Al principio se trataba de noticias anecdóticas que se conocían de vez en cuando, pero la moda se está extendiendo: el crear espacios en el que el acceso a niños está prohibido pasó de ser un reclamo exclusivo de hoteles, a verse de forma cada vez más frecuente en restaurantes, cines, aerolíneas e incluso museos y bibliotecas.
Este es un tema complejo. Movimientos como el antinatalismo, que promueven el dejar de tener bebés para hacer de este un mundo más sostenible y factores como la pandemia, que nos ha hecho menos cercanos -algunos se atreven a decir que menos empáticos-, nos están convirtiendo en una sociedad menos tolerante con los más vulnerables, entre ellos por supuesto, los niños.
De niños jugando en la calle a una "niñofobia" extendida
Pasamos de ser una sociedad en la que lo normal era ver a los niños jugando en la calle, en donde conocían y se relacionaban con sus vecinos (tanto niños como adultos), a una sociedad encerrada en nuestro mundo individual. Los "ruidos que hacen" (ya sean risas o lloros) molestan y "la responsabilidad de acallarles" es de los padres. Un panorama muy triste visto desde la perspectiva de un niño.
La niñofobia (aunque no es un término reconocido como tal por la Real Academia Española RAE, ni como fobia por la psicología) es precisamente eso: el rechazo a los niños por el simple hecho de ser niños. Un término cada vez más extendido por obra y gracia de las redes sociales que han hecho que se presenten casos más absurdos como el regalar una bolsa de caramelos a cada pasajero de un avión como "disculpas anticipadas" del comportamiento que pueda tener un bebé. La sociedad soporta cada vez menos a los niños y sus comportamientos normales, olvidando que todos hemos pasado por ahí.
Poco a poco estamos perdiendo esa interacción que nos ayuda a enseñarles a convivir en sociedad desde pequeños y a los padres sentirnos pertenecientes a esa "tribu" de tu entorno que entiende que los niños necesitan aprender esas habilidades a partir de la experiencia. No solo les están discriminando a ellos, también lo están haciendo con nosotros, los padres, porque aunque la mayoría simplemente cumplimos con los derechos de admisión que se imponen, es un mensaje para todos: los niños (y por ende las familias) da la sensación de que cada vez somos menos bienvenidos.
"Pero es que los adultos tenemos derecho a disfrutar de espacios sin niños"
Está claro que si la oferta está aumentando es porque la demanda lo está haciendo de forma más rápida. Los sitios "adults only" (el anglicismo no es capricho, es que ya he visto varios carteles literales), son un reclamo que está triunfando, principalmente en ciudades que tienen una afluencia importante de turistas. En España, el 5% de los hoteles son “sólo para adultos”.
A nivel regulatorio es muy complejo esclarecer si este tipo de oferta es legal. Por un lado, según la constitución, los españoles son iguales ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social (no se menciona la edad), y por el otro, existe el derecho de admisión (cuya gestión depende de cada Comunidad Autónoma), que le contradice en cierta manera, ya que se puede ejercer, por ejemplo, "cuando la o las personas que quieran ingresar al local o evento no tengan la edad mínima exigida para estar en él".
Por si fuese poco, el gobierno aboga por la inclusión de los menores en la vida ciudadana en detrimento de la prohibición. Según la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, "los menores tienen derecho a participar plenamente en la vida social, cultural, artística y recreativa de su entorno, así como a una incorporación progresiva a la ciudadanía activa".
Está claro que este es un nicho de mercado muy interesante desde el punto de vista de negocio porque atraen una clientela creciente en número y con mayor poder adquisitivo. Sin embargo desde Hosteltur, la plataforma de información turística para profesionales del sector turístico, afirman que "el vacío legal no impide que cada vez sean más los hoteles sólo para adultos".
La tolerancia y el sentido común, dos valores que deberíamos cultivar para criar a nuestros niños
Este es un problema de adultos cuyas consecuencias las pagan los niños. Tal vez la solución pasa por que reflexionemos más, tanto si estamos en el lado de los padres, educando con sentido común para que los niños puedan estar en un sitio público compartiendo con adultos, tal y como lo hicimos todos nosotros cuando éramos pequeños. Pero también por el lado de los dueños de los sitios de ocio: facilitemos las cosas a las familias, hagamos entre todos un ambiente más amable para los niños, no les hagamos sentir excluidos porque los beneficios los obtendremos todos como sociedad.
Imagen de mrsiraphol