Aunque ya estaba aprobada la resolución y habían anunciado que sería posible a partir del 1 de enero, aún había dudas sobre si realmente los padres podíamos o no subir con el cochecito abierto a los autobuses.
La situación era muy confusa y dependía más bien de la buena fe del conductor del autobús y del humor de los padres, que en algún caso ha llegado a su límite al agredir a un conductor por negarle la subida al bus con el carrito de bebé desplegado.
Por fin parece que hay un punto final a esta “vergonzosa situación" (como la calificó Aguirre).
Porque detrás de la burocracia y de los tejemanejes políticos estamos los padres de a pie que necesitamos contar con un servicio de transporte que nos brinde una facilidad tan simple, pero a la vez tan útil como es poder subir a un autobús con nuestro bebé y su carrito.
Quienes suelen tomar autobuses con su bebé sabrán de lo que hablo. De los malabares que tenemos que hacer para cerrar el carrito, coger al bebé, el bolso y pagar el billete, todo a la vez.
Es inhumano y ya era hora de que pudiéramos hacerlo como seres humanos. Esperemos que esta vez sea la vencida. Al fin y al cabo es un transporte público y debe dar servicio a todos los ciudadanos, incluso a los menores de tres años.
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