La Convención sobre los Derechos del Niño fue aprobada en 1989, y desde entonces ha sido ratificada por todos los países excepto tres (entre ellos Estados Unidos); se ha convertido así en el tratado de mayor consenso entre la Comunidad Internacional, siendo sus disposiciones de obligado cumplimiento (al menos en teoría) para los firmantes.
Estas disposiciones (artículos de la convención) son de aplicación a los niños y niñas menores de 18 años que se encuentren en el territorio de cualquiera de los países firmantes, independientemente de su nacionalidad. Se pretende así que esta Convención sea una herramienta eficaz para la promoción y protección de los derechos de la infancia.
Entreculturas celebra el día de los Derechos de la Infancia (para ellos “Día D”) con una Unidad Didáctica para que los profesores puedan trabajar en los colegios, y con actividades de sensibilización que permitan la participación activa de adolescentes de la Red Solidaria de Jóvenes.
Así, por ejemplo, el sábado 22 de noviembre, en la Plaza de la Virgen de Valencia, se realizará una acción de sensibilización dirigida a familias, sobre la importancia de los Derechos de la Infancia en el mundo. Y como doble objetivo, se pretende fomentar el compromiso como ciudadanía responsable, para que niños y niñas (de todo el mundo) puedan tener garantizados sus Derechos.
La ONG resalta que los artículos 28 y 29 de la convención ponen de relevancia el alcance del Derecho a la Educación, ya que se obliga a los Estados firmantes a ofrecer educación primaria y gratuita. Y además también se vincula con la dignidad de niños y niñas respecto a los métodos de disciplina que utilicen los docentes. Así, la educación se debería orientar al pleno desarrollo personal, el respecto de los Derechos Humanos, y la convivencia intercultural, para que los hoy niños se puedan integrar en la vida adulta activamente.
Pero a pesar de lo dispuesto en la Convención y de los avances realizados en el último decenio, aún hay en el mundo más de 58 millones de niños y niñas en edad de cursar educación primaria, sin escolarizar y más de 63 que reciben una educación de tan baja calidad que no les permite adquirir los conocimientos básicos para integrase de manera satisfactoria en la sociedad
Recibir una educación de calidad durante la infancia y la adolescencia protege frente a los riesgos derivados de las situaciones de pobreza o violencia, repercute favorablemente en la salud de las mujeres, contribuye a generar oportunidades para romper con el círculo de la exclusión, facilita el acceso al empleo en la edad adulta, mejora las capacidades para la participación ciudadana, y promueve la igualdad, la solidaridad y la convivencia intercultural. Por todo ello la educación no es un derecho más, sino que se vuelve promotor de otros derechos.
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