Poco a poco nuestros bebés van creciendo y retomamos las salidas familiares y visitas a casas de amigos, en las que los niños, a partir de los 20 meses, ya quieren compartir mesa con los mayores y sentirse integrados. Nuestro objetivo es que todos disfrutemos del momento, pero también que aprendan a comportarse en la mesa, así que lo ideal es ir educándoles poco a poco, en casa y mucho mejor si lo hacemos con juegos, libros y canciones.
Los buenos modales no solo son imprescindibles, sino beneficiosos para ellos y lo que se aprende desde pequeños, queda para siempre. Los padres no debemos olvidar ciertas reglas, la primera de ellas, que todo es nuevo y debemos convertirlo en algo atractivo para los peques. Así que toca armarse de paciencia y no hacer dramas, para que tanto ellos como nosotros disfrutemos del aprendizaje.
La educación comienza antes de sentarse a la mesa
Además de marcar unos horarios de comida, nada como la rutina para que un niño se sienta seguro, debemos insistir en la necesidad de lavarse las manos antes de sentarse a la mesa. Nuestros peques deben adoptar los hábitos de higiene que les acompañarán de por vida como buenos modales y les ayudarán a llevar una vida más saludable.
También es importante que cada persona de la familia tenga su sitio. Esta rutina es fácil de superar si el niño tiene su "silla especial". Muchas veces se ponen mimosos porque quieren sentarse en el sitio de papá o de mamá, o del hermano mayor o la abuelita. Aquí es donde empieza el juego del aeropuerto.
El juego del aeropuerto
Una silla especial para un piloto que debe marcar el rumbo. El Elevador Chicco Mode será un excelente aliciente para marcar el sitio de nuestro niño. Gracias a su acolchado, es muy cómodo desde los 6 meses. Además no extrañará su silla especial cuando la comida sea fuera de casa, inmediatamente reconocerá su sitio y seguirá sus rutinas.
Una vez está sentado en la mesa comienza el juego del aeropuerto, que consiste en hacer todo lo posible por controlar el avión. Para empezar nada de lanzarse sobre su plato, hasta que el resto de los comensales estén servidos. Nuestro niño es el piloto del avión y debe esperar a su tripulación. Tampoco tirar comida, hacer bolitas con el pan o jugar con los cubiertos, ya que podría caerse el avión.
Es curioso ver como los niños de dos o tres años consiguen manejar los cubiertos con destreza para seguir siendo piloto. Una buena manera de recordarle el juego cuando se distrae o empieza a aburrirse es llamar desde la Torre de Control para que nuestro pequeño vuelva a "controlar la cabina".
El juego del Oeste americano
Sentirse como un Sheriff del Salvaje Oeste, es algo que les encanta a los niños, sobre todo si ellos son la Ley. Las manos bajo la mesa solo para coger la servilleta del regazo. Una regla de buenos modales que vemos que hasta algún adulto ha olvidado (o quizá nunca jugó al Salvaje Oeste en casa). Es sabido que esta regla básica se originó cuando bajo la mesa se podían esconder armas de fuego, es símbolo de buena educación tener ambas manos visibles y no una bajo el mantel, sujetando la pistola...o lo que sea.
Este juego les hace mucha gracia, sobre todo si realmente tienen un juguete en la mano, de esos que no quieren soltar. El Sheriff no puede incumplir las normas. Tampoco puede tener bigotes, por lo que debe limpiarse la boca antes y después de beber agua y vigilar que nadie en la mesa se salte las leyes y se comporte como en el Salvaje Oeste. Solo los bandidos incumplen las reglas y se portan mal.
Si tenéis una estrella brillante que se pone y se quita dependiendo de cómo se comporte en la mesa, será el niño más orgulloso del parque. Esto puede derivar en poner un poster de un sheriff en la pared e ir pegando gomets de estrella doradas, como puntos, para conseguir el premio que se os ocurra.
Para no llenar el vaso de grasa o comida se pueden inventar canciones o poesías, intercalando el nombre de los niños. Hay que ser pacientes si estas reglas se les olvidan al principio (o incluso tras mucho tiempo de repetirlo), no se trata de crearles un trauma sino de corregir una actitud para que no se vuelva costumbre.
No vivimos en una granja
Una de las cosas que peor llevamos los adultos, sobre todo si estamos comiendo fuera, ya sea en restaurantes o casas de amigos y familiares es que la comida se caiga al suelo o llenen todo alrededor de su plato de restos. Lo primero es asegurar que el niño está bien acomodado, en una silla elevadora suficientemente alta para llegar a la mesa. El Elevador Chicco Mode puede ajustarse en altura para adaptarse a distintas mesas, de hecho tiene hasta tres alturas diferentes, para crecer con el niño.
Aunque haya personas que creen que lo mejor es reirle las gracias al niño, porque muchas veces es gracioso, ¿para qué vamos a negarlo? Es un error reírle las faltas de educación: los eructos, comer con la boca abierta, chupar el cuchillo, rascarse el pelo y meterse el dedo en la nariz, son acciones que deben ser corregidas amable pero firmemente.
Recordarles que no son animalitos en una granja suele funcionar y aunque el primer día se hagan los graciosos, el resto de los días no quieren ser cerditos o burritos. Aún así todavía están en un proceso de aprendizaje y es inevitable que se manchen, para eso contamos con otra ventaja de la silla Elevador Chicco Mode que permite quitar la funda y lavarla en la lavadora, mientras aprenden a manejar los cubiertos.
Por último, es muy importante no olvidar nunca que los pequeños hacen lo que ven, es decir, el clásico, predicar con el ejemplo... Y eso nos lleva a los adultos a pedirles siempre a los niños las cosas por favor y darles las gracias.