La lección que me dio mi hija estas vacaciones: la vida se disfruta más cuando aprendes a soltar y relajarte

Para los niños o las personas que no tienen hijos pequeños, la palabra "vacaciones" es como una palabra mágica y con muchos sinónimos placenteros: relax, descanso, libertad, juego, viajes, desestrés. Pero cuando eres mamá o papá, muchas veces no significa lo mismo.

Desde que soy madre, el significado de las vacaciones ha cambiado para mí, y más que una pausa para descansar, representaba lo opuesto. O al menos eso creía, hasta que decidí dejar que mi hija me guiara y me regalara una gran lección en estas vacaciones: la vida se disfruta más cuando aprendes a soltar y relajarte.

Sé que mi situación es una que no todas las madres tienen: trabajo desde casa, lo que me permite tener un horario flexible y que puede ajustarse a las necesidades de mi familia, en este caso mi hija de cuatro años. Quienes también trabajen desde casa o que tengan la oportunidad de quedarse con sus hijos en vacaciones, quizás se identifiquen con lo que hoy les compartiré. Y es que muchas veces, son nuestros hijos quienes nos dan lecciones de vida, en lugar de hacerlo nosotros con ellos.

He descubierto que ser madre es vivir en constante aprendizaje. Cuando tienes hijos, te das cuenta que muchas de las cosas que antes de importaban ya no tienen el mismo valor, y ahora hay otras que resultan ser de tus principales prioridades. Sin duda no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra forma de pensar cambia cuando somos mamás.

Las vacaciones como mamá que trabaja en casa

Cuando mi hija asiste a la escuela, para mí es fácil terminar todos mis pendientes mientras ella se encuentra esas cuatro o cinco horas bajo el cuidado de sus maestras: hago ejercicio, escribo los artículos de ese día y hago un par de cosas en casa.

Pero cuando llegan las vacaciones, ¡aparece el caos! O al menos así lo sentía yo. Y es que me ponía a pensar en todo lo que podría o no hacer cuando tuviera a mi hija en casa, pues además de que ella aún demanda mucho mi atención, me gusta disfrutar todo el tiempo que paso con ella.

Así que me preocupaba por distintas cosas y una de ellas era mi trabajo, pues nunca he sido partidaria de trabajar cuando ella está despierta o en casa, pues aún es pequeña y requiere que esté con ella casi todo el tiempo.

Y aunque desde luego que lo he hecho cuando ha sido necesario, explicándole que mamá necesita un par de horas para trabajar y dándole su libro para que coloree o entregándole algún rompecabezas para que arme, la mayoría de esas veces ella misma me pide que deje de trabajar, diciéndome que suelte mi laptop para estar juntas.

Sin embargo en vacaciones, esto sería algo de todos los días, y de ahí provenía mi preocupación y estrés. Pensé en establecer horarios de trabajo, que es algo que hacen algunas madres que trabajan desde casa, pero quería que mi hija sintiera que realmente estaba de vacaciones.

Quería que nos pudiéramos dar el lujo de dormir hasta que quisiéramos y que si ella tenía ganas de salir por un helado, pudiéramos hacerlo sin pensarlo dos veces. Quería que si nos daba la gana, nos desveláramos haciendo una noche de películas. Que si queríamos pasar un día jugando en su "castillo" en pijama, no hubiera nada que nos lo impidiera. Quería que viviéramos las vacaciones como lo que son: una pausa de la rutina escolar.

Es cierto que la rutina es buena para los niños y debemos procurar mantenerlas en verano, pero también es cierto que nuestros hijos sólo serán pequeños solo una vez y crear memorias divertidas es una de las partes más bellas y enriquecedoras de la infancia (¡y de ser papás!).

Así que un buen día, decidí que me relajaría, me dejaría guiar por ella, y soltaría un poco de ese estrés que sentía acerca de "todo lo que tenía que hacer". Me enfoqué en ser feliz y disfrutar con libertad y sin horarios estos días en los que mi hija está de vacaciones. Sin duda, fue la mejor decisión.

Y lo sé, porque puedo verlo en mí, pero sobre todo, puedo verlo en ella, que está feliz de estar con mamá y de saber que puedo estar disponible para cuando ella me necesite. Salimos a pasear juntas, jugamos o bailamos en las tardes y por las noches hacemos noche de película o leemos varios libros antes de dormir. A gusto, sin prisas.

Es verdad que ahora me desvelo para terminar mis pendientes y quizás ese descanso que anhelamos las madres en vacaciones no lo he tenido, pero trabajar cuando ella ya está dormida también tiene sus ventajas, pues así puedo enfocarme en lo que hago y tengo la tranquilidad de que se encuentra bien, durmiendo a unos cuantos metros de mí.

Sé que como adultos no es fácil decir "no lo hago más" y punto. Pero la vida es corta y nuestros hijos crecerán muy rápido. Así que relájate, sé flexible y en la medida de tus posibilidades, suelta un poco todas esas cosas y disfruta las vacaciones al lado de tus hijos.

Fotos | iStock
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