La probabilidad de tener un niño o una niña es de 50 y 50. No hay fórmulas “caseras mágicas” que permitan elegir el sexo del bebé. Los antiguos griegos creían que tener relaciones reclinados sobre la parte derecha de su cuerpo, les garantizaba un varón; varios pueblos medievales colocaban martillos bajo la cama durante la relación sexual por la misma razón. En la Francia del siglo XVIII quienes querían tener un hijo varón se ataban un cordón en el testículo izquierdo.
Los primeros intentos científicos para inclinar la balanza hacia uno u otro lado, aparecieron en el año 1985 con el libro "Cómo escoger el sexo de tu bebé", publicado por el Dr. Shettler, en donde se ofrecían consejos específicos para tener un varón o una hembra, según fuese el caso, con un índice de éxito de hasta 80%. En Embarazada.com hay una calculadora basada en este método que te permite planificar el sexo del bebé. Aunque hasta el momento esta teoría no está del todo comprobada, al menos da ilusión.
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