Saartje es una joven mamá de tres niños que parece disfrutar con una aguja de hacer ganchillo en las manos (e hilo, claro está). Esta neerlandesa es también profesora y el tiempo parece sobrarle a juzgar por este experimento que les ha preparado a sus hijos.
Con unas botellas vacías de refrescos (o agua), un cordel, un punto de sujeción y mucho ingenio, los hijos de Saartje aprendieron el año pasado algunas nociones sobre la ley de la gravedad, y observaron la capacidad de los envases al llenarse, a la vez que (seguro) se divirtieron un montón y aliviaron los calores del verano – que aunque allí no serán tan extremos, seguro que nadie desprecia un remojón entre mayo y septiembre -. Y digo el año pasado, porque la entrada es un poco antigua ya, pero seguro que para este verano ha inventado alguna que otra novedad con la que entretener a los peques. Y nosotros pues estamos admirados, porque aunque en nuestra relación con el líquido elemento hemos jugado con globos, pistolas y hasta esponjas de agua… nuestros experimentos no han pasado de demostrar el cambio de propiedades en la superficie del agua, o de observar qué ocurre cuando se congela.
Y si queréis emular a esta ingeniosa mamá, poneros manos a la obra, sólo necesitáis una tabla de madera una superficie vertical para sujetarla, unos tacos a los que clavar las botellas que colocaremos inclinadas, y una cuerda no demasiado gruesa para poder hacer oscilar la botella superior.
Si conseguimos que el taco superior no quede muy fijo podremos mover esta botella a discreción (en vertical para llenarla, en horizontal para que se vacíe el contenido). Unos agujeros estratégicos en el resto de botellas (inclinadas) harán el resto.
El agua se deslizará buscando su destino final que puede ser un cubo, la bañera de los muñecos, o unos pulverizadores destapados, para seguir jugando a mojarse.
Vía | Saartje En Peques y Más | Una manualidad divertida y muy útil: noria hecha con cartón para los pequeños muñecos de nuestros hijos