El plomo es un metal tóxico presente de forma natural en la corteza terrestre. Su uso generalizado ha dado lugar en muchas partes del mundo a una importante contaminación del medio ambiente, un nivel considerable de exposición humana y graves problemas de salud pública. Entre las principales fuentes de contaminación ambiental destacan la explotación minera, la metalurgia, las actividades de fabricación y reciclaje y, en algunos países, el uso persistente de pinturas y gasolinas con plomo.
Este metal también se utiliza en muchos otros productos, como pigmentos, pinturas, material de soldadura, vidrieras, vajillas de cristal, municiones, esmaltes cerámicos, artículos de joyería y juguetes, así como en algunos productos cosméticos y medicamentos tradicionales. También puede contener plomo el agua potable canalizada a través de tuberías de plomo o con soldadura a base de este metal. En la actualidad, buena parte del plomo comercializado en los mercados mundiales se obtiene por medio del reciclaje.
Os cuento esto porque hace dos días finalizó la Semana internacional de prevención de la intoxicación por plomo, organizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el lema “Niños libres de plomo"
Los niños de corta edad son especialmente vulnerables a los efectos tóxicos del plomo, que puede tener consecuencias graves y permanentes en su salud, afectando en particular al desarrollo del cerebro y del sistema nervioso. El plomo también causa daños duraderos en los adultos, por ejemplo aumentando el riesgo de hipertensión arterial y de lesiones renales. En las embarazadas, la exposición a concentraciones elevadas de plomo puede ser causa de aborto natural, muerte fetal, parto prematuro y bajo peso al nacer, y provocar malformaciones leves en el feto.
¿Cómo puede afectar el plomo al desarrollo de los niños?
Este metal pesado llega al organismo de los niños cuando estos chupan o tragan objetos que contienen plomo (o están recubiertos de él), tales como escamas de pintura de pared, juguetes, etc. También al respirar aire contaminado en los países en los que aún está permitida la gasolina con plomo.
El agua canalizada a través de tuberías de plomo o los alimentos envasados en recipientes con esmalte de plomo o soldados con este metal, son también fuentes contaminantes
Una vez dentro del cuerpo, el plomo se distribuye hasta alcanzar el cerebro, el hígado, los riñones y los huesos, y se deposita en dientes y huesos, donde se va acumulando con el paso del tiempo. El plomo almacenado en los huesos puede volver a circular por la sangre durante el embarazo, con el consiguiente riesgo para el feto. La exposición al plomo también puede causar anemia, como ya habíamos informado.
Los niños con desnutrición son más vulnerables al plomo porque sus organismos tienden a absorber mayores cantidades de este metal en caso de carencia de otros nutrientes, como el calcio.
Si el grado de exposición es elevado, ataca al cerebro y al sistema nervioso central, pudiendo provocar coma, convulsiones e incluso la muerte. Los niños que sobreviven a una intoxicación grave pueden padecer diversas secuelas, como retraso mental o trastornos del comportamiento. Se ha comprobado además que en niveles de exposición más débiles sin síntomas evidentes, antes considerados exentos de riesgo, el plomo puede provocar alteraciones muy diversas en varios sistemas del organismo humano.
Los niños pequeños (incluyendo los fetos en desarrollo), y los que viven en ambientes de pobreza, son muy vulnerables. Esto ocurre porque pueden llegar a absorben una cantidad de plomo entre cuatro y cinco veces mayor que los adultos.
No existe un nivel de concentración de plomo en sangre que pueda considerase exento de riesgo. Sí se ha confirmado, en cambio, que cuanto mayor es el nivel de exposición a este metal, más aumentan la diversidad y la gravedad de los síntomas y efectos a él asociados.
Aunque la intoxicación por plomo es totalmente prevenible, se calcula que la exposición a este metal es responsable de un 0,6% de la carga mundial de morbilidad; la carga es mayor en las regiones en desarrollo. Se calcula que la exposición al plomo contribuye a unos 600 000 nuevos casos anuales de discapacidad intelectual en niños
La respuesta de la OMS
La OMS ha incluido el plomo dentro de una lista de diez productos químicos causantes de graves problemas de salud pública que exigen la intervención de los Estados Miembros para proteger la salud de los trabajadores, los niños y las mujeres en edad fecunda. Ya era hora, porque no es nuevo que el plomo sea peligroso para la salud.
Ahora se están elaborando una serie de directrices para la prevención y el tratamiento de la intoxicación por plomo; su finalidad es ofrecer a los responsables de la formulación de políticas, las autoridades de salud pública y los profesionales sanitarios una orientación de base científica sobre las medidas que se pueden adoptar para proteger la salud de la población, tanto infantil como adulta, frente a la exposición al plomo.
La OMS ha unido fuerzas con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente con el fin de crear la Alianza Mundial para Eliminar el Uso del Plomo en la Pintura. Esta iniciativa de colaboración tiene por finalidad concentrar y catalizar los esfuerzos desplegados para alcanzar los objetivos internacionales de prevenir la exposición de los niños al plomo a través de pinturas que contienen ese metal y minimizar el riesgo de exposición ocupacional a las mismas. El objetivo general es promover la eliminación gradual de la fabricación y venta de pinturas que contienen plomo y, con el tiempo, eliminar los riesgos a ellas asociados.
Como ya sabéis la Unión Europea ha prohibido la presencia de sustancias químicas peligrosas, que puedan provocar alergias en los juguetes. Como consecuencia, 19 de los elementos ‘pesados’ (entre ellos el plomo) se deberán limitar estrictamente; a los consumidores nos queda verificar la identificación (mediante el Marcado CE) de estos productos, para asegurarnos de su seguridad.
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