La educación financiera tiene un alto valor social para las sociedades y las personas porque facilita que podamos tomar decisiones informadas, con criterio y así asegurar que la elección final es seguramente, la mejor que hagamos. La educación financiera debe impulsarse durante todas las etapas de la vida, mejor cuando más pequeños sean los niños, y por supuesto, debe integrarse en los planes educativos. Para eso los profesores, los educadores, los padres y todo el entorno de influencia del peque tendrá que estar pendiente de que los niños no sólo aprendan conceptos básicos como cuenta bancaria, tarjeta de crédito, deuda, hipoteca, impuesto, instrumentos financieros, inflación o ahorro, sino que además tendrán que saber relacionarlos con el contexto en el que las van a necesitar: economía en casa, la empresa privada, el sector público, etc.
Y para eso me parece fundamental que los peques se acostumbren a leer y ver noticias de forma diaria para disponer de opinión y conocimiento. En Internet, se dice, que existe mucha información a nuestra disposición aunque parece que hay poco conocimiento. Según PISA, la competencia financiera es el conocimiento y la comprensión de conceptos y riesgos financieros y las destrezas, motivación y confianza para aplicar dicho conocimiento y comprensión. Por eso la educación financiera permitirá a los jóvenes tomar decisiones eficaces en distintos contextos.
Desde la empresa privada están haciendo movimientos para conseguir que la educación financiera sea una tarea de todos. Por ejemplo, el presidente del BBVA, Francisco González, en la presentación del informe PISA de educación financiera, patrocinado por el banco y que se puede ver más abajo, “la educación financiera de las personas es una tarea colectiva en la que las entidades financieras deben desempeñar también un papel fundamental. La educación financiera favorece la situación financiera personal, mejora la gestión del riesgo, impulsa el ahorro y fortalece el sistema financiero. La educación financiera revierte, en definitiva, en ahorradores más consistentes y en deudores más responsables".
Así que tenemos que animar a la introducción de estos conceptos en el currículo escolar dado que cada vez existen productos y servicios financieros más complejos y los jóvenes van a tomar en el futuro decisiones financieras más sofisticadas y complicadas que sus padres.
Desde los catorce años creo que los adolescentes tienen que dominar conceptos asociados a las cuentas bancarias, servicios de pago en Internet, créditos y préstamos. Y también empezar a leer libros de microeconomía y macroeconomía con una fuerte carga de divulgación para permitir aprender y fijar conceptos típicos.
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