El sueño de los bebés es un caballo de batalla en la mayoría de las familias. De hecho, se ha calculado cómo influye en el descanso familiar la llegada de un bebé y se estima que, durante el primer año de vida de su bebé, los padres pierden más de 700 horas de sueño. Por otro lado, el sueño es una parte fundamental de los más pequeños, llegando a suponer 13 de los primeros 24 meses de vida.
A veces, hay bebés que desde muy pequeños comienzan a dormir varias horas seguidas (y los padres están encantados), pero llegados los 4 meses, en otros casos los 8 meses... vuelven a despertarse en numerosas ocasiones, incluso más que cuando eran recién nacidos. ¿Por qué suceden estas regresiones?
¿Cómo es el sueño de los bebés?
Antes de nada, recordemos brevemente que el sueño de los bebés es claramente diferente del de los niños más mayores y los adultos.
Por un lado, carecen de ritmo circadiano; esto es, no distinguen día de noche sino que duermen siestas a lo largo de las 24 horas que dura el día, independientemente de si hay luz u oscuridad. El ritmo circadiano, que regula que durmamos por la noche (oscuridad) y estemos despiertos por el día (luz), aparece hacia los 3 meses y se consolida sobre los 5-6.
Por otro lado, los bebés nacen con 2 fases de sueño: activo (o fase REM de sueño) y tranquilo (o fase no REM) que se van alternando en los llamados ciclos de sueño, que a esa edad son muy breves (unos 40 min). Progresivamente irán incorporando nuevas fases de sueño hasta las 4 que tiene el sueño adulto e irán alargando sus ciclos de sueño.
¿Qué son las regresiones del sueño?
También llamadas crisis de sueño, las regresiones del sueño son periodos en los que los bebés comienzan a dormir peor, con más despertares y/o tardando más en conciliar el sueño. Son propias del desarrollo de nuestro bebé y, en general, tras unos días o semanas suele volver a recuperarse su patrón de sueño.
En general, estas regresiones suelen producirse a edades similares en la mayoría de los bebés, pues coinciden con la adquisición de hitos del desarrollo o maduración. Así, es frecuente que aparezcan a los 4 meses, entre los 8 y los 10 meses y en torno al año. También pueden producirse regresiones del sueño debido a sucesos "ajenos" a ellos o que les influyen a nivel mental, como la vuelta de la madre y/o padre al trabajo, el comienzo de la escuela infantil, cambios de habitación...etc.
La crisis de los 4 meses probablemente sea una de las más marcadas. En torno a esta edad, los bebés comienzan a adquirir ritmo circadiano y a incorporar otras fases de sueño, lo que hace que se despierten brevemente entre una y otra y esto se traduzca en mayores despertares durante la noche.
En torno a los 8 meses, los bebés sufren la llamada angustia de separación. Se dan cuenta de que son seres independientes y que su madre puede separarse de ellos. Esto les lleva en muchas ocasiones a aumentar los despertares nocturnos y a necesitar sentir que su madre está al lado. Además, esta crisis puede coincidir con la salida de los dientes.
Por otro lado, los hitos del desarrollo motor, como gatear (en torno 8-10 meses) o caminar (a partir del año) también suponen un aumento de los despertares nocturnos y especialmente, una dificultad para conciliar el sueño, pues no quieren dejar de practicar lo aprendido.
¿Cómo manejar estas regresiones?
Como hemos visto, las regresiones forman parte de la maduración del bebé, así que poco podemos hacer para evitarlas. Sin embargo, sí podemos dar algunos consejos para minimizarlas o sobrellevarlas lo mejor posible y que los bebés recuperen su patrón de sueño cuanto antes.
Lo primero es conocer que son normales y temporales, mejoran con el tiempo. Y saber además que forman parte del desarrollo evolutivo de nuestro bebé.
Además, es fundamental mantener e incluso intensificar las rutinas. Respetar las siestas (no es momento de reajustarlas durante una regresión), mantener similares horarios de despertar y de irse a la cama y las mismas secuencias (cena, bañito, pecho/biberón, música y a dormir, por ejemplo). Hay que evitar que lleguen cansados a la noche (lo de cansarles mucho durante el día para que duerman mejor de noche, es un mito). También ayuda que duerma a oscuras, especialmente de noche y evitar encender la luz en los despertares (la melatonina, hormona inductora del sueño, se segrega cuando hay oscuridad y se inhibe con la luz).
Por otro lado, en algunas regresiones pueden funcionar algunos trucos concretos. Por ejemplo, en la de los 8 meses es fundamental que sienta cercana a su madre para que se sienta seguro y podemos jugar a juegos como el cucú-tras o esconder objetos para que aprenda que, aunque no puede ver algo o a alguien no quiere decir que haya desaparecido.
También puede ser de utilidad tener un objeto de apego (podemos introducirlo en torno a los 6 meses), para que se sienta seguro durante el sueño.
En cuanto al desarrollo de nuevas habilidades motoras, como el gateo, ponerse de pie o caminar, es recomendable practicar mucho durante el día, para que no sientan esa necesidad imperiosa de hacerlo durante la noche.
Si alguna de las regresiones coincide con la salida de los dientes, podemos darles paracetamol (dosis según su peso calculada por su pediatra y por boca, nada de aplicarlo en las encías).
Por último, es muy importante no hacer cambios (en la medida de lo posible), que puedan afectar al sueño del bebé durante una crisis de sueño. Así por ejemplo, es preferible esperar a que el sueño se estabilice para el cambio de habitación, para suprimir una siesta o para retirar el chupete.