Cada 20 de noviembre se celebra el Día Universal del Niño para llamar la atención sobre los problemas que afectan a los niños, uno de los colectivos más vulnerables y, en ocasiones, olvidados, y para que nos impliquemos todos en proteger su maravillosa inocencia y sus derechos.
Este día se conmemoran los aniversarios de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos del Niño (1959) y la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño (1989) que establece una serie de derechos para los niños y las niñas, incluidos los relativos a la vida, la salud y la educación, el derecho a jugar, a la vida familiar, a la protección frente a la violencia y la discriminación, y a que se escuchen sus opiniones.
Es esencial que todos nos concienciemos sobre la importancia de proteger a los más pequeños, pero los Derechos de los niños estarán más cerca de lograrse para todo el mundo en el futuro si son ellos, los que hoy son niños, los que toman conciencia de su importancia.
Los Derechos de los Niños
No importa dónde hayan nacido, cuál sea el color de su piel o qué idioma hablen. Estos derechos son para todos los niños y niñas. Sin excepción. Por ello, los adultos tenemos que tenerlos siempre presentes en cada decisión que tomemos.
- Derecho a tener un nombre, una nacionalidad, una vivienda y unas condiciones de vida dignas
- Derecho a la supervivencia y a la salud
- Derecho a la educación
- Derecho al juego
- Derecho a ser protegidos contra el maltrato físico y psicológico
- Derecho a no ser separados de su familia
- Derecho a manifestar sus opiniones y a ser respetados por ello
- Derecho a la protección contra el trabajo, la explotación, la trata de menores y la participación en conflictos armados.
¿Niños mejores que sus padres?
Si hablamos sobre los niños, y las diferencias entre generaciones, Unicef publicó la encuesta La infancia en transformación realizada en 21 países entre población de dos grupos de edad: niños y jóvenes de hasta 24 años y personas de 40 en adelante. En ella revela que España tiene el nivel más bajo de creencia en que los hijos podrán aspirar a una situación económica mejor que la de sus padres.
“Ambas generaciones, la de los jóvenes y la de los mayores de 40 años, coinciden en que el futuro económico va a ser más complicado para quienes son hoy niños que para sus padres. Aunque, en general, los jóvenes son más optimistas sobre el futuro del mundo, lo cierto es que en los países ricos se hace patente la ansiedad económica”, explica la Responsable de Participación Infantil, Lucía Losoviz.
A nivel global, los niños y jóvenes son casi un 50% más propensos que las personas adultas a creer que el mundo se está convirtiendo en un lugar mejor con cada nueva generación. Además, creen en mayor medida que el periodo de la infancia es mejor ahora que en épocas anteriores, y que los jóvenes de hoy disfrutan de una atención sanitaria, educación y seguridad física mejores que la generación de sus padres.
Sin embargo, a pesar de su optimismo, los jóvenes del mundo no son ingenuos y están preocupados por el futuro. Entre las razones para el pesimismo destacamos, por ejemplo, el cambio climático, creen que los gobiernos deberían tomar medidas para afrontarlo, la pandemia de la COVID-19, piensan que los países deberían trabajar en coordinación y no en solitario, y también resaltan la pobreza y la desigualdad, el aumento de la desconfianza y un nacionalismo creciente.
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