Cuando era niña recuerdo una compañera que, muy rubita de pequeña, empezó a crecer y a ponérsele el pelo cada vez más oscuro, hasta que, de repente, la tendencia pareció cambiar y cada vez lo tenía más que rubio, amarillo. Alguna cosa le ponían en el pelo para mantenerlo medianamente rubio. Aclararle el pelo a los niños siempre me pareció algo raro, especialmente cuando se usan productos con los que podemos verles luego las raíces de otro color.
Hace unos días os contábamos la historia escalofriante de esa madre que depilaba las cejas a su pequeña para lograr que luciera más bonita para esos espantosos concursos de belleza “infantil” donde las niñas parecen mujeres en miniatura y se visten y comportan como tales.
Ahora he ido descubriendo que no era un caso aislado y conozco varios niños que tienen un pelo curiosamente amarillo y claramente artificial. Los padres, generalmente, niegan usar ningún producto y los que lo admiten, confiesan que lo hacen para que el niño esté más guapo. La verdad es que no lo entiendo. Veo feísimo ese pelo pajizo claramente falso, más que por el pelo por lo que significa cambiar el aspecto de un niño.
Hay varios productos y recetas naturales que prometen mantener el rubio en los niños a los que, con los años, se les va oscureciendo naturalmente. Aunque yo uso tinte para el pelo no se me ocurriría cambiar el color del cabello de mi hijo. No creo que lo hiciera aunque él me lo pidiera, por mucho que respete sus deseos.
La imagen de cada uno es una parte importante, expresa externamente lo que somos, pero convertir el aspecto físico en un aspecto crucial de la personalidad, rechazando lo que nos es natural, lo veo un juego poco educativo. Más bien creo que tenemos que ayudar a que nuestros hijos se acepten como son, sin requerir, y menos en la infancia, a ayudas externas para parecer más guapos.
Y aunque ser feo no es malo tampoco, la belleza es algo muy relativo y depende sobre todo de la manera en la que actuamos y nos sentimos seguros de nosostros mismo. Y mucho menos lo es ser moreno, pelirrojo o rubio. No somos más guapos por lucir un cabello claro ni necesitamos mantenerlo así para ser nosotros mismos. Pero si lo hacemos, siempre mejor con productos 100% naturales, como la manzanilla en infusión.
Quizá es una contradicción personal, pero no creo que proyectemos un mensaje adecuado al niño si aclaramos su cabello natural si nos gusta más rubito o si el entorno aprecia más los cabellos dorados. ¿Vosotros que pensáis sobre aclararle el pelo a los niños?
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