¿Alguna vez has observado a dos personas que son casi idénticas pero no son familia? Si es así, has sido testigo del fenómeno doppelgänger, una palabra de origen alemán que significa "doble caminante" o "doble andante".
Aunque originalmente tenía un oscuro significado en la mitología y folclore nórdico y germánico, pues se creía que ver a un doble nuestro era mala suerte o augurio de muerte, hoy en día esta palabra se usa referirse a las personas que son muy parecidas físicamente.
De hecho, encontrar a personas casi idénticas sin ser familia no es tan raro (ni tan negativo) como anteriormente se creía, y la ciencia se ha encargado de explicarnos por qué todos podríamos tener nuestro propio doppelgänger.
Todos podemos tener un doble: la clave está en nuestro ADN
La respuesta, naturalmente, la encontramos en nuestro código genético. De acuerdo con una investigación, las personas que son casi idénticas físicamente sin ser familia tienen similitudes genéticas en las áreas responsables de los rasgos físicos.
Esto incluye desde la forma de la nariz y el tamaño de los ojos, hasta la pigmentación de la piel y la estructura ósea, que suelen ser las principales cosas en las que se observa esa similitud entre personas que no tienen familia en común.
Debido a que hay una cantidad limitada de combinaciones que pueden tener nuestros rasgos físicos, en realidad no resulta tan sorprendente que dos personas totalmente desconocidas luzcan casi idénticas, especialmente si tomamos en cuenta que somos más de siete mil millones de personas en todo el mundo.
Dicho de otro modo: existe la posibilidad de que todos tengamos un doppelgänger en algún lugar del mundo, aunque los investigadores señalan que puede no ser totalmente idéntico a nosotros a pesar de tener códigos genéticos similares, pues tanto el entorno como el estilo de vida pueden acentuar o atenuar ciertos rasgos físicos.
¿Hasta dónde llega la similitud entre estos desconocidos?
Que los doppelgänger compartan similitudes en su genética hace pensar que quizás no solo sean parecidos físicamente, sino también en personalidad. En este sentido, el estudio encontró que algunos de los sujetos del estudio compartían gustos similares, teorizando que quizás esas coincidencias genéticas podrían encontrarse en su personalidad.
Sin embargo, una investigación de Nancy Segal, profesora especializada en estudios de gemelos, demuestra que esto no suele ser así. Midiendo aspectos como la apertura, extroversión, amabilidad y estabilidad, Segal encontró que los desconocidos idénticos no eran parecidos en su forma de ser, ni tenían mayores probabilidades de tener rasgos de personalidad similares, al compararlos con estudios hechos en gemelos.
Pero aunque quizás no se parezcan en gustos o personalidad, sí que pueden ser similares en algo más que su rostro. Los investigadores del primer estudio señalan que las personalidades adictivas, como fumar, son en parte un rasgo genético, encontrando que cuando uno de los desconocidos era fumador, el otro probablemente también lo era.
Por otro lado, se encontró que gracias a que compartían genes similares en cuanto a su estructura ósea, los doppelgängers podrían tener andares y movimientos parecidos, lo que acentuaría aún más sus similitudes.
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