El ASMR (Autonomous Sensory Meridian Response, o "Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma" en español) es un fenómeno biológico relacionado con la percepción de ciertas sensaciones asociadas con el bienestar y el placer (tanto a nivel físico como psicológico).
Aparece generalmente como respuesta a estímulos auditivos como susurros u otros que se han hecho virales en las redes sociales, especialmente en TikTok, con el hashtag #ASMR. Los creadores de contenido salen haciendo de todo; cocinando, maquillándose, ordenando, hablando (o más bien, susurrando)... Aquí vemos un vídeo de ejemplo (hay infinidad de variedades):
Pero, ¿por qué a algunos este tipo de sonidos les relaja hasta incluso dormirlos y a otros les pone muy nerviosos y lo detestan? La ciencia ha intentado dar respuesta.
Esto nos relaja en el ASMR
Emma Barratt y Nick Davies, psicólogos de la Universidad de Swansea (Reino Unido), analizaron por primera vez en 2015 qué motivaba a la gente a ver los vídeos de ASMR: Su estudio fue publicado en la revista 'PeerJ' y contó con 475 voluntarios.
Tal y cómo afirmaron los autores: "El ASMR puede ser inducido, en aquellos que sean susceptibles, por un conjunto de detonantes bastante consistente". Pero, ¿qué detonantes? Básicamente aquellos sonidos o acciones que desencadenan la sensación de placer y relajación, a los que en ocasiones se une un cosquilleo en la cabeza o el cuello.
"Dado los beneficios reportados del ASMR en mejorar el ánimo y los síntomas del dolor, sugerimos que se someta a más investigaciones como una medida potencialmente terapéutica similar a la meditación o el mindfulness".
Los investigadores también preguntaron a los usuarios de vídeos ASMR cuáles eran exactamente esas fuentes de bienestar que encontraban en internet, y, spoiler, los susurros ganaron. Estas fueron sus respuestas:
No es casualidad que la mayoría de creadoras de contenido ASMR (y creadores, aunque la mayoría son mujeres) susurren durante todos sus vídeos, ya que el 75% de los participantes lo pusieron primero en la lista de cosas que les generan esa relajación.
En segundo lugar estaba la atención personalizada (aunque lo estés viendo en internet siempre te hablan de "tú") y los sonidos 'crujientes', como por ejemplo, abrir y cerrar potes de comida, papel de aluminio doblándose o unos dedos tamborileando en la tapadera de plástico de una crema facial.
La personalidad influye en la aparición o no de ASMR
Pero no a todo el mundo le relajan este tipo de vídeos y sonidos. Parece ser que la personalidad tiene un papel importante en determinar si disfrutaremos o no con estos vídeos.
Un estudio de 2017 encontró que los que sienten el ASMR puntúan muy alto en inestabilidad emocional (neuroticismo) y apertura a las nuevas experiencias. Por contra, puntúan menos que los controles en aspectos de la personalidad como extroversión, amabilidad y responsabilidad.
Así que, más allá de estos datos concretos, sabemos (y es lógico pensar) que la personalidad de cada uno influye en lo que nos relaja y lo que no (también las experiencias previas, los gustos personales e incluso el estado de ánimo).
El ASMR: o lo tienes, o no
Por otro lado, un estudio reciente publicado en PLOS por psicólogas de las universidades de Manchester y Sheffield, ofrece dos hallazgos muy interesantes sobre el tema: el primero, que si no lo tienes, no lo tienes. Así, por mucho que una persona quiera relajarse con ese tipo de vídeos, si no tiene ASMR podrá tranquilizarse, pero nunca sentirá ese cosquilleo único que les recorre el cráneo y baja por la espina dorsal.
Y aunque no hay estudios oficiales sobre su prevalencia, Giulia Poeiro, psicóloga de la universidad de Sussex e investigadora de ASMR, afirma en una entrevista para La Voz de Galicia que se estima que 1 de cada 5 personas tendría capacidad para experimentar esto.
El segundo hallazgo es que la relajación por ASMR activa también otras respuestas fisiológicas y, por ejemplo, reduce el ritmo cardíaco o aumenta la conductividad de la piel, algo que ocurre cuando se alteran ciertos estados emocionales.
El extremo opuesto del ASMR: la misofonía
Y en el otro extremo del ASMR encontramos la misofonía, o sensibilidad selectiva al sonido, un trastorno neurológico que consiste en la intolerancia a los sonidos cotidianos producidos por el cuerpo de otras personas, como comer, sorber, toser, masticar, o también por sonidos producidos al utilizar ciertos objetos (por ejemplo, el ruido metálico de los cubiertos al chocar entre sí), los cuales pueden desencadenar ansiedad y conductas agresivas.
Pero, ¿por qué se sufre? En 2018 se hizo el mayor estudio realizado hasta la fecha sobre misofonía, por científicos holandeses, que fue incapaz de encontrar causas relevantes para que alguien sintiera esa aversión a determinados sonidos. Según los autores; "Es poco probable que otro trastorno clínico, psiquiátrico o psicológico subyacente 'real' pueda explicar la misofonia".
Pero encontraron otro hallazgo curioso; aproximadamente el 50% de los voluntarios que reportaron sufrir misofonía eran también capaces de disfrutar el ASMR.
"Esto plantea una pregunta interesante sobre los mecanismos misofónicos: ¿La anormal prominencia a estímulos y la percepción alterada de los estados del cuerpo permite también recibir respuestas emocionales y físicas positivas a sonidos particulares?"
Aún es muy pronto para conocer la respuesta, pero en algunos estudios sugieren que la misofonía y el ASMR representan dos extremos de un mismo espectro de sensibilidad al sonido.
Sucede que, algunos sonidos, como el de alguien masticando o chasqueando los labios, resultaban estar en ambos grupos. Así, el ASMR puede relajarte, exacerbarte o ambos; ¿a ti qué te produce? Será interesante seguir investigando sobre este curioso fenómeno.
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