Ayer leíamos en la prensa el caso de una adolescente a la que enterraron en arena en una playa de Florida y terminó con la piel infectada de parásitos. ¡Qué horror! Pero… ¿qué levante la mano quien no se ha divertido alguna vez haciendo el mismo ritual a sus hijos o han sido ellos mismos las víctimas del juego? Es lo lógico: la playa es diversión, y más cuando hay niños por medio.
Eso nos ha hecho pararnos a pensar cuántas más cosas que llevamos toda la vida haciendo no son tan buenas cómo pensábamos y pueden causarnos algún disgusto. Quizás deberíamos replantearnos la manera de hacerlas (sin eliminarlas) para que las vacaciones en familia sean perfectas.
1. Después de hacer castillos, a lavarse bien las manos
Según la revista Journal of Water and Health, la arena de la playa contiene la bacteria Escherichia coli.
Gran parte de la población ya ha estado en contacto con este tipo de bacterias y es resistente a la infección de la mayoría de las cepas, aunque eso no quita para que puedan producirse infecciones leves de carácter respiratorio, gastroenteritis, otitis y conjuntivitis. Por eso, podemos disfrutar construyendo castillos de arena con los niños, pero cuando lleguemos a casa ¡toca lavarse las manos con agua y jabón!
2. Navegar con colchonetas gigantes
Los flotadores del verano están dando mucho que hablar este año. En Reino Unido, donde la nueva colchoneta con forma de unicornio está desatando la locura en sus playas, las autoridades han tenido que pedir que no se usen, debido al gran número de rescates que han provocado.
"Las condiciones de la marea, el viento y cualquier cambio en el clima pueden llevarles más allá de las zonas de baño seguras", asegura Piers Stanbury, director ejecutivo de la Agencia de Guardacostas del Reino Unido. En apenas unas horas, 15 rescates en alta mar de personas que se adentraron en el agua a lomos del unicornio hinchable y no pudieron regresar.
3. Mirar donde pisamos al pasear en la arena mojada
Un plan estupendo para charlar con nuestros hijos (o en ocasiones correr detrás de ellos) mientras nos mojamos los pies y así nos mantenemos fresquitos. Además, el agua del mar y la arena mojada pueden ayudar a rehabilitar sus últimas heridas de guerra.
Y les encantará caminar descalzos. Por cierto, una opción mucho más adecuada que las chanclas, porque pueden dañar sus pies y su columna, aún en desarrollo.
Pero también hay que tener cuidado con la orilla de la playa. La mayoría de las superficies no son planas completamente. Así que al caminar sobre ellas desequilibran su cuerpo aún sin terminar de formar, obligando a sus articulaciones a trabajar en una angulación y a que una de sus piernas tenga que soportar más peso que la otra.
A eso hay que sumar que uno de sus tobillos tendrá que caminar ‘doblándose’ hacia fuera, mientras que el otro lo hará ‘doblándose’ hacia dentro, y así con el resto de las articulaciones de sus pies. En definitiva: paseos sí, pero con precaución.
4. Entrar al agua en plan sprint
La idea es no sentir frío, o sentirlo lo menos posible. Pero, ¿has pensado en los cortes de digestión? ¡Vale! No es necesario hacerles esperar las tres horas y media que te obligaba tu padre para bañarte cuando eras pequeño, pero tampoco se trata de dejarles entrar al agua en cualquier momento y de cualquier manera.
Según los consejos de la Asociación Nacional de Seguridad Infantil
"Hay que introducirse en el agua poco a poco, para acostumbrar a la piel a la nueva temperatura. Primero deben mojarse los pies y luego, con las manos mojarse la cabeza y el cuello".
5. Bañarse entre medusas
Los socorristas advierten de medusas en la playa, pero tú ni caso. Piensas: “Seguro que es una exageración porque no veo ninguna”. Error. Estos organismos transparentes a menudo son difíciles de observar. Además los tentáculos se rompen y pueden causar picaduras igualmente. Así que no está de más saber cómo actuar en caso de que los niños entren en contacto con una medusa.
Explícales el peligro para que estén alerta en el agua y también fuera y procura que no jueguen con las que se quedan varadas en la arena. Sí, está bien recogerlas para evitar que piquen a otros bañistas y está de moda competir con otros 'recolectores' a ver quién ha tiene más en su cubo de playa, pero con mucha precaución porque aún inmóviles siguen picando.
6. Al agua con bandera amarilla
Está claro que la bandera verde significa que puedes bañarte sin problemas y que la roja advierte de que no te acerques. Pero... ¿y la amarilla? La señal es más confusa, así que piensas: "La precaución es para los nadadores inexpertos. Mi hijo nada bien y está acostumbrado a las olas altas". Pues no hay que fiarse nunca. Y si no te lo crees, fíjate en las advertencias de la Guardia Civil".
¿#SabíasQue la bandera amarilla significa "prohibido el baño donde el bañista no toque el fondo con la cabeza fuera"?pic.twitter.com/7F6ddPPskD
Así las cosas, la Guardia Civil aconseja que "si se es buen nadador, el agua no debe cubrir por encima del cuello. Pero quien no se desenvuelva bien en el agua debería rebajar esa marca a la cintura".
No hay que olvidarse nunca de las traicioneras corrientes que pueden impedirte llegar a la orilla y no se ven. Y si aún no estás convencido, piensa en los 481 ahogados en España el año pasado, según el Informe Nacional de Ahogamientos elaborado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo.
7. Dejar a los niños jugando en la orilla sin vigilancia
Los vemos perfectamente desde la toalla. ¿Pero no has visto las noticias que se repiten cada año sobre los niños que se ahogan por un descuido de sus padres?
Y, aún en el mejor de los casos (que sigue siendo lo peor), que se despisten y se extravíen. Consultas el whatsapp un momento y ¡Zas!, ya no os encuentra entre la marabunta de gente que os agolpáis cerca del mar.
Para evitarlo, muéstrale un punto de referencia que se distinga a lo lejos para teneros siempre controlados: la caseta del socorrista, un edificio, el punto de parada de las barcas de recreo… Y lo más efectivo ¡nunca les pierdas de vista!
8. Excursiones entre las rocas: ¡ojo a cortes y resbalones!
Es una buen alternativa para que los niños se diviertan, pero siempre con supervisión adulta y con el calzado adecuado. Nada de ir descalzo (puede haber erizos) o con chanclas, que pueden hacerle perder el equilibrio en cualquier momento. Hay peligro de cortes y resbalones.
Y por supuesto, ¡evita por todas las formas posibles que escale para luego lanzarse al agua de cabeza! ¿Alguien puede aseguraros que hay profundidad suficiente o que no existen rocas invisibles desde arriba? Con su vida no se juega.
9. Practicar snorkel, siempre con un mayor
¿Quién puede resistirse a ver los pececillos por debajo del agua? Y más incluso ahora que existen mascaras que permiten respirar bajo el agua sin dificultad hasta al más inútil de los mortales. Es una práctica divertida, en aguas tranquilas.
Hay que tener cuidado con la corrientes y las quemaduras de sol. Mucho tiempo boca abajo en el agua hace que el sol provoque un efecto espejo en las zonas del cuerpo que no se sumergen y terminan quemándose. Así que de vez en cuando logra convencer a tus hijos para que salgan del agua a echarse de nuevo protección solar. Hay que hacerlo mínimo, cada hora.
Y, sobre todo, anímales a que saquen alguna vez la cabeza del agua, para comprobar que no se han alejado mucho de la orilla. Y adviérteles de que hay que tener precaución al acercarse mucho a las rocas (es cierto que es donde hay más seres marinos) pero también más corrientes que pueden golpearnos contra las rocas.
10. Manguitos y flotadores para los nadadores inexpertos
De acuerdo. Han sido los elementos de seguridad más utilizados durante décadas, pero eso no quiere decir que sean seguros.
Ya lo dicen en las advertencias cuando los compramos: "no son elementos de salvamento".
Y así te lo advertimos a menudo.
¿Opciones? El famoso churro o los manguitos de poliestireno, que no se pinchan.
Con la idea de mentalizar a la población sobre los peligros del agua, nació la iniciativa #Ojopequealagua, de Emergències Setmil, junto a la Asociación Nacional de Seguridad Infantil y Segurbaby. Su objetivo: "proteger al colectivo más frágil ante la certeza de que el ahogamiento es una de las principales causas de mortalidad infantil a nivel mundial". La campaña incluye un decálogo de consejos, tanto para playa como para piscina.
11. Alquilar un embarcación de recreo
Si es a pedales y cuenta con un tobogán, perfecto. Hacemos deporte y nos tiramos al agua en alta mar. Pero ¡cuidado! Sobre todo con tus hijos.
Tal y como advertimos en nuestro artículo sobre 'traumatismos cranoencefálicos en verano', pueden dar más de un susto importante a los inquietos niños. Así que disfrutar de ella como alternativa, pero mucha precaución a la hora de tirarse al agua.