Qué es el 'orbiting', la forma ambigua de relacionarse que confunde a los adolescentes

Qué es el 'orbiting', la forma ambigua de relacionarse que confunde a los adolescentes
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Imagina que alguien te deja de hablar, te ignora en WhatsApp, no responde a tus mensajes, pero sigue dándole like a tus fotos, viendo todas tus historias y comentando tu último reel con un emoji de fuego. No quiere hablar contigo, pero tampoco se va. Te deja de lado, pero te observa... Y aunque no lo diga, ahí sigue. Orbitando.

No se trata de una nueva estrategia de marketing digital. Es una forma de relacionarse cada vez más presente en la vida de los adolescentes: el orbiting.

Y no, tampoco es un capricho de la generación Z. Es un síntoma de algo más profundo: una forma de comunicación ambigua, confusa y emocionalmente desgastante que ha encontrado en las redes sociales su escenario perfecto.

¿Qué significa que alguien te esté orbitando?

El término orbiting, que en inglés significa "estar en órbita", fue acuñado por la periodista Anna Lovine para describir a quienes, tras cortar el contacto directo con alguien —sobre todo después de una relación romántica—, siguen interactuando con su contenido digital.

No responden, no hablan, pero ahí están: dando likes o comentando las publicaciones. Esto, claro, deja a la otra parte en una constante incertidumbre emocional.

Para un adolescente que vive buena parte de sus vínculos a través de pantallas, esto puede ser demoledor. Porque el orbiting, además de ser una estrategia evasiva, es una especie de limbo emocional. No sabes si esa persona aún siente algo por ti o simplemente no quiere soltar el control. Es el llamado refuerzo intermitente ("una de cal y otra de arena") que genera tanto enganche.

No es ghosting, es peor

El ghosting es desaparecer sin dar explicaciones. Frío, seco, brutal. Pero al menos es claro (aunque duela). El orbiting, en cambio, es una especie de desaparición con luces encendidas. Como si alguien te dejara, pero siguiera espiando por la mirilla.

Para los adolescentes, que están en pleno desarrollo de su identidad emocional y afectiva, este tipo de comportamientos es especialmente tóxico. La incertidumbre pesa. ¿Por qué sigue viendo mis historias si ya no me quiere? ¿Será que se arrepiente? ¿Y si le hablo otra vez? Todo esto genera ansiedad, dependencia emocional y una búsqueda de aprobación que mina la autoestima.

Así sería una situación de orbiting

Imaginemos a Carla, 16 años. Salía con Dani desde hacía meses. Una relación adolescente, con mariposas en el estómago y promesas por Instagram. Hasta que un día, Dani dejó de contestar.

Carla se pasó semanas revisando el doble check azul, preguntándose qué había hecho mal. Pero ahí estaba Dani, viendo sus stories, reaccionando con corazones a su foto en la playa, incluso comentando fuegos en su TikTok de baile. Carla volvía a ilusionarse, para luego caer en la cuenta de que nada había cambiado: Dani no quería volver. Solo orbitaba.

¿Por qué lo hacen?

Hay muchas razones. Algunos adolescentes orbitan por miedo a cortar de raíz o por falta de madurez emocional. Otros porque quieren mantener abierta una puerta por si acaso. Algunos lo hacen para tener control, para que el otro no les olvide, para sentirse importantes... Y también están quienes lo hacen sin pensar, por pura inercia digital.

El problema es que, para quien lo sufre, la experiencia no es inofensiva. El orbiting es un tipo de ambigüedad relacional que deja huella: ni contigo ni sin ti, ni amor ni indiferencia. Solo confusión.

¿Cómo protegerse del orbiting?

Aquí no hay recetas mágicas, pero sí una premisa clara: quien no se queda de verdad, no merece un lugar en primera fila. Para los adolescentes, esto significa aprender a poner límites también en lo digital. Silenciar, bloquear, dejar de mirar quién ha visto las stories. Recuperar el control del propio espacio emocional.

No se trata de vengarse ni de jugar el mismo juego. Se trata de cuidar la salud mental, de entender que una reacción en Instagram no es un vínculo, y que quien no se atreve a hablar contigo, tampoco debería estar observando desde la sombra.

Ayudar a los adolescentes a identificar estas dinámicas

En el fondo, el orbiting no es más que una versión digital de algo muy viejo: el miedo al compromiso, al vacío, a decir adiós. Lo que cambia es la forma, no el fondo.

Por eso, acompañar a los adolescentes en esta etapa pasa también por enseñarles a identificar estas dinámicas, a hablar de sus emociones y a ponerle nombre a lo que duele. Porque sí, a veces un like no es solo un like. Es una forma de seguir enganchado sin dar la cara. Y eso, en plena adolescencia, duele.

Foto | Portada (Freepik)

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