Sí, soy afortunada por poder ser una mamá que se queda en casa, pero eso no significa que sea fácil
Hoy en día, muchas madres tenemos la posibilidad de elegir cómo vivir nuestra maternidad. Los factores y razones pueden ser únicos para cada mujer, pero regularmente cuando se habla de maternidad hay dos opciones: volver al mundo laboral y ser madre que trabaja fuera de casa, o quedarte en casa con tus hijos.
Personalmente creo que ambas situaciones tienen su respectiva carga de responsabilidad, pero para muchas personas, ser madre que se queda en casa parece algo sin esfuerzo ni importancia. Por eso, hoy quiero compartirte una reflexión, en la que sí, reconozco que soy afortunada por poder ser una mamá que se queda en casa, pero eso no significa que sea fácil.
¡Qué suerte tienes de estar en casa!
Esta es probablemente una de las frases que más escuchan las madres que se quedan en casa, particularmente si en su ciudad o círculo social la mayoría de las mujeres trabajan fuera de casa. Y es muy cierta, no todas las madres pueden permitirse dejar su trabajo para quedarse en casa con sus hijos.
Sin duda es algo en lo que muchas estamos de acuerdo: sí que es algo muy lindo y se es muy afortunada por poder quedarse en casa, particularmente en una sociedad donde actualmente se espera que las mujeres regresen casi de inmediato a trabajar después de tener a sus bebés.
El problema, es que el ser mamá que se queda en casa es algo que ha perdido mucho valor, reconocimiento y/o mérito, particularmente después de luchar y celebrar los derechos y espacios de las mujeres en el ambiente laboral, que anteriormente estaba dominado por hombres.
Quizás, justamente porque aún hay muchos espacios por los cuales luchar en el mundo laboral, el hecho de ser mamá que se queda en casa parece algo que no es digno de reconocer. Por ello, algunas personas lo ven como algo "fácil" o relajante, una suerte vaya, por "solo" ser mamá que se queda en casa.
Cuando piensan que es como si estuvieras de vacaciones
Esto podría sonar como algo inventado, pero realmente me ha tocado conocer a madres que cuentan que, al decir que no trabajan en alguna oficina o lugar fuera, las personas les felicitan y mencionan que debe ser genial, porque quedarse en casa con los niños es como si estuvieran de vacaciones. Pero no señores, que no es así.
Quedarse en casa con los niños y ser madre de tiempo completo, o incluso trabajar desde casa con niños, puede ser todo: una experiencia maravillosa, algo muy gratificante, el sueño de muchas, pero sin duda, no es ni remotamente parecido a unas vacaciones. Me atrevo a decir que es uno de los trabajos más demandantes del mundo.
Desde luego que la rutina de cada mamá que se queda en casa es única y acorde a sus necesidades y responsabilidades, pero estoy casi segura que la mayoría podemos coincidir en que el trabajo en casa, que incluye criar hijos y al mismo tiempo hacernos cargo de todas las cosas que suelen hacerse diariamente, es uno que nunca termina:
Comienza incluso desde antes de abrir los ojos para despertar, ya sea porque nuestros hijos nos necesitan o comenzamos a pensar en la rutina matutina, hasta que volvemos a colocar la cabeza en la almohada para dormir, no sin antes recitar mentalmente la lista de pendientes para el día siguiente. Físicamente, es cansado, mentalmente, probablemente más.
No nos quejamos, ni renegamos de ser madres que nos quedamos en casa. La mayoría somos muy felices de tener esta oportunidad y haber podido elegir hacer así las cosas. Pero tenemos que decirlo: ser madre que se queda en casa es hacer una labor invisible y poco valorada ante los ojos de los demás, y aunque puede parecer que no hacemos nada, en realidad lo hacemos todo.
Mi experiencia
Antes de trabajar desde mi casa, yo solía trabajar en una oficina 40 horas a la semana, a veces un poco más, en ciertas ocasiones en las que mi trabajo requería que me quedara un par de horas extras. No voy a negar que era muy agotadora toda esa rutina de salir a trabajar, no sin antes dejar todo listo en casa para mi hija y al final del día regresar para intentar hacer todo lo posible en solo un par de horas. Y claro, también era bastante desmotivante el estar lejos de ella la mayor parte del día.
Después de un tiempo, renuncié y fui madre de tiempo completo durante un año, hasta que se presentó la oportunidad de trabajar desde casa, lo cual me vino como anillo al dedo, pues soy una persona muy inquieta a la que le gusta estar involucrada trabajando y pensando en qué hacer después, pero deseaba continuar manteniéndome cerca de mi hija.
Aclaro que esta es solo mi experiencia personal, pero tengo que reconocer, que ser mamá que se queda en casa ha sido para mí más agotador que cuando trabajaba fuera. Cuando tienes un bebé o niños pequeños en casa, toda tu atención y energía se divide entre ellos y la lista de pendientes hogareños de cada día.
Esa fabulosa ilusión llamada "tiempo libre" no existe, y aunque siempre recomiendo buscar momentos para ti a solas, la mayoría del tiempo debes hacer malabares para intentar tenerlo y éste usualmente llega cuando ya todos se han dormido, por lo que terminas sacrificando minutos de valioso y muy necesario descanso. Como lo he dicho, no es queja, pero todo eso te puede dejar exhausta.
Ahora que mi hija va a la escuela, tengo tres o cuatro horas al día "libres" para poder trabajar, salir a hacer algún pago o comprar cosas que necesito. Pero en su mayoría, sigue siendo pesado, porque los niños necesitan a mamá y nosotras debemos estar ahí para ellos, haya o no otros pendientes y responsabilidades por cumplir.
Así que sí, soy muy afortunada de poder quedarme en casa, pero definitivamente eso no significa que sea fácil.