Finalmente las nubes nos han regalado unas lluvias abundantes, las mismas que tanto esperábamos. Porque (no nos engañemos) las inclemencias pueden cambiar nuestros planes para Semana Santa, pero ¡el agua es tan necesaria! que bien vale la pena intentar divertirnos aunque no nos podamos tumbar en la playa o pasearnos por un centro histórico.
Y yo os regalo algunos juegos sencillos y fáciles de preparar para cuando os quedéis encerrados en casa o en el hall del hotel. Disfrutar del descanso en familia siempre es agradable y no tiene por qué estar condicionado al color del cielo. Este es nuestro post primaveral de esta semana.
Ya sabéis que yo solo os voy a dar algunas pistas, el resto de trabajo lo tenéis que hacer vosotros, tirad mano de la imaginación, de vuestros recuerdos, de lo que queráis… porque seguro que encontráis la forma de entretener a los peques y relajaros un poco. Empecemos con un clásico válido para todas las edades, apto incluso para peques con “lengua de trapo", el ‘veo veo’. Se juega así (¿recordáis?): primero decidiremos quien empieza con un dado o enumerándonos hasta llegar al 21 (está claro que iniciará el juego el que sea agraciado con este número).
La persona que dirige el juego se fija en un objeto que sea visible para todos y sin decir cuál es dice “veo, veo…", el resto pregunta “¿qué ves?", “una cosita que empieza por ‘l’. Lámpara, libro, letra, ¿ladrón?, licuadora, lona. “¿Aún no os rendís?, ¡no me lo digas que ya lo sé!, ¿a qué se trata de linterna?, “has acertado, ahora te toca a ti".
Ahora vamos a ponerlo un poco más difícil, y también más divertido. La consigna de este juego es “cada uno tiene que pensar una frase que tenga repetida una letra determinada, después todos diremos esa frase pero utilizando en su lugar una alternativa. Ejemplo: en lugar de decir “debemos tirar los dados a ver si sale el dos", enunciaremos “mebemos tirar los mados a ver si sale el mos". En realidad lo que se pretende es que a todos se nos enrede la lengua y reírnos un poco.
Y también podemos intentar que los más grandes enseñan a los pequeños a hacer sombras chinescas. Sí, me refiero a eso que a los padres nos cuesta hacer cuando nos lo piden por las noches, aunque sea muy fácil. Un poco de oscuridad, una fuente pequeña de luz y un poco de ingenio para intentar imitar una mariposa, un perro, un pez o un murciélago. Acordaros de situar las manos que imitan formas entre la luz y la pantalla. Aquí tenéis algunos modelos por si os cuesta empezar.
Si estáis en casa sacad el parchís y el tres en raya porque podéis necesitarlos. Y tanto si os habéis quedado como si estáis de viaje, con unas hojas en blanco y unos lápices (de esos que siempre hay en el fondo del bolso) podéis jugar a “dibujar sin mirar". Primero la mamá y el papá buscaran pañuelos, turbantes y corbatas que sirvan para tapar suavemente los ojos de los participantes. El que dirige el juego es el único que puede utilizar la vista y les pedirá al resto (cada uno tiene un papel delante y un lápiz en la mano) que dibujen un perro, un árbol, una pelota, una casita, un barco o un pájaro… a ver qué sale.
Y también con papel y lápices, más tijeras podemos recortar piezas en forma de hojas y situarlas en forma de árbol genealógico. Escribiremos los nombres de los niños, de sus papis, abuelitos tienen cabida y quizás os acordéis de los bisabuelos. Es una actividad entretenida y bonita que ayuda a los niños a situarse dentro de la familia.
Recordad que también valen los saltos en el colchón, las luchas de cojines, las vueltas en el suelo y los abrazos prolongados. Pasadlo bien.
Y cuando os canséis de estar encerrados, salid fuera porque las gotas de lluvia en el rostro sientan muy bien… nada que no pueda arreglar una toalla seca al volver a entrar.
Imagen | bfhoyt
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