La lactancia materna no siempre resulta fácil y los mordiscos en los pezones pueden suponer un bache en lactancias que ya estaban bien establecidas. Aunque afortunadamente no sucede en todos los casos, sí es relativamente frecuente que, en algún momento de la lactancia, nuestro bebé comience a mordernos los pezones cuando mama.
Esto resulta tremendamente doloroso y en algunos casos es motivo de destete por parte de las madres. Vamos a repasar a continuación los principales motivos por los que los bebés pueden mordernos al mamar y qué soluciones podemos poner.
¿Por qué muerden los bebés?
No existe una razón única. La mayoría de los bebés morderán alguna vez a su madre mientras maman y las causas son variadas y pueden depender de la edad y del momento.
Los recién nacidos y los bebés muy pequeños pueden morder (o parecer que lo hacen) aún sin dientes. La razón suele ser un mal enganche al pecho, que hace que con las encías lesionen el pezón para poder extraer la leche. Cuando los bebés están bien enganchados, en cambio, el pezón queda pegado al paladar y la lengua hace un movimiento ondulante sobre la areola, "bombeando" de esa manera la leche, que sale a través del pezón.
La salida de los dientes es un momento en el que los niños muestran más tendencia a morder. Algunos pueden estar molestos y, al igual que muerden su mordedor o sus juguetes, muerden el pezón de su madre.
- Cuando los bebés van siendo más mayores, en torno a los 8-9 meses, es frecuente que muerdan como llamada de atención. A estas edades la lactancia puede haberse convertido en algo tan mecánico y habitual que dejamos de estar tan pendientes de los bebés mientras comen. Y ellos nos reclaman mordiéndonos.
- Algunos lo hacen como un juego. Nos muerden una primera vez sin querer, por casualidad, y nuestra reacción (grito, susto), les divierte, así que prueban a repetirlo.
- Por último, pueden morder también de manera involuntaria, especialmente cuando se duermen; se relajan y cierran la boca de golpe, clavándonos los dientes.
¿Qué podemos hacer para evitar mordiscos?
Siempre debemos tener presente que la lactancia materna no debe doler y lo ideal es que sea disfrutada por los dos, madre y bebé, por lo que si en algún momento esto no es así, debemos poner solución cuando antes.
- Si nuestro bebé es recién nacido o de pocas semanas y notamos dolor con las tomas, como si nos mordiese, es probable que se trate de un mal enganche. Debemos consultar entonces con algún especialista en lactancia materna. En muchas ocasiones, se soluciona corrigiendo la postura y con unas pautas adecuadas. En otras, podría tratarse de algún problema anatómico del bebé, como un frenillo lingual corto, que le impida engancharse adecuadamente (pero, en este caso, también hay solución).
Si el bebé es más mayor y nos muerde porque reclama nuestra atención o porque lo ve como un juego, es importante que pongamos remedio cuanto antes. No conviene (si podemos evitarlo) gritar o hacer movimientos bruscos cuando lo haga, pero sí separarlo y explicarle que eso no se hace. Debemos estar especialmente pendientes durante las tomas, mirarle fijamente, hablarle, para que no tenga necesidad de reclamar nuestra atención. Es bueno que le coloquemos en la posición tradicional para mamar (los bebés a esta edad son capaces de comer en las posturas más insospechadas). Puede ayudar dejarle un objeto (podría servir también un collar de lactancia) para que se distraiga y no piense en morder. Si a pesar de ello sigue mordiendo, podemos decir "no" cuando lo haga y guardar el pecho, dando a entender que si hace eso no habrá más.
Por último, si lo hace de manera involuntaria, durante el sueño o cuando se queda dormido, debemos tratar de retirarle el pezón antes de que se duerma por completo. Muchos niños se quedan dormidos mamando, pero podemos sacarles el pezón de la boca cuando estén adormilados pero no dormidos por completo.
¿Y si hace huelga de lactancia tras un mordisco?
Hemos comentado que, al ver nuestra reacción tras un primer mordisco, a algunos bebés les divierte y quieren repetirlo. Otros, sin embargo, se asustan tanto que no quieren volver a mamar y comienzan una auténtica huelga de lactancia, un rechazo repentino a mamar.
Obligarles a comer no debemos (y, por otro lado, es prácticamente imposible), así que nos queda armarnos de cariño y paciencia para conseguir que vuelvan a engancharse. Relajarse antes de la toma, hacerles reír, caricias, que nos acaricien ellos... puede ayudar. A veces rechazan la posición de mamar tradicional y prefieren mamar de pie o a caballito.
También es posible que les resulte más fácil mamar por la noche, cuando están adormilados. Esta "huelga de lactancia" puede durar unos días o algunas semanas, y luego los bebés vuelven a mamar con normalidad. En el caso de que no nos vacíen el pecho por completo o hagan menos tomas de lo habitual, podemos extraernos leche nosotras para garantizar la producción e incluso, en caso necesario, ofrecérsela en vaso o biberón.