Para un adulto no es difícil reconocer nuestros propios errores, aunque puede que resulte más complicado “pedir disculpas” cuando hacemos daño o molestamos a alguien. Sin embargo el primer paso para enseñar a los niños a “pedir perdón” es actuar con nuestro ejemplo.
Pero a los niños más pequeños les resulta difícil incluso darse cuenta de cuándo sus acciones son hirientes para los demás, por eso es muy importante que los padres nos preocupemos de mostrarles las consecuencias de sus actos. El hecho de reconocer lo que uno “ha hecho mal” y el acto de disculparse ante los demás si les hemos hecho daño es importantísimo en el desarrollo personal.
Los peques dentro de unos años no lo serán tanto y queremos (yo así lo deseo) que se conviertan en personas responsables de sus acciones, que tengan en cuenta los sentimientos de los demás. Y los papás debemos ser muy persistentes y pacientes cuando eduquemos a nuestros niños, porque al fin y al cabo vivimos en sociedad, y por ello es necesario que tengan un comportamiento acorde con esta circunstancia: pensando en los demás, y también exigiendo que el resto tenga un comportamiento correcto con uno mismo.
¿Es difícil pedir disculpas?, lo es cuando uno no tiene práctica, pero no cuando nos damos cuenta de que es necesario por los demás y por uno mismo, y tampoco cuando observamos los efectos de este comportamiento que nos hace sentir bien a todos. Cuando hacemos algo que hace sentir mal a los demás, que les hiere… puede que haya ocurrido por accidente, pero también es posible que el motivo haya sido un enfado mal gestionado. Y de esto los mayores sabemos mucho porque la línea que separa expresar nuestra disconformidad (o nuestra decepción, desagrado, etc.) de forma aceptable, o perder el control – o los nervios – diciendo o haciendo cosas de las que después nos podemos arrepentir, es muy delgada.
Y si es difícil mantener la calma o pedir perdón posteriormente, también lo es enseñar a los niños cómo hacerlo. A diario observamos a niños que han empujado, golpeado, insultado a otros, y a madres que reaccionan airadamente (algo muy lícito cuando es nuestro propio niño el que hace daño) obligando a sus hijos a pedir perdón inmediatamente. Como el mero hecho de pronunciar las palabras sin haber reflexionado solucionara las cosas.
¿Cómo enseñar a pedir perdón?
Sé que los pequeños deben aprender a disculparse, pero estoy convencida de que antes alguien les tiene que hacer reflexionar sobre ello, en un lugar que no sea el mismo que donde se han producido los hechos. Porque si no puede que las palabras carezcan de sentido. Quiero decir que a no ser que nos encontramos a un niño que se da cuenta de que ha actuado mal y exprese su sentir de forma sincera al amiguito ofendido, el papel de los padres sería expresar nuestro malestar y pedir nosotros perdón, para después retirarnos con el peque y hablar sobre lo ocurrido.
Digo esto porque muchísimos niños expresan sus disculpas presionados por la situación, o por miedo a un castigo, pero en realidad no están dándose cuenta de lo que ha pasado. Los mayores debemos darles la oportunidad de explorarse a sí mismos y de enfrentarse con la situación y con sus actos, sólo así irán aprendiendo por un lado a reaccionar con calma, y por otro a reconocer sus errores y enmendarlos.
Estas son las cosas que deberíamos tener en cuenta en el proceso de aprendizaje:
No es hasta los seis / siete años cuando los peques son capaces de empezar a darse cuenta de las consecuencias de sus actos sobre los demás. Esto no excluye que desde más pequeños intentemos hacerles ver cómo se sienten los otros niños cuando ellos les hieren.
Nunca debemos presionar para que pidan disculpas en el lugar de los hechos bajo la mirada de los implicados, sus padres y otros posibles espectadores. En ocasiones es mejor expresar nosotros nuestro malestar a los demás y buscar un momento para reflexionar en casa con el niño: “sentimos mucho lo que ha pasado, Pablo no te debería haber pegado ese puñetazo, pero ahora él y yo debemos hablar sobre esto en casa”.
A veces les viene bien los papás les ayuden a encontrar formas certeras de pedir disculpas, y esto se puede hacer en casa. Tened en cuenta que es mucho mejor “ayer estaba muy enfadado contigo por haberme roto el juego, sé que no te debería haber pegado esa patada y lo siento, estoy dolido contigo y conmigo mismo”, que un “¿me perdonas?”
Al disculparse con el compañero o amigo pueden hacerlo en persona, por teléfono, por carta. No están obligados a pedir perdón en público, ellos pueden decidir quedar con la otra parte para expresarse en privado.
Aprendamos a controlar nuestros enfados y a apartarnos de la situación que nos lo provoca, así no diremos ni haremos cosas por las que sentirnos mal. Esto será un buen aprendizaje para los niños, y también lo será que les pidamos disculpas cuando lo hayamos hecho mal.
No sólo los niños deben pedir perdón.
- Recordad siempre que el que pide disculpas no debería esperar la aceptación de la otra parte.
Y ¿se deben aceptar las disculpas?
Pedir perdón nos hace sentir bien y también alivia a la otra persona, sin embargo puede que la parte ofendida necesite un poco más de tiempo para aceptar al niño que ha hecho daño. Es una postura muy respetable.
También es respetable y lícito que un niño no quiera volver a relacionarse con aquel o aquellos que le hacen daño repetidamente sin tener en cuenta sus sentimientos. Aunque la verdad es que en muchas ocasiones las escenas terminan con “de acuerdo, gracias por tus disculpas, yo también te querría pedir disculpas por haberte molestado”. Por esto es bueno que los peques se den cuenta de sus actos, y es que después ellos ayudan a los demás a ser conscientes también.
Es decir, una cosa es aceptar las disculpas, y otra estabilizar los sentimientos para que las cosas vuelvan a ser como antes, todo dependerá del alcance de los hechos, de la edad de los peques, e incluso del tiempo, que a veces lo cura todo.
Lo que sí que es seguro es que pedir perdón es actuar correctamente, y nos ayuda a entendernos mejor con las otras personas.
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