¿Qué riesgos corren los niños que son acosados por sus iguales en la escuela?, nos podemos imaginar que, además, de sufrir consecuencias sobre su integridad física, las agresiones físicas y verbales pueden conllevar repercusiones psicológicas.
Miedos, ansiedad, dificultades para conciliar el sueño, cambios en los hábitos alimenticios, etc. es de esperar que cualquier niño que es acosado sufra con una situación que de por sí es estresante. Ser adolescente no mejora la situación personal de la víctima, como hemos podido comprobar viendo ‘Después de Lucía’.
Está claro que sin apoyos las consecuencias pueden ser aún más graves, llegando incluso al suicidio. Pero ¿no os habéis preguntado nunca en qué momento desaparecen todas las manifestaciones de haber sufrido bullying? JAMA Psychiatry (una asociación médica americana), ha analizado las secuelas del acoso escolar en la edad adulta. Y lo ha hecho con el objetivo de ‘probar si la intimidación y / o ser intimidado en la infancia predice problemas psiquiátricos y de suicidio en adultos jóvenes después de considerar los problemas psiquiátricos de la niñez y las dificultades familiares’.
Para ello han realizado un estudio prospectivo evaluando a 1420 participantes que habían sido intimidados de cuatro a seis veces entre los nueve y 16 años. Las personas evaluadas habían sido previamente clasificadas en cuatro categorías: víctimas, agresores, agresores / víctimas, o ninguno de los anteriores.
Las víctimas y agresores / víctimas tenían tasas elevadas de trastornos psiquiátricos al convertirse en adultos, pero también más trastornos durante su niñez, así como dificultades familiares
Se observó que una vez alcanzada la edad adulta, los problemas no desaparecen por el hecho de haberse hecho mayores, o no sufrir ya los acosos. De hecho, aquellos participantes que habían sido sólo víctimas, tenían niveles más altos de depresión, ansiedad, pánico y agorafobia.
Los que fueron víctimas, pero también acosadores también presentaban depresión, además de pensamientos suicidios. Y los acosadores tampoco se libran, puesto que manifiestan tasas altas de personalidad antisocial.
El estudio concluye que la intimidación puede ser fácilmente evaluada y supervisada por profesionales de la salud y personal de la escuela. Existen intervenciones eficaces para reducir la victimización, las cuales pueden reducir el sufrimiento humano y costos a largo plazo en la salud, proporcionando un ambiente seguro para los niños mientras crecen.
Y no olvidemos aquellos programas o intervenciones destinados a prevenir el acoso escolar, para ello refresquemos la memoria y recordemos el aprendizaje cooperativo o la adquisición de experiencias en el aula.
Por último, es necesario desterrar la idea de que los procesos de acoso escolar deben continuar permaneciendo como una especie de ritual necesario en el desarrollo personal y académico. En pocas palabras: no es sano, ni siquiera natural que se den estos comportamientos, y para ayudar a los niños lo mejor que podemos hacer es entender la necesidad de actuar.
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