Se acaba el curso escolar más atípico que pueda vivir un niño: ahora toca disfrutar de las vacaciones

Cuando el 11 de marzo nos dieron la noticia de que los coles se cerraban en la Comunidad de Madrid, algo me decía que los niños ya no regresarían a las clases durante este curso escolar, aunque las primeras estimaciones hablaban de un parón de tan solo dos semanas.

Si echo la vista atrás, me parece increíble todo lo que hemos vivido en este tiempo; desde el caos inicial, hasta la adaptación a la nueva realidad y las clases a distancia en unas condiciones poco favorables. Este curso escolar quedará muy grabado en la memoria de los niños y los padres, y aunque las dudas y preocupaciones sobre cómo será la vuelta al cole en septiembre planean sobre todos nosotros, lo cierto es que ahora toca disfrutar de unas merecidas vacaciones.

Hoy reflexiono sobre este curso académico tan atípico que nos ha tocado vivir.

Del caos del principio y la obligada adaptación...

Del mismo modo que la desescalada se ha llevado a cabo por fases, también he tenido la sensación de que la educación a distancia en estos tres meses ha pasado por tres periodos claramente diferenciados: unos primeros momentos de caos, una segunda parte de adaptación y un final de curso plagado de incredulidad.

El caos y la incertidumbre comenzaron a apoderarse de nosotros la misma tarde en la que se anunció el cierre de colegios. Recuerdo la tensión que se respiraba en los corrillos de padres el último día, mientras esperábamos a que los niños salieran de clase.

Algunos pensaban que la medida era exagerada, mientras que otros la acogimos con cierto alivio. Fueron muchos los que creyeron que realmente los niños regresarían en 15 días, o a lo sumo después de las vacaciones de Semana Santa. Pero algo me decía que aquella despedida sería la última, y que nuestros hijos no volverían a pisar el colegio hasta septiembre.

Los primeros días en casa fueron raros. Los niños se habían despedido de sus amigos y profesores de forma atropellada, prácticamente sin previo aviso, y la situación fuera parecía más propia de una película de ficción

La palabra 'coronavirus' se hizo rápidamente un hueco en nuestras conversaciones diarias, y mientras que a mí me seguía pareciendo todo un mal sueño, mis hijos asumieron con impresionante naturalidad que aquel bicho era el responsable de todo lo que estábamos empezando a vivir. 'Capacidad de resiliencia', lo llaman, pero a mí me sigue resultando admirable.

Cuando la situación hizo evidente que la vuelta al colegio no iba a ser posible, comenzó el caos. ¿Cómo íbamos a ser capaces de teletrabajar y ser profesores al mismo tiempo? ¿Estaban nuestros hijos preparados para una educación virtual sobrevenida de aquella manera? ¿Cómo motivarles en el terreno académico cuando los ánimos decaían? ¿Cómo les influiría académicamente lo que estaban viviendo?

Hubo momentos en los que todo parecía ponerse cuesta arriba, pero poco a poco fuimos tomando las riendas y asumiendo que iba a ser necesario poner todo de nuestra parte para adaptarnos a una situación que ya no tenía vuelta atrás.

Así fue como, con mayor o menor esfuerzo, los niños y los padres comenzamos a acoplarnos a la nueva realidad, y las clases virtuales y tutorías online empezaron a formar parte de nuestra rutina diaria. Mi hijo mayor incluso continuó con sus clases extraescolares de ajedrez a la misma hora de siempre, haciendo un poco más "normal" aquella extraña cotidianidad virtual a la que nos estábamos acostumbrando.

Los últimos coletazos del curso han sido complicados. En general, creo que la mayoría de los niños ha ido perdiendo interés en los estudios y tareas escolares, y en mi casa, los trabajos inacabados de mis dos hijos pequeños se cuentan con los dedos de ambas manos.

... a la tristeza e incredulidad del final

Hoy es el último día de cole para la mayoría de alumnos españoles, y siento que es un día agridulce. Hoy, nuestros hijos tendrían que estar pletóricos, disfrutando del último día de curso y despidiéndose de sus amigos con fiestas de agua y festivales.

Muchos bebés del último año de la Escuela Infantil se hubieran graduado porque pronto pasarán al "colegio de mayores". También lo habría hecho mi hija mediana, que recién terminado tercero de Educación Infantil estaba emocionada con la posibilidad de vivir una fiesta de graduación por todo lo alto. Y por supuesto, habría sido un gran día para los alumnos que finalizan ciclo y que además tenían planeado un viaje con sus compañeros.

Pero en su lugar, nuestros hijos han tenido que despedirse de sus profesores a través de una pantalla, y aunque algunos niños han retomado el contacto cara a cara con sus amigos, ocultar la emoción y las sonrisas tras una mascarilla no deja de ser una dura experiencia.

El coronavirus ha hecho añicos muchos sueños, y hoy, que debería ser un día de abrazos, besos y alegría desbordada, tiene un extraño sabor a tristeza e incredulidad por todo lo vivido

Y es que si echo la vista atrás no puedo dejar de emocionarme recordando todo lo que hemos pasado, y los sentimientos se enredan como si de una maraña se tratara. Por un lado siento orgullo por el esfuerzo que han realizado mis hijos y una inmensa gratitud al trabajo de los profesores. Pero aunque también estoy contenta de poder cerrar por fin este loco curso, me sigue pareciendo injusto, terrible e incluso imposible que nuestros niños (desde los más pequeños hasta los adolescentes) hayan tenido que transitar este difícil camino.

Ahora toca disfrutar de unas merecidas vacaciones

Se que los reencuentros con los profesores llegarán de nuevo, y que nuestros hijos volverán a pisar las aulas y a jugar en el patio con sus amigos. Pero mientras esperamos ese momento (¡que parece tan lejano!), toca comenzar a disfrutar de unas merecidas vacaciones, tanto para los niños como para los padres.

Unas vacaciones que además vienen a coincidir con el fin del estado de alarma y el inicio de la conocida como 'nueva normalidad', que si bien tiene poco de 'normal', nos va a permitir viajar y desconectar de estos meses tan extraños que guardaremos por siempre en la retina.

Disfrutemos intensamente... ¡que nos lo hemos ganado!

Fotos | @silviadj

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