Todo lo que tu hijo no te dice cuando solamente te abraza o te pide que le abraces
Hay muchas cosas que me gustan después de haberme convertido en madre, desde los cambios que hubo en mi forma de pensar y de ver la vida, hasta todas esas cosas bonitas que vienen con la llegada de los hijos, como escuchar sus vocecitas o las muestras de cariño que tienen hacia nosotros.
Una de esas muestras de cariño son sus abrazos, pero mientras para nosotros pueden parecer solo eso, hay mucho más detrás. Te cuento todo lo que tu hijo no te dice cuando te abraza o te pide que le abraces y por qué siempre debes corresponderle.
El amor más puro
Hace algún tiempo, hablé acerca de cómo durante la infancia nuestros hijos nos regalan el amor más puro, tierno y sincero. Y es que cuando son pequeños, nosotros no solamente somos sus padres: somos su paz, su lugar seguro, su mundo entero.
Por eso, y porque dependen completamente de nosotros, en su primera década de vida nos buscan constantemente, pidiendo ese espacio entre nuestros brazos, tan sagrado, importante y especial para ellos. Ese lugar que les dio calor y cariño desde el primer día de su vida, y que lo seguirá haciendo durante muchos años más, incluso cuando ya no seamos capaces de cargarlos.
Esos gestos, al igual que los besos y las caricias de sus manitas, son las formas en las que ellos nos muestran ese precioso amor. Pero a pesar de que todos son especiales, los abrazos tienen un significado aún más importante para ellos.
Todo lo que se esconde tras un abrazo
La mayoría de las personas sabemos y podemos coincidir en que los abrazos tienen poderes sanadores. Y si tenemos dudas sobre su poder, tenemos como muestra algunos estudios científicos que han comprobado por qué la crianza en brazos es beneficiosa para nuestros hijos.
Pero hoy hablaré del poder que tienen los abrazos entre padres e hijos, ni nos centraremos en los beneficios que éstos pueden darnos a ambos. Hoy, quiero explicarte por qué los abrazos son para los niños mucho más importantes de lo que en ocasiones podemos comprender.
Antes que nada, debemos recordar que los niños están en proceso de aprender a entender y gestionar sus emociones, por lo que la forma de comunicar lo que ellos necesitan o sienten no es igual a la nuestra.
Como adultos, nosotros hemos aprendido a vocalizar lo que sentimos, pero en muchos casos, los niños lo expresan de otras formas. Y desde luego, una de estas formas es el abrazo, que dice mucho más de lo que pensamos.
Para un niño, un abrazo no solamente es una expresión de amor, sino también, una forma de comunicarnos sus necesidades emocionales, tanto positivas como negativas. Un abrazo de nuestros hijos, por ejemplo, puede surgir durante una explosión de alegría, en la que desean compartir su felicidad con nosotros.
Pero también, un abrazo puede decirnos que algo no está del todo bien con ellos, y desean dárnoslo porque en realidad están pidiéndonos a nosotros que les proporcionemos lo que en ese momento necesitan, ya sea seguridad si se sienten temerosos, o amor si se sienten desilusionados o tristes.
Por lo tanto, debemos entender que hay mucho más detrás de ser una simple muestra de cariño, pues los abrazos son también una de las formas en la que ellos nos comunican una necesidad emocional. Así que abracemos a nuestros hijos, tengan 8 meses o 13 años, pues a pesar de que ya no sean tan pequeños, seguimos siendo su lugar seguro.