Hoy es el Día Mundial de la Alimentación, cómo de absurdo se verían “desde fuera de la Tierra" los siguientes hechos: 2,8 millones de niños por causas relacionadas con la desnutrición; y al mismo tiempo cerca de 1400 millones de personas sufren sobrepeso por un exceso de calorías.
Pues bien, como dudo que alguien venga desde fuera del Planeta a encaminarnos un poco, más vale que vayamos haciendo ejercicios de abstracción, porque si no continuaremos provocando situaciones similares. La FAO, ha escogido para el 2014 el lema “Agricultura familiar: alimentar al mundo, cuidar del Planeta". Pero ¿cuándo empezaremos a cuidar del mundo y de nosotros mismos?, lo digo porque a día de hoy, según nos cuentan desde Manos Unidas (basándose el informe SOFI), se pierden o desperdician anualmente 1300 millones de toneladas de alimentos.
Son muchas toneladas, y las causas son diversas, aunque no siempre accidentales
Ahora os voy a contar porqué la organización WWF dice que nuestra dieta tiene impacto sobre el Planeta. Y esto es importante repensarlo, porque al impactar negativamente sobre nuestra casa, podemos estar exponiéndonos a consecuencias futuras impredecibles
La producción y distribución de alimentos son uno de los principales factores que provocan el cambio climático. Además, son la causa de la pérdida de biodiversidad y destrucción de los hábitats: no hace mucho tiempo, gran parte de la tierra que ahora usamos para cultivar alimentos era el hogar de vida salvaje. Entre 1990 y 2008, el consumo de Europa para la alimentación o para pastos provocó la pérdida de al menos 5,2 millones de héctareas de bosques: un área de casi el doble del tamaño de Bélgica.
La sed de la agricultura tampoco deja de crecer. La producción de alimentos tiene un impacto masivo sobre los recursos hídricos y sobre los ecosistemas de agua dulce, tanto por la extracción directa para riego, como por la contaminación por fertilizantes procedentes de las áreas de cultivo o ganaderas.
¿Cómo vives?
Sabemos que solo tenemos un planeta, pero si todo el mundo viviese como el europeo medio, necesitaríamos 2,6 planetas para satisfacer nuestra demanda de recursos naturales. Esto no sólo supone una gran presión sobre los ecosistemas y la biodiversidad, también para personas a lo largo y ancho de todo el mundo.
La FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que 842 millones de personas sufren malnutrición crónica, la inmensa mayoría de ellas en países en desarrollo. Según el Programa de la ONU para el Desarrollo, los impactos del cambio climático –aumento del nivel del mar, sequías, olas de calor, inundaciones y cambios en los patrones de lluvias- podrían arrastrar a otras 600 millones de personas a la malnutrición en el año 2080.
El hambre y la pobreza pueden empujar a la gente a realizar un uso insostenible de los recursos para sobrevivir. Si no solucionamos estos problemas, nos arriesgamos a entrar en una espiral en la que la pobreza y el cambio climático se realimentan mutuamente.
Se trata de reflexionar sobre ese “cómo vives", pensar qué cambios se pueden hacer (a pequeña y gran escala), y en caso de creer que podemos mantenernos inmóviles, también podríamos preguntarnos ¿cómo sé yo que yo o mis hijos no vamos a estar nunca al otro lado?, lo digo porque al empatizar con los problemas ajenos, resulta más fácil cambiar.
Comer de forma distinta: ayuda para uno mismo y los demás
El imparable aumento de la obesidad está ligado a la globalización de la dieta occidental. Esta dieta –con un consumo excesivo de carne, productos lácteos, grasas, sales y azúcares- es una de las principales culpables del aumento de problemas de salud como la diabetes de tipo 2. Los casos de esta enfermedad, indicadora de una dieta insana, se han doblado entre 1990 y 2010: y los expertos alertan de que si siguen los patrones alimentarios actuales, podría duplicarse de nuevo en los próximos 20 años.
Pero podemos comer de un modo distinto. Con cambios pequeños en nuestra dieta diaria, como los que propone el proyecto ‘LiveWell’, es posible mejorar nuestra salud y la del planeta. Y, además, ayudar a los pequeños productores que están en el corazón de un sistema alimentario sostenible.
Son muchos cambios los que necesitamos, y muchos objetivos por cumplir, pero no es cuestión de mirarnos unos a otros para ver quién empieza a plantearse el asunto de la alimentación de otra manera. ¿O es que pensamos que nuestros hijos tienen más derecho a comer que otros niños?
Imagen | Feed My Starving Children (FMSC)
Más información | WWF, Manos Unidas, UNICEF
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