En todos los países, en todas las culturas, hay violencia contra los niños y niñas. UNICEF lanza un mensaje claro: ‘siempre que los niños sufran daños, y dondequiera que sea, debemos mostrar y expresar nuestra indignación y nuestra ira. Hay que hacer visible lo invisible’.
Porque con demasiada frecuencia la violencia contra los pequeños no se ve, no se escucha, y no se denuncia. Por eso el pasado miércoles, se presentó una iniciativa que insta a los ciudadanos de a pie, a los legisladores y a los gobiernos a hablar con más fuerza para combatir la violencia contra los niños. Una página web específica y una campaña en las redes de comunicación social describen diversas maneras para que los niños y niñas, los padres y madres, y las comunidades tomen medidas: por ejemplo, participando, informándose, organizando actividades y foros de discusión públicos, apoyando a los niños y niñas víctimas de la violencia, y trabajando con los aliados mundiales y locales de UNICEF.
En el vídeo, y después de relatar varios ejemplos de violencia contra el sector de población más vulnerable,Liam Neeson afirma que ‘sólo porque no podemos ver la violencia contra los niños no significa que no exista’.
A mí me gustaría recordar que ‘sólo porque pensemos que muchos tipos de violencia contra los niños nos queden lejos’, no significa que debamos dejar de mostrar interés. Además las situaciones de vulnerabilidad no siempre ocurren al otro lado del mundo: abusos sexuales, castigos físicos, pornografía infantil, menores objeto de la trata…, ¿somos conscientes de que en nuestro país se cometen?
El origen de la iniciativa es la creciente indignación popular que estalló después de varios ataques horribles contra niños, como el atentado a tiros que ocurrió en Pakistán en octubre de 2012 contra Malala Yousafzai, de 14 años; la muerte por disparos de 26 alumnos y profesores en Newtown, Connecticut, en diciembre de 2012; y las violaciones en grupo de niñas que se están produciendo ya con demasiada asiduidad
La violencia no sólo causa heridas físicas, sino que deja también cicatrices mentales en los niños. Afecta a su salud física y mental, compromete su capacidad para aprender y socializar, y socava su desarrollo.
Las estadísticas que apuntan a la escala y el alcance de la violencia son escasas, pero subrayan la necesidad de adoptar medidas colectivas urgentes. Por ejemplo, unos 150 millones de niñas y 73 millones de niños menores de 18 años experimentaron actos de violencia sexual y explotación, según la OMS, y se estima que 1,2 millones de niños son víctimas de trata cada año, según un informe de 2005 de la OIT.
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