La vitrificación o criopreservación de óvulos, lo que conocemos como "congelar óvulos", ha aumentado en un 500% en España en los últimos diez años, y son principalmente las mujeres entre 28 y 35 años las que recurren a esta técnica para preservar su fertilidad por diversos motivos.
Pero contrario a lo que muchas personas piensan, y a diferencia de cómo se ha tratado este tema en medios y en redes sociales, las mujeres profesionales no están congelando sus óvulos con el fin de retrasar su maternidad para avanzar en su carrera profesional, sino por una razón de carácter más personal: la falta de una pareja responsable y comprometida. "Esto es principalmente acerca de mujeres que están congelando sus óvulos simplemente porque no logran encontrar un compañero", comenta la profesora de la Universidad de Yale y antropóloga médica Marcia C. Inhorn.
En su libro "Motherhood on Ice: The Mating Gap and Why Women Freeze Their Eggs" (Maternidad en el hielo: La brecha reproductiva y por qué las mujeres congelan sus óvulos), explora los motivos por los cuales podemos observar una reciente y creciente tendencia de mujeres que eligen emprender la odisea de congelar sus óvulos.
Para la investigación de su libro, Inhorn entrevistó a 150 mujeres estadounidenses que habían congelado sus óvulos. La mayoría de ellas se encontraba entre la década de los treinta y principios de los cuarenta, y participaron de forma voluntaria en su investigación. Sus testimonios arrojaron una conclusión que ha resultado sorprendente.
Este descubrimiento es algo que no esperaba la antropóloga Inhorn cuando comenzó su investigación, quien nos cuenta en entrevista exclusiva para Bebés y más que esto fue algo sorprendente para ella y que, de hecho, la mayoría de las mujeres ya tenían carreras profesionales bien establecidas, por lo que esa creencia de congelar los óvulos para enfocarse en una carrera no era en realidad lo que estaba ocurriendo.
A través de 150 historias, algunas tristes y otras esperanzadoras, se fue revelando que la causa principal detrás del aumento en la congelación de óvulos estaba directamente relacionada con problemas de relaciones de pareja o la falta de una. De hecho, el 82% de las mujeres estaban solteras al momento de congelar sus óvulos, mientras que el 18% de ellas tenía pareja, pero se encontraba en una relación en la que ellos no se sentían listos para tener hijos o que aún se encontraba en etapas muy tempranas.
N° de mujeres que han crioconservado óvulos en España: gráfico
La brecha reproductiva: las mujeres están más preparadas que los hombres
De acuerdo con lo que nos comparte la antropóloga, en las investigaciones y entrvistas que realizó durante la elaboración de su libro encontró algo que llamó "la brecha reproductiva": la falta de hombres elegibles, educados en niveles similares, e iguales a ellas en términos de querer tener una pareja estable y reproductiva, es decir, con mujeres que quisieran casarse y tener hijos.
"Estas son mujeres que querían lo que yo llamé las 3 P: una pareja (partner), querían quedar embarazadas usando su propio óvulo (pregnant) y querían ser madres (parent). Tenían lo que se llama deseos heteronormativos tradicionales, querer formar una familia con una pareja."
Sin embargo, ella señala que la principal dificultad ante la que se encuentran las mujeres entrevistadas es la disparidad educativa, un problema actual que ya ha sido estudiado en otras investigaciones estadounidenses.
En su libro, ella analiza esta disparidad en diversas partes del mundo y encontró que en más del 60% de los países -entre ellos España- hay muchas más mujeres en la educación superior que hombres: "Entonces, si quieres una pareja igual y educada que, como tú, haya ido a la universidad y entienda por qué quieres tener una carrera, que sea igual a ti en términos educativos, es imposible que todas las mujeres lo consigan, porque simplemente no hay suficientes hombres de ese tipo", explica.
Durante la entrevista nos menciona que en España, de acuerdo con los datos obtenidos para su investigación, en 2019 había un 18% más de mujeres en educación superior que de hombres, por lo que "no es tan malo como en otros países europeos", como en el caso de Suecia y Noruega donde superan el 30%: "Estas disparidades tendrán enormes implicaciones para la vida de las mujeres".
Los hombres ya no quieren tener hijos
Además del evidente cambio en la cantidad de mujeres y hombres con preparación profesional, la antropóloga Inhorn señala otro cambio importante en las metas de vida de los hombres que sí son profesionales preparados, un tema que causaba desconcierto a las mujeres de su libro:
"Algunas de ellas preguntaban: '¿Qué está pasando con los hombres?' Simplemente parece que ellos ya no desean ser padres. [...] Algunas mujeres me decían: 'Mira, creo que los hombres de esta generación simplemente tienen otras metas de vida.' Quizás la generación de nuestros padres quería casarse y tener hijos. Pero en las generaciones más jóvenes las personas están replanteándose esto: ¿es esa una meta, algo que quiero hacer?"
Muchas mujeres le comentaban que tenían muchos amigos, que eran hombres geniales, preparados académicamente y que eran excelentes amistades, pero para quienes tener hijos simplemente no es una meta. "Sus vidas tenían otras cosas que eran importantes para ellos y que no tenían nada que ver con ser padres".
Pero este cambio de metas no solo se limita a los hombres. Aunque es verdad que en este libro en particular podíamos observar que ellas sí querían tener hijos y ellos no, en general ha habido un cambio de mentalidad en los últimos años y las generaciones más jóvenes -tanto hombres como mujeres- están eligiendo no convertirse en padres ni madres.
Las normas tradicionales de género siguen estando presentes
Regresando la conversación al principal descubrimiento del libro -que las mujeres están congelando sus óvulos al al tener dificultades para encontrar pareja-, la profesora nos explica los conceptos de hipergamia e hipogamia:
Se supone que las mujeres deben casarse con alguien que es ligeramente mayor que ellas, que tiene más educación y un mejor trabajo, que es quien genera el dinero (hipergamia), mientras que se espera que los hombres se casen con alguien "inferior" a ellos: alguien más joven, fértil, con menos educación y un menor puesto laboral (hipogamia)."
"Esas son normas tradicionales de género que aparentemente aún existen, porque muchas mujeres hablaron de hombres con quienes salían a citas, pero que se sentían básicamente intimidados por ellas. Porque estas mujeres eran muy exitosas, con muy buena educación y buenos trabajos. Los hombres simplemente se mostraban abiertamente intimidados por ellas".
Comparte incluso, que algunas de ellas recibían comentarios ofensivos por parte de ellos o notaban que simplemente desaparecían tras haber salido en una cita con ellas. "Alguien también necesita estudiarles a ellos", bromea la profesora, aclarando inmediatamente que no se trata de tomar una postura anti hombres: "No quiero condenar a los hombres."
¿Una posible solución?
Tal y como nos explica Inhorn, este no es un simple problema de las mujeres, sino de una complicada situación demográfica y social:
"El deseo de las mujeres es encontrar alguien con su mismo estatus académico, pero simplemente no hay suficientes hombres con esta preparación. Así que las mujeres tendrán que recurrir a buscar pareja en hombres de distinto nivel profesional".
Nos comenta que esto tiene un nombre en inglés: mixed-collar dating, y se refiere al emparejamiento de personas con distintos niveles de trabajo o preparación. Los trabajadores de cuello azul o blue collar workers, que son quienes trabajan en labores manuales o trabajan por proyectos o sueldo según sus horas de trabajo; y los de cuello blanco o white collar workers, que son los oficinistas, ejecutivos o que tienen puestos administrativos con salarios anuales establecidos.
Un ejemplo de esto es ella misma, quien tras un matrimonio fallido conoció a alguien con un diferente nivel educativo, con quien hoy en día está casada y juntos tienen dos hijos mayores:
"Esto es algo sobre lo que las mujeres tendrán que pensar, encontrar a alguien que no sea del mismo nivel educativo, que es lo que hice yo misma. Yo era una mujer divorciada a principios de mis treintas y realmente quería hijos. Conocí a alguien que no se encontraba ni cerca de tener el mismo nivel educativo: yo ya tenía una maestría y doctorado, él había abandonado la universidad. Eventualmente, el completó sus estudios y obtuvo una maestría, pero en esa época nos encontrábamos en líneas de tiempo muy diferentes. Sin embargo, yo sabía que él era una persona inteligente, que provenía de una familia similar a la mía. Simplemente aún no había terminado su educación".
También nos cuenta el caso de una de las mujeres que entrevistó durante la realización de su libro: una abogada que provenía de una de las universidades más prestigiosas del mundo, con muchos títulos educativos y que terminó casándose con un bombero. "Tienen 10 años juntos y dos hijos, incluyendo un bebé de uno de sus óvulos congelados. Ella encontró una persona increíble que no tenía el mismo nivel educativo que ella y eso es algo que las mujeres tendrán que pensar: '¿Por qué tengo que tener a alguien con la misma educación que yo?' Hay muchos hombres buenos y amables que probablemente sean muy buenas parejas, simplemente no tienen el mismo nivel educativo".
Como comentario final, la antropóloga nos dice que espera que su investigación ayude a aliviar los sentimiento de soledad de las mujeres que se encuentren en esta situación, en sus treintas y con deseos de ser madre, pero sin una pareja: "Algunas mujeres me contactaron después de leerlo y me dijeron: Fue triste leerlo pero al mismo tiempo me hizo sentir mejor, porque me di cuenta que esto no solo se trataba sobre mí, sino de un problema social que está ocurriendo en todo el mundo", concluye.