¿Falta mucho? ¿No llegamos? ¿Cuánto queda? Cuando tenemos hijos y salimos de viaje con ellos estas frases nos resultan más que familiares, en especial si el trayecto excede la hora y media; el tiempo que, según un estudio llevado a cabo en varios países europeos, tardan en formularlas. Unos comentarios que evidencian su hartazgo e inquietud.
Porque si bien solemos estar pendientes de su seguridad dentro del vehículo, quizá no lo estamos tanto de su entretenimiento, un aspecto clave para que nuestro pequeño se mantenga estable y tranquilo dentro de su sillita y que deberemos adaptar a su edad. Por fortuna, hoy os damos algunas ideas y consejos al respecto que os permitirán disfrutar de estos momentos en familia de un modo ameno.
Para los más pequeños
Para empezar, nos centraremos en los bebés de a partir de un año, una franja en la que resulta conveniente que nos sentemos junto al pequeño en la zona trasera del vehículo. Una manera de que se sienta protegido y un aspecto clave si nuestro hijo se duerme, pues le permitirá ver tu rostro apaciguador al despertarse y no sentirse desorientado.
En este punto podemos recurrir a los juguetes, en especial aquellos que les resulten visualmente atractivos y que logren captar su atención. Tampoco es cuestión de que llenemos el coche, ni tampoco resulta recomendable que escojamos uno “musical”. Lo ideal es que resulte agradable al tacto, que le guste, y que no ocupe demasiado. Los peluches, juguetes de texturas e incluso los libritos para estas edades con dibujos llamativos y distintas telas, son recomendables.
El sonido materno tarareando una melodía conocida también suele tranquilizarles. Otra alternativa es llevarnos una selección musical variada, con canciones más tranquilas o más movidas para adaptarnos a sus necesidades. No es necesario que elijamos algo infantil propiamente dicho, la música clásica, de hecho, es una gran opción. Interactuar con ellos y hablarles, estar atento a sus gestos o permitir que nos agarren la mano sin perder la correcta posición, son otras cuestiones básicas.
A partir de los 4 años
A pesar de que no descartamos las opciones anteriores, a partir de los cuatro años el abanico de posibilidades se amplía notablemente. Por ejemplo, podemos jugar al popular veo-veo. Puesto que es probable que nuestro hijo todavía desconozca cómo se escriben determinadas palabras, una forma de facilitarle las cosas es cambiar la letra de inicio por colores o formas geométricas que sí le resulten familiares. La idea es sustituir la frase de “empieza por la letrita”, por “es de color” o “tiene forma de”.
Otra manera de entretenerles es proponerles que cuenten determinados elementos que se van repitiendo durante la marcha, una actividad que les permitirá disfrutar del paisaje y prestar atención en busca de coches de un color o forma, árboles, fábricas, vallas, señales concretas y, en definitiva, lo que se te ocurra.
Procura que sea un reto como “furgonetas blancas” en lugar de “coches oscuros” para darle algo de chispa y adáptate. El juego de las formas resulta similar, aunque en esta ocasión se trata de encontrar objetos que tengan una forma geométrica concreta. Si es muy pequeño escoge los círculos o los triángulos, será más sencillo por las señales de tráfico. Otro posible juego es invitarles a que las recuerden y las describan con todo lujo de detalle.
Si queremos que se fije también podemos plantearle que busque formas en las nubes. Cantar y dibujar tampoco están descartados, aunque esta segunda solo resulta recomendable si estamos seguros de que nuestro hijo no se marea. Escoge canciones que conozca y no le corrijas si no sigue la letra al dedillo, forma parte de la diversión.
Las historias son también un gran recurso, un ámbito en el que tienen cabida desde los audiolibros, hasta las adivinanzas. Nos quedamos con los audio cuentos musicales, unas narraciones que intercalan piezas clásicas con un relato, y con los que los niños pueden cantar. La inventiva, en todo caso, siempre será nuestra gran aliada si decidimos contarla nosotros.
A partir de los 8 años
A partir de los ocho años podemos comenzar complicando algunos de los juegos anteriores. Nos estamos refiriendo, por ejemplo, al veo-veo, que ya podemos disfrutar de manera tradicional. En el caso de las señales, lo ideal sería que aprendiesen qué significa cada una de ellas.
Otra actividad relacionada es la de retarles a que recuerden determinados elementos de una matrícula, algo que es posible complicar tanto como quieras, incluyendo letras o números, el orden en el que figuran, etcétera.
Si deseamos ser originales, siempre es posible confeccionar nuestro propio juego sin complicarnos demasiado. Por ejemplo, podemos elaborar un cuestionario con preguntas sobre la familia como “qué día de la semana vamos a nadar” y similares. Algo sencillo y una suerte de trivial adaptado. También tienen cabida las cuestiones relacionadas con el colegio, al estilo de “qué has aprendido en la escuela que te servirá para comprar”. Cambiar palabras determinadas de una canción conocida o contar chistes son más alternativas que os harán disfrutar del viaje.
A partir de los 10 años
Para acabar y para niños de a partir de diez años, podemos optar por el juego de palabras encadenadas. Si resulta demasiado complicado, hazlo por sílabas. Una manera de reforzar la ortografía y fomentar el aprendizaje de nuevos términos. Las historias compartidas son también una excelente opción, sobre todo si les añadimos dificultad fijando unos sustantivos y verbos que deberían aparecer durante su intervención o todo lo contrario, vetando alguno como “hacer”, “cosa” y “tener”.
Encadenar canciones, es decir, establecer una especie de diálogo mediante la música es otra alternativa muy divertida. Darles un mapa para que sigan la ruta y aprendan a manejarlo puede ser también interesante. Otro juego educativo es el de los números romanos, que implica sustituir el I por una palabra. Por ejemplo, el I sería “tenedor”, el II “tenedor tenedor”, el cuatro “tenedor uve”, etcétera.
Lo cierto es que viajar con niños puede constituir una auténtica aventura en la que, incluso, nazcan nuevos juegos fruto del contexto, del paisaje, de un comentario en la radio y un largo etcétera que ya puedes imaginarte.
Más allá de la diversión: la seguridad
Como apuntábamos al inicio de este artículo y al margen de la diversión, resulta imprescindible que el pequeño vaya correctamente sentado en su sillita, un condicionante que garantizará su seguridad. Para lograrlo, deberíamos decantarnos con una sillita acorde a su edad, peso y estatura.
La silla auto GroUp 123 de Chicco sirve para prácticamente todo el desarrollo de nuestro hijo, pues abarca desde los nueve meses hasta los doce años. Además, es desenfundable, puede reclinarse y es posible también adaptar el reposacabezas para que se encuentre más cómodo.
Asimismo, la adecuada colocación de la misma será imprescindible. Comprobar que se encuentra bien sujeta, vigilar que el cinturón y los arneses permanecen abrochados y bien colocados, y mirar que no se hayan retorcido ni estén demasiado flojos, son otros imprescindibles.
Evita los objetos sueltos en la parte de atrás, en especial aquellos con los que puedan atragantarse, incluso aunque se trate de caramelos, procura optar por juegos que no le mareen (por ejemplo, si tiene esta tendencia no es recomendable nada en lo que tenga que fijar la vista hacia abajo demasiado rato). No olvides tampoco parar a descansar, por tu propia seguridad y por el bienestar de tu pequeño. Recordad hidrataros, ir al baño, y estirar las piernas.
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