Es importante que todos estemos implicados en la protección de los menores que puedan encontrarse en situación de riesgo, ya se trate de maltrato o cualquier tipo de abuso, desamparo, o niños que no estén siendo atendidos como deberían.
La Fundación ANAR (Ayuda a niños y adolescentes en riesgo) ha publicado un decálogo donde nos cuenta qué hacer para rescatar a un pequeño en situación de riesgo, desamparo o maltrato.
Hay que prestar ayuda inmediata
Explican desde el teléfono del menor de ANAR que reciben una media diaria de 1.200 llamadas. De ellas, al menos tres casos son muy graves y es necesaria la intervención de Policía o Guardia Civil o servicios sociales.
Por eso, es muy importante no bajar la guardia y saber cómo actuar cuando sospechamos o tenemos información de que un niño se encuentra en situación de riesgo o desamparo y qué recursos existen, especialmente en casos de pequeños de corta edad (de 0-9 años), que aún no pueden pedir ayuda directamente.
Entre otras recomendaciones, Fundación ANAR insta a actuar con urgencia y no esperar, ya que "las primeras horas pueden ser decisivas para salvar la vida de un niño o niña o evitar la exposición a una nueva situación de maltrato".
Benjamín Ballesteros, director de programas de esta fundación, también recuerda la obligación legal que existe de no inhibirse ante casos de este tipo:
“Todo adulto conocedor de una situación de riesgo a un menor de edad está obligado por ley a dar traslado a las autoridades competentes, además de prestar auxilio inmediato”.
Decálogo de actuación de la Fundación ANAR
1. Si sospechas, llámanos. Si crees conocer alguna situación en la que un menor de edad puede estar en desamparo, riesgo o emergencia, tu colaboración es fundamental. Llama al 600 50 51 52.
2. No tengas miedo a contarlo. El Chat y el Teléfono ANAR son totalmente anónimos y confidenciales y están atendidos por un equipo de profesionales (orientadores psicólogos, apoyados por abogados y trabajadores sociales) especializados en infancia.
3. No esperes. Las primeras horas pueden ser decisivas para salvar la vida de un niño o niña o evitar la exposición a una nueva situación de maltrato.
4. Recaba información. Es necesario que puedas recoger toda aquella información que nos permita identificar el riesgo real en el que se encuentra el menor y, llegado el caso, poder trasladarlo a los organismos competentes y que actúen cuanto antes.
5. Recuerda que cada caso es único. Describe lo mejor que puedas la situación que padece el menor de edad. Esta información es determinante para identificar la emergencia y el riesgo concreto.
6. En caso de peligro inminente llama de forma urgente a los Cuerpos de Seguridad, Policías Autonómicas o al 112.
7. Si el menor de edad está contigo y a salvo pide ayuda inmediatamente. Sé consciente del peligro en el que se encuentra y no le expongas a regresar con su agresor.
8. Obligación legal de actuar. Cualquier adulto que conoce que un niño está en situación de riesgo está obligado por ley a dar traslado a las autoridades competentes, además de prestar auxilio inmediato.
9. Si el menor de edad está en la calle, consigue que permanezca en un lugar público (cafetería, tienda, biblioteca...) hasta que llegue la policía.
10. Procura ponerte en su piel. Piensa que si tú eres adulto y tienes miedo a intervenir por las posibles represalias, imagínate cómo se puede sentir un niño o una niña, que es mucho más vulnerable.
Y yo añadiría, si me pasara a mí, ser paciente con el pequeño y ofrecerle todo el cariño y apoyo que podamos mientras llega la ayuda. Que vea que sí hay adultos que se preocupan por él y demostrarle que las cosas pueden y van a mejorar.
¿Cómo se interviene ante una llamada de riesgo infantil?
Según explica la Fundación Anar, existen tres niveles de actuación ante una llamada al 900 20 20 10 (teléfono del menor o adolescente) o al 600 50 51 52 (teléfono de la familia y centros escolares):
1. Orientación psicológica. Se ofrece orientación psicológica y se busca conjuntamente con el menor de edad o el adulto que llama una solución al problema, apoyándose en el entorno y figuras de referencia (padres, abuelos, resto de la familia, profesores...).
2. Derivación. Cuando no es posible ni conveniente resolver el problema sin que intervenga un organismo, entidad o profesional. En estos casos, además de facilitar la orientación necesaria, se derivará a los recursos sociales, educativos, sanitarios, policiales y/o jurídicos procedentes en cada caso.
3. Intervención. Ante situaciones de riesgo grave donde el menor de edad carece de algún adulto de referencia que pueda o quiera ayudarle o cuando, aún no existiendo un riesgo grave, el menor de edad no cuenta con la capacidad suficiente para acudir por su cuenta al recurso que necesita. En estos casos, se traslada la situación a los organismos o autoridades pertinentes y se hace un seguimiento del caso.
En propia persona, espero no tener que llegar a ver a un niño en problemas en un entorno cercano pero tengo claro que de presenciarlo, no pienso dudar ni un momento. Quizás no pueda intervenir directamente con el pequeño, pero sí ponerme en contacto cuanto antes con la Policía, Servicios Sociales o incluso con el teléfono ANAR, para que le protejan y estudien si mis sospechas son ciertas.
¿No crees que cuando se trata de niños más vale 'prevenir que curar', como dice el refrán?
Vía | Fundación ANAR
Fotos | iStock
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