Creo que las mujeres no somos realmente conscientes de la increíble capacidad y fuerza que tiene nuestro cuerpo hasta que nos convertimos en madres, y vemos salir de nosotras mismas una nueva vida que gestamos durante nueve meses.
En el embarazo nuestra barriga recibe muchos cariños, pero pareciera que tras el parto la sociedad e incluso nosotras mismas intentamos ocultarla, cuando en realidad merece el mismo respeto, amor y admiración que le dimos cuando estábamos embarazadas.
¿Por qué nos cuesta tanto amar nuestra barriga tras el parto?
Mentalmente y emocionalmente no somos ni seremos las mismas que antes de tener a nuestros hijos, ¡y eso está bien! Pasamos por una transformación como ninguna otra y con eso viene un crecimiento personal que nos convierte en nuevas personas. Pero, ¿por qué cuando se trata de los cambios en nuestro cuerpo tendemos a verlo como algo negativo?
Creo que es natural sentirnos extrañas dentro de nuestro cuerpo algunos meses o años después del nacimiento de nuestros hijos. Acabamos de pasar por muchos cambios físicos y emocionales en muy poco tiempo, lo que puede incluso hacernos sentir que perdimos nuestra identidad.
Sin embargo, desde mi percepción considero que el principal problema o lo que realmente nos impide aceptar y amar nuestra barriga tras el parto, es la presión social que existe sobre el cuerpo de las madres recientes.
Durante el embarazo somos el centro de atención, nos llenan de mimos y piropos, mientras nuestra barriga es vista con admiración e ilusión, pero tras el parto, cuando ya no es redonda y no hay un bebé dentro de ella, pareciera que nos apresuran por desaparecerla u ocultarla.
Y es que socialmente tenemos impuesto o normalizado el pensar que las mujeres debemos "recuperar nuestro cuerpo" tras el parto, como si éste se hubiera perdido, lo hubiéramos dejado en el olvido o le hubiera sucedido algo negativo que hay que corregir. ¡Si acaba de crear una nueva vida!
Pero las revistas de moda y las celebridades en redes sociales, nos saturan de imágenes de mujeres con cuerpos perfectos y vientres planos a tan solo unos días después de haber tenido un bebé. Titulares como "la fantástica figura de la actriz tal a dos semanas de tener a su bebé" son de lo más comunes, y pocas veces vemos portadas con cuerpos más realistas.
Encima de eso, no faltan aquellos comentarios no deseados que pueden ocasionar inseguridad, como el famoso "¿segura que ya nació?" cuando ven que queda una barriguita después del parto, o cuando hacen cualquier otro comentario sobre el físico de una madre reciente.
Con todos estos factores, más la propia inseguridad que podemos sentir como madres recientes, aceptar y amar nuestro cuerpo tras el parto, y ver esa barriguita con respeto, suele ser difícil. Pero debemos quererla tanto como lo hacíamos durante el embarazo.
No son imperfecciones, son huellas de amor
La ola de cambios físicos y emocionales tras el parto puede ser abrumadora, y por eso mismo, debemos ser pacientes y gentiles con nosotras mismas mientras atravesamos el postparto, que afortunadamente, no dura para siempre.
Lo primero, es que es importante comprender que así como le tomó nueve meses a nuestro cuerpo este cambio y preparación para llegar al parto, la recuperación y el volver a sentirnos cómodas en y con él es una cuestión de tiempo.
¿Y por qué es importante aceptar y querer nuestro cuerpo tras el parto? Simple y sencillamente porque estaremos con él toda la vida. Cada estría y cada cicatriz, se han vuelto parte de nosotros, de quienes somos ahora y de la mujer en la que nos hemos convertido.
Si quedamos con algunos kilitos de más, si aparecieron estrías donde antes teníamos piel lisa y tersa o si nuestra piel firme se volvió flácida, no debemos verlos como defectos o imperfecciones, sino como huellas de amor y de vida.
Desde luego, llegar a este punto no siempre es sencillo. En mi caso, cuando mi barriga se llenó de estrías, al principio me costó mucho verme en el espejo. Pero con el tiempo he hecho las paces con mi cuerpo y aunque quizás no amo cada parte de él, lo respeto.
Y esto lo hago aún mas porque soy madre de una niña, y no quisiera que creciera escuchando cómo me quejo de él o lo critico. La sociedad eventualmente la saturará de estereotipos y estándares absurdos, así que no necesitamos nada de eso en casa, pues como sabemos, nuestros hijos e hijas nos están escuchando.
Además, ¿qué más da lo que piense la sociedad o lo que digan las revistas de moda? La única opinión que importa es la nuestra, y las personas que nos aman nunca se fijan en esas cosas, sino todo lo contrario. Para mi hija por ejemplo, esos kilos de más hacen que ella considere mi barriga "la mejor almohada del mundo" y la abraza con amor.
Cuando mi pareja actual, a quien conocí ya siendo madre, vio mis estrías por primera vez, me preguntó qué eran y cuando le respondí que eran las marcas que me habían quedado debido al embarazo su única respuesta fue: "qué bonitas".
En resumen: no importa si tu barriga volvió a su tamaño original o si te quedaron algunos kilos de más, ni tampoco importa si te salieron estrías o si no te quedó ninguna. Todas deberíamos sentirnos orgullosas de lo que hemos hecho y ver con respeto nuestro cuerpo.
Tal vez no lleguemos a amar cada parte de él y nos cueste trabajo aceptar que hemos cambiado. Pero debemos entender que gracias a ese proceso, fuimos capaces de dar vida y tener hoy a nuestro lado a unos pequeñitos llenos de amor. Y solo por eso, cada marca vale la pena.
Fotos | iStock
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