Las vacaciones con niños pequeños son la anti-vacaciones por momentos, pero merece la pena

Las vacaciones son la época del año favorita para muchas personas, pues es un tiempo en el que podemos descansar de algunas de responsabilidades y desconectar de la rutina. Pero cuando tenemos hijos, las vacaciones simplemente no son iguales.

A pesar de que por momentos puedan parecer que son todo lo opuesto a ese descanso que buscamos durante esta época, las vacaciones con niños merecen la pena y te contamos por qué.

Las vacaciones tras la llegada de los hijos

¿Recuerdas esas vacaciones en la playa, donde te relajabas escuchando las olas del mar acompañada de un buen libro? Yo no. Quiero decir: las recuerdo, sí, pero son para mí un recuerdo lejano, casi como si pertenecieran a otra vida. Tal vez porque así es.

Antes de convertirme en madre, mis vacaciones eran muy distintas. Comenzando por el hecho de que solía viajar con mucha mayor frecuencia que ahora. Las maletas eran más ligeras y había más oportunidades para la improvisación y las decisiones espontáneas.

Con la llegada de los hijos, algunas de esas cosas tuvieron que ajustarse o cambiar: las maletas se multiplicaron y la planificación se volvió imprescindible al momento de pensar en salir de viaje. Y claro, los costos también se elevan según el número de hijos que tengamos.

Pero sin duda el cambio más grande entre las vacaciones antes de tener hijos y las vacaciones tras convertirnos en madres es el descanso. ¡Brilla por su ausencia! Por ello muchas madres solemos decir -en tono de broma- que necesitamos vacaciones después de las vacaciones, deseando tener ese preciado descanso que tanto necesitamos.

Sin embargo, por más agotadoras que puedan llegar a ser, las vacaciones con nuestros hijos son algo que merece totalmente la pena (y la falta de descanso).

Los recuerdos del mañana

Como ya comenté en alguna ocasión en la que reflexionaba sobre esto desde el punto de vista de mi infancia, las vacaciones son uno de los mejores recuerdos que guardo de cuando era pequeña. Y eso que ni siquiera eran vacaciones espectaculares o llenas de aventuras intensas.

Viajamos en muchas ocasiones, sí, pero lo que más recuerdo no son los sitios que visitábamos -aunque había muchos muy bonitos y memorables-, sino el tiempo compartido con mi familia, fuera de las cuatro paredes de nuestra casa y en un entorno diferente. Y es que las vacaciones nos ofrecen un ambiente distinto, en el que no tenemos tanta prisa ni cosas por hacer.

Es cierto que las mamás raramente descansamos en las vacaciones, al menos no como lo esperamos, pero tiene muchas recompensas. A corto plazo, disfrutamos el tiempo de forma diferente con quienes queremos. A largo plazo, éstos viajes se convierten en los recuerdos felices que tendrán nuestros hijos el día de mañana (y la ciencia lo ha confirmado).

Además, no podemos dejar de lado lo que los estudios ha encontrado: viajar ayuda a que los niños tengan una mayor independencia, autoestima y confianza en sí mismos, además de ser más tolerantes y respetuosos, y tener una mejor disposición para aprender y probar cosas nuevas.

Así que aunque quizás en estos momentos sentimos que las vacaciones son todo menos vacaciones, recordemos que para nuestros hijos serán uno de los momentos más especiales junto a quienes más aman, y si aprendemos a ser flexibles y valorar lo que en este momento tenemos, las disfrutaremos aún más, viendo y descubriendo el mundo a través de sus ojos.

¿Y mamá?

Por otro lado, me gustaría añadir que si bien las vacaciones familiares son una parte importante de la infancia de nuestros hijos, las madres -que solemos ser las encargadas de todo y no descansar en dichas vacaciones- también tenemos derecho de disfrutar esos días libres.

Por ello hemos propuesto desde hace tiempo que, además de las vacaciones con hijos, intentemos tener un viaje sin ellos de vez en cuando. No tiene que ser nada espectacular ni tenemos que irnos al otro lado del mundo: un viaje de fin de semana puede hacer maravillas.

Porque además de ser madres también somos seres individuales, con deseos y necesidades propias, ¡y esto no tiene que estar peleado con nuestra maternidad! Así que disfrutemos los viajes con nuestros hijos, por agotadores que sean, sin olvidarnos de darnos también unos momentos de descanso y desconexión ocasionalmente.

Foto de portada | Nicola Radojcic en Unsplash

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