frenillo lingual que tenía mi hijo estaba afectando a nuestra lactancia, y nos habló de posibles soluciones al respecto.

Por un lado estaba la opción de esperar, pero siempre bajo el consenso y la supervisión de su pediatra de cabecera, puesto que la ganancia de peso de mi bebé no estaba siendo óptima. Y es que a medida que el bebé crece, también lo hace su lengua y su boca, por lo que en muchas ocasiones el problema se acaba solucionando con el paso del tiempo, como me ocurrió con mi hija.

Por otro lado era importante manejar el tema del dolor durante la toma, y por ello se hacía imprescindible contar con el asesoramiento de un experto que me ayudara a encontrar la mejor postura para amamantar a mi bebé.

Por último quedaba la opción de realizarle una frenectomía; un procedimiento que consiste en cortar el frenillo con bisturí o tijeras (cirugía convencional) o con láser.

Esta opción era sin duda la más radical, y aunque hay estudios que aseguran que mejora considerablemente la lactancia, era necesario valorar los pros y contras y tener claro que no siempre es la mejor solución.

Tras darle muchas vueltas al tema, y puesto que la situación no solo no mejoraba sino que el dolor empeoraba por momentos, decidí someter a mi bebé a una frenectomía.

En qué consiste la operación y cómo se prepara al bebé

Frenectomía

Existen cuatro tipo de frenillos linguales:

  • El tipo 1 y 2 se denomina 'frenillo anterior', y consiste en un 'hilito' que sujeta la lengua en su parte delantera impidiendo que se mueva con libertad.
  • El frenillo tipo 4 se denomina 'frenillo submucoso'. El frenillo no se observa a simple vista, sino que se encuentra oculto bajo una capa de tejido mucoso que restringe por completo la movilidad de la lengua.
  • El frenillo tipo 3 es una combinación del frenillo tipo 2 y 4, pues aunque hay un anclaje submucoso también puede observarse un frenillo en parte posterior de la lengua.

Cuando el frenillo es simple (tipos 1 y 2) se puede cortar en la propia consulta del pediatra, pero en el caso de mi hijo se trataba de un frenillo  submucoso en grado 4, por lo que la intervención debía hacerse en quirófano con bisturí.

La operación se le practicó con cinco semanas de vida y fue un procedimiento rápido (apenas duró cinco minutos) y realizado bajo una suave sedación.

Nos explicaron que en la inmensa mayoría de los casos no se produce sangrado ni durante ni después de la intervención, ya que hay pocos vasos sanguíneos en el frenillo lingual.

En nuestro caso todo salió perfecto. Mi bebé no sangró ni una gota y tampoco se quejó ni se mostró irritado tras la intervención.

La frenectomía salvó nuestra lactancia

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En mi bebé salió del quirófano el médico me recomendó ponérmelo al pecho, y en ese preciso momento sentí un alivio indescriptible. Notaba cómo su lengua se movía se restricciones, y cómo agarraba toda la areola con suavidad y sin dificultades.

Por primera vez en mucho tiempo supe lo que era amamantar sin dolor, y con lágrimas en los ojos agradecí al médico que hubiera salvado nuestra lactancia

No obstante, él me explicó que con el paso de los días iría notando más mejoría, ¡y yo no podía creer que la lactancia pudiera ser aún mejor que lo que estaba experimentando en aquellos momentos!

Con el paso de los días no solo se me curaron las grietas y dejé de tener dolor, sino que también noté que las tomas se espaciaban porque mi bebé se quedaba saciado. Poco a poco también me di cuenta de que aumentaba la producción de leche, y que mi pequeño comenzaba a ganar puestos en la tabla de percentiles.

Rehabilitación tras la frenectomía

Pero es importante mencionar que con la operación no se soluciona el problema, y se hace imprescindible y fundamental continuar durante algunos meses con ejercicios de rehabilitación de la lengua.

Estos ejercicios ayudan a evitar adherencias en el proceso de cicatrización, y a que el frenillo pueda volver a desarrollarse incluso peor que antes. Por eso, la rehabilitación es más importante si cabe que la propia intervención.

Por tanto, y a modo de resumen, en nuestro caso concreto he de decir que la frenectomía fue la mejor decisión que pudimos tomar, pues gracias a ella disfrutamos de la lactancia un año más.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que no siempre es buena idea operar el frenillo lingual corto, por lo que la decisión debe ser tomada en consenso con un buen profesional especializado en el tema, y valorando siempre los pros y contras de esta intervención practicada al bebé.

Fotos | Portada (iStock), Foto 1(RODNAE Productions en Pexels), Foto 2 (Foto de Marcin Jozwiak en Pexels)

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