La regla de los 15 segundos para ser más empáticos: la técnica que todos deberíamos aprender antes de hacer un comentario

¿Se lo digo o no se lo digo? ¿Cómo saberlo? Cuántas veces nos habremos hecho estas preguntas en alguna conversación. Y, sin embargo, no siempre es fácil discernir qué comentarios es mejor evitar en nuestras relaciones personales.

Cuántas veces también, nos hemos arrepentido de decir algo, solo para darnos cuenta, justo después, de que no aportaba nada positivo... Y es normal equivocarnos, pero siempre deberíamos estar abiertos a aprender.

Para resolver estas dudas, puede ayudarnos recurrir a una técnica muy sencilla: la regla de los 15 segundos, que nos ayudará a ser más empáticos y a evitar esos momentos incómodos en los que nuestras palabras, aunque no eran malintencionadas, hieren o incomodan al otro.

¿En qué consiste la regla de los 15 segundos?

Es fácil de recordar y aún más útil de aplicar: si lo que estamos a punto de decir se refiere a algo que la otra persona no puede cambiar en 15 segundos o menos, mejor no lo digamos. La idea detrás de esta técnica es evitar hacer comentarios que puedan resultar hirientes o desmotivadores, especialmente si no tienen un propósito constructivo.

Si lo que estamos a punto de decir se refiere a algo que la otra persona no puede cambiar en 15 segundos o menos, mejor no lo digamos.

¿Un ejemplo clásico? Decir "tienes algo entre los dientes" es útil porque la persona puede arreglarlo en un momento. Sin embargo, decir "has engordado", además de resultar innecesario y maleducado, también puede afectar a la otra persona, que probablemente ya esté al tanto de su peso y no pueda cambiarlo en esos 15 segundos.

Esta técnica es una herramienta para fomentar la empatía en la comunicación, ayudándonos a pensar en cómo nuestras palabras afectarán a la otra persona. ¿Vamos a hacerla sentir mejor, aportarle algo útil o positivo? Si la respuesta es no, puede que sea mejor guardarnos ese comentario.

Ejemplos prácticos y alternativas empáticas: aplica así la técnica

Película 'Mi amor perdido' (2018)

Para entender mejor cómo funciona esta técnica en el día a día, te proponemos algunos ejemplos concretos y cómo darles la vuelta a través de una alternativa empática:

Ejemplo 1: "Tienes ojeras hoy"

¿Te ha pasado que alguien te dice esto nada más verte? Quizá hasta te lo dicen con un tono de broma, o incluso como una forma de preocupación, pero el mensaje no deja de ser incómodo.

¿Qué podemos hacer con esta información? Nada, porque en 15 segundos, las ojeras no van a desaparecer. Comentarios como este solo consiguen hacer que la persona sea más consciente de algo que probablemente ya notó y no puede cambiar en ese momento.

  • Alternativa empática: Si tu intención era mostrar preocupación, puedes decir algo como "¿Todo bien? Si necesitas descansar o quieres hablar, aquí estoy". Así, demuestras interés sin señalar físicamente algo que puede incomodar.

Ejemplo 2: "Ese peinado no te queda bien"

Imagínate el panorama: te acabas de arreglar, te sientes bien, y alguien te dice que el peinado que llevas no te favorece. ¡Ups! Aquí tienes un clásico ejemplo de algo que no se puede cambiar en 15 segundos, y que más bien puede arruinar el ánimo de la persona.

  • Alternativa empática: Si de verdad sientes que tienes que decir algo (y eso ya es debatible), es mejor esperar hasta que la persona hable sobre el tema. Si en algún momento te pide tu opinión sobre su estilo, podrías ofrecer tus ideas con suavidad y respeto. Mientras tanto, mejor simplemente decir algo positivo o no decir nada. Y no se trata de mentir, ojo, pero sí de evitar ciertos comentarios innecesarios.

Ejemplo 3: "¿Por qué estás tan callado?"

En una reunión o una fiesta, alguien puede señalar que una persona está más callada de lo habitual. Este tipo de comentario puede hacer sentir a la persona (tal vez, simplemente introvertida), que no encaja o que debe comportarse de otra manera para satisfacer las expectativas del entorno.

¿Puede cambiar su estado de ánimo o su personalidad en 15 segundos? Evidentemente no, y un comentario de este estilo solo añade presión.

  • Alternativa empática: Si te preocupa su silencio, intenta acercarte más tarde y decir algo como "Me alegra verte aquí, ¿cómo estás?" Esto abre la puerta a una conversación más auténtica sin hacer que la otra persona se sienta juzgada.

Ejemplo 4: "Ese color no te favorece"

La elección de ropa, colores y estilos es algo personal, y señalar que un color específico "no favorece" puede ser un golpe a la autoestima de quien lo lleva. Cambiar de atuendo en 15 segundos no es posible (al menos, no si ya no estás en casa), y lo más probable es que el comentario solo genere inseguridad.

  • Alternativa empática: Si la persona menciona que tiene dudas sobre su ropa, podrías opinar con delicadeza. Mientras tanto, celebrar su estilo, o simplemente callar, es siempre una opción amable y más empática.

¿Por qué nos cuesta tanto no decir lo que pensamos?

Decir lo primero que nos pasa por la cabeza es un impulso natural, especialmente si estamos en confianza. Sin embargo, parte de la empatía consiste en saber cuándo nuestras opiniones o comentarios son realmente útiles o amables.

Además, recuerda que el otro no necesita saber, constantemente, todo lo que te pasa por la cabeza, ya sea del físico o de mil temas más (eso no es sinceridad, es sincericidio). Y en este caso, la regla de los 15 segundos nos enseña a moderar ese impulso, permitiéndonos tomar un respiro antes de hablar, y esto puede ser clave para mejorar nuestras relaciones.

Parte de la empatía consiste en saber cuándo nuestras opiniones o comentarios son realmente útiles o amables.

Tres beneficios de aplicar la regla de los 15 segundos

¿En qué nos beneficia esta técnica? Algunas de sus ventajas son:

  1. Creamos relaciones sanas: Al reducir los comentarios innecesarios, evitamos herir a las personas, y nuestra comunicación se vuelve más constructiva.
  2. Cultivamos un ambiente positivo: Cuando nos enfocamos en comentar solo lo que es útil y positivo, creamos un entorno de confianza.
  3. Entrenamos la empatía: Este método nos entrena para ponernos en el lugar del otro antes de hablar, fomentando así un ambiente de respeto y apoyo.

Foto | Portada (Película No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, 2016)

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