Grietas en el pezón durante la lactancia: cómo prevenirlas y curarlas

La lactancia materna no siempre es fácil. Las grietas son, sin duda, uno de los problemas más frecuentes. Muchas madres piensan incluso que tener grietas es lo habitual: "La lactancia bien, bueno, con las típicas grietas del principio". "Las grietas mejor, ya voy haciendo callo".

Pero la realidad debería ser muy diferente: las grietas no son, en absoluto, normales y su aparición refleja que hay algún problema con la lactancia. La lactancia materna no debe, en ningún caso, ser dolorosa.

¿Qué son las grietas en el pezón?

Las grietas en el pezón no son más que heridas, "rajitas", lesiones en la piel ocasionadas por un enganche y/o una succión inadecuada por parte del bebé. Con frecuencia sangran; es importante saberlo porque a veces vemos sangre en la boca del bebé o en el vómito o regurgitación.

También las deposiciones del bebé pueden tener un color más oscuro por este motivo. El hecho de tener grietas que sangren no es un impedimento para la lactancia, nuestro bebé puede tomar esa leche aunque contenga un poco de sangre.

¿Cómo evito que aparezcan las grietas?

Hemos dicho que las grietas no son un paso necesario en el establecimiento de la lactancia. Si el enganche del bebé y su succión son correctas, no deben aparecer grietas. Y eso, ¿cómo lo sabemos? Hay algunos signos que nos permiten identificar un buen enganche.

Uno de los datos más importantes es que no tenemos dolor; podemos notar alguna molestia los primeros días por la hipersensibilidad de pezón, pero no debe doler. Cuando los bebés están bien enganchados, su boca está muy abierta, conteniendo gran parte de areola, y sus labios evertidos (especialmente el inferior). Además, su barbilla está pegada al pecho de la madre (la nariz a menudo también) y vemos que los mofletes se rellenan (si aparece hoyuelo en la mejilla es probable que no esté haciendo una buena succión).

Es importante también que la cabeza y el cuerpo del bebé estén alineados. Cuando termina de mamar, el pezón debe salir cuadradito/redondeado; si al acabar la toma tiene forma de pintalabios o está lesionado (grietas), el enganche no era adecuado.

Hay ocasiones, en las que los bebés tienen características anatómicas que hacen casi inevitable la aparición de grietas, por ejemplo, el frenillo sublingual corto. Se trata de una "telilla" que ancla la lengua a la base de la boca y limita sus movimientos. Al moverse menos la lengua, no puede hacer adecuadamente los movimientos ondulantes para extraer la leche y lesiona el pezón.

Los bebés con frenillo deben ser valorados por un profesional experto. Algunas posiciones específicas para dar el pecho, como a caballito, pueden mejorar el enganche; y, en caso de el frenillo interfiera con la lactancia materna, debe valorarse cortarlo (frenotomía).

Si ya tengo grietas, ¿cómo las curo?

Desafortunadamente no existe, a día de hoy, remedio mágico que cure las grietas. Pero una cosa está clara: es fundamental solucionar la causa que las originó, generalmente un mal enganche.

Son muchos los remedios que se han probado para las grietas, pues son un problema muy frecuente. Sin embargo, no hay ninguno que muestre, a día de hoy, evidencia científica de que funcione.

En 2014, la revista Cochrane hizo una revisión de la la literatura y analizó diversos estudios que comparaban los apósitos con gel de glicerina, los protectores para la mama con lanolina, la lanolina sola o la pomada multifuncional. La lanolina es una sustancia grasa amarillenta que producen las glándulas sebáceas de los animales con lana y hace una película/capa sobre el pezón. En esta revisión no se vieron diferencias significativas entre los diferentes tratamientos. En la Guía de Práctica Clínica la Lactancia Materna publicada en 2017, los expertos tampoco encuentran evidencia científica de calidad para ningún tratamiento.

Algunas guías recomiendan aplicar unas gotas de la propia leche materna sobre la herida; sin embargo, otros expertos creen que esto podría facilitar la infección. Mi consejo: dejar los pezones secos al aire el máximo tiempo posible y no aplicar ningún tratamiento tópico sobre ellos. Las copas o conchas recolectoras pueden ayudar pues dejan el pezón al aire y permiten que vayamos vestidas.

En el caso de que el dolor sea insoportable, puede hacerse lactancia materna diferida durante unos días hasta que las grietas mejoren. Para ello, nos extraemos la leche del pecho o de los pechos afectados, preferiblemente de manera manual pues el sacaleches podría dañar más el pezón. Con la extracción frecuente mantendremos la producción de leche. Además, la leche extraída podemos dársela al bebé de diferentes formas (como explicamos aquí): dedo-jeringa (finger-feeding), vasito, biberón...

Las pezoneras también pueden disminuir el dolor en algunos casos, pero es importante que nos aseguremos de que la talla es la adecuada, están bien colocadas y el enganche del bebé es apropiado.

Por último, es importante una buena higiene del pecho para evitar que las grietas se infecten. Es suficiente lavarlo con agua y con jabón a diario. Si aparecen signos de infección (la zona se pone roja y caliente, aparece fiebre...) no dudéis en consultar.

En Bebés y más | Lactancia materna: cómo conseguir un buen agarre del bebé al pecho al amamantar

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