Cómo saber si vale la pena seguir cuidando una amistad o es momento de dejarla ir

Pasarán muchas personas por nuestra vida a lo largo del camino; amigos que serán para siempre y otros que solo nos acompañarán un tramo del mismo. ¿Qué ocurre? Que a veces hay amistades que no sabemos si mantener o simplemente, dejar ir.

Ya sea porque hemos cambiado y ya no coincidimos en intereses, o porque nuestras responsabilidades o estilo de vida son muy diferentes (hasta llegar a ser incompatibles), porque hemos detectado ciertas conductas tóxicas en esa amistad, o por otras razones.

Sea cual sea la razón, es normal que nos preguntemos esto y que no sepamos muy bien cómo actuar. Yo misma lo he vivido, y también lo he visto como psicóloga, en muchos de mis pacientes. Entonces, ¿cómo resolver este dilema? Te animo a pensar en algunas de estas cuestiones que te planteo.

Revisa las señales de una amistad saludable

Antes de nada, es importante revisar qué es para nosotros una amistad saludable y qué ingredientes necesita para serlo. Esto variará de una persona a otra, porque cada uno construye su propio significado de las cosas que vive. Sin embargo, hay algunas señales genéricas que pueden ser señal de una amistad sana. Algunas de ellas son:

1. La comunicación es abierta y respetuosa

En una amistad sólida, ambas partes se sienten cómodas expresando sus pensamientos y sentimientos de manera abierta y honesta, sin temor a ser juzgadas o ridiculizadas. No hay temor al juicio, y se tienen conversaciones incómodas cuando hace falta tenerlas (no se evitan los conflictos), porque precisamente eso es lo que fortalece la relación.

2. Os apoyáis mutuamente y hay compromiso

Los amigos están ahí el uno para el otro en momentos de necesidad, ofreciendo consuelo, ánimo y ayuda práctica cuando sea necesario. No siempre podrán estar, pero sí percibes un mínimo de compromiso e implicación (también, interés en mantener el contacto y pasar tiempo juntos).

3. Compartís un mínimo de valores e intereses

Si bien es natural que las personas tengan intereses y valores diferentes, una amistad sólida suele basarse en una base de intereses y valores compartidos que fortalecen el vínculo entre ambos.

4. Os esforzáis por empatizar y comprender

En una amistad saludable, ambas partes se esfuerzan por comprender y apoyar los sentimientos y experiencias del otro, incluso cuando no están de acuerdo o cuando no los entienden.

5. Invitáis al otro a ser mejor (y viceversa)

Una amistad que vale la pena cultivar es aquella que fomenta el crecimiento personal y el desarrollo emocional de ambas partes, animándose mutuamente a alcanzar sus metas y aspiraciones. Es decir, mi amigo me suma, me aporta, me anima a seguir mejor (y no lo contrario).

Algunas señales de que tal vez es momento de dejar ir

Sin embargo, a veces, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, una amistad puede llegar a un punto en el que ya no nos beneficia emocionalmente. Aquí te comparto algunas señales de que puede ser momento de dejar ir una amistad, al menos para reflexionar.

1. Desequilibrio o falta de reciprocidad en la relación

Sentir que estás dando mucho más de lo que recibes en la amistad en un momento puntual, no tiene por qué generar una ruptura. Pero cuando esto siempre es así, esto hace que percibamos la relación desequilibrada, algo que, lógicamente, desgasta.

2. No sentirse respetado

El respeto mutuo es fundamental en cualquier relación. Si sientes que tu amigo te falta el respeto, ignora tus sentimientos o te trata de manera injusta (aunque sea de forma muy sutil, por ejemplo cuando te insiste en algo que tú le has dicho mil veces que te sienta mal), es posible que la amistad no sea saludable para ti.

3. Conflictos constantes o que no se resuelven

Todos los amigos tienen conflictos de vez en cuando, pero si la amistad está marcada por un patrón constante de conflictos y tensiones, puede ser una señal de que la relación no es sostenible a largo plazo, porque no compensa.

4. Sentimientos de angustia o malestar

Por otro lado, si pasas más tiempo sintiéndote estresado, ansioso o deprimido debido a la amistad que feliz y apoyado, y no hay forma de solucionarlo por mucho que lo hayáis hablado, es posible que sea hora de reconsiderar la relación.

La vida nos cambia, y de forma distinta a cada uno: plantearse una amistad

Finalmente, comparto contigo una reflexión personal que yo he sentido con un amigo en concreto y que me ha hecho cuestionar todo esto. A medida que crecemos y cambiamos, nuestras necesidades, valores y prioridades también pueden cambiar, y es algo totalmente natural (aunque a veces nos cueste de aceptar o entender).

La vida nos cambia (y nos cambia distinto a cada uno), y es lógico que lo haga; tal vez, los valores de tu amigo al que conociste con 18 años, no sean los mismos que los que tiene ahora con 30 ó 40 (ni los tuyos).

Esta persona ha vivido otras cosas que tú, que quizás hayan hecho que ya no sea ese amigo que tanto te aportaba, o la persona a la que tanto admirabas. O tal vez ocurra que, cosas que siendo más joven le pasabas por alto o no te importaban, ahora sí lo hacen. Y no pasa nada, aunque duela; pero tienes derecho a sentirlo así.

Así que, si sientes que ya no tienes mucho en común con tu amigo, que ya no te está ayudando a crecer como persona o que, simplemente, lo que os unía ya no es, puede ser momento de seguir adelante sin esta persona.

Reflexiona y conecta con tus necesidades: no temas el cambio

Imagen de Freepik

Entonces, ¿cómo resolver ese conflicto interno? Como muchas otras veces, la respuesta pasa por la reflexión. Conócete a ti mismo, y hazte preguntas: ¿Cómo me siento yo en esa amistad? ¿Es una amistad recíproca...? ¿A veces doy pero también da la otra parte? ¿O siento que no es equitativa? ¿Qué me aporta realmente?

También, reflexiona sobre tus valores fundamentales, sobre si estos coinciden o no con los de tu amigo o amiga (no hace falte que coincidan todos, pero sí algunos, o los fundamentales, ¿no crees?).

Tener un amigo con valores opuestos a los nuestros puede hacer que nos cuestionemos si esa amistad vale la pena seguir cultivándola o no, ya sea porque esos valores contrarios nos generan incomodidad, o rechazo. Y sobre todo, pregúntate por qué te estás cuestionando esta amistad, cuánto tiempo hace que lo haces...

Sé honesto contigo mismo, date un tiempo para pensar y decide qué quieres hacer con esa amistad. Háblalo con él o ella si lo necesitas. No te sientas culpable por soltar, a veces las amistades cambian o el vínculo se rompe, y no pasa absolutamente nada (aunque deberemos hacer un duelo). El cambio es parte de la vida, y soltar, cuando así lo sentimos, es la oportunidad para abrirle las puertas a nuevos compañeros de vida y también, a la vida en sí.

Foto | Portada (Película Thelma & Louise, 1991)

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