
La inteligencia emocional es la capacidad que nos ayuda a identificar, entender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás, ayudándonos no solo a entendernos mejor a nosotros mismos, sino también a los demás, construyendo así relaciones saludables.
Aunque quizás en el pasado no se usaba con frecuencia el término de "inteligencia emocional", lo cierto es que desde siempre ha sido una parte importante de la crianza de lo hijos, por lo que muchos padres de generaciones anteriores la ponían en práctica incluso sin saber que tenía este nombre.
Si te reconoces en los tres rasgos que compartiremos a continuación, es muy probable que tus padres hayan hecho un gran trabajo en tu educación emocional.
Sabes poner límites de manera saludable
Poner límites es una de esas cosas que, si no sabemos cómo hacerlo o nunca lo hemos hecho, puede ser algo muy difícil o intimidante. De hecho, de acuerdo con la experiencia profesional de nuestra psicóloga en Bebés y más, el 99% de los pacientes dice que se sienten culpables al hacerlo.
Por ello, el saber ponerlos de manera saludable (sin culpa y sin sentirte egoísta) es una gran señal de que tuviste una gran educación emocional en casa, en la que tus padres te enseñaron desde temprana edad que tus emociones y necesidades son tan válidas e importantes como las de los demás.
No huyes de tus emociones ni tratas de minimizarlas
Una de las señales más claras de haber recibido una buena educación emocional esa nuestra forma de reaccionar ante las emociones que sentimos. La educación emocional nos enseña que no hay emociones buenas ni malas, solo agradables y no agradables. Y todas son necesarias.
Así, si tienes la capacidad de reconocer las emociones que sientes, validarlas y entender de dónde provienen en lugar de ocultarlas, reprimirlas o minimizarlas, seguramente creciste en un hogar donde eras escuchado y te enseñaron a nombrar y validar lo que sentías.
No necesitas tener siempre la razón
Los conflictos y las conversaciones donde tenemos puntos de vista distintos a los de los demás, pueden convertirse en momentos de tensión si no sabemos manejarlos adecuadamente. Pero cuando se tiene una buena inteligencia emocional, es sencillo entender que no es necesario competir con los demás ni tener siempre la razón.
Si escuchas y respetas lo que dicen otros -incluso si no estás de acuerdo con ellos-, es una clara señal de que recibiste una buena educación emocional en casa, enfocada en la empatía y el respeto.
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